Javier
Paz García
Como
escribió Alberto Benegas Lynch, “la
igualdad es ante la ley y no mediante ella”. Y es que es muy importante que la
ley trate a todos por igual, sin importar su sexo, raza ni condición social o
económica. Algo muy diferente es procurar la igualdad económica. Semejante
propósito en primer lugar se fundamenta en la envidia de quienes consideran la
riqueza como algo intrínsecamente inmoral. Para los luchadores contra la
desigualdad, un rico es alguien malévolo y perverso, aunque su riqueza la haya
ganado de forma honesta. Pero los antivalores de los luchadores por la igualdad
no acaban ahí. Propugnan y promueven las luchas de clases y la violencia en la
sociedad. Creen que la sociedad y el Estado tienen la responsabilidad de
mantener y solventar económicamente a cada persona desde que nace hasta que
muere, en vez de que sea cada persona responsable de su propio sustento y el de
sus hijos hasta cierta edad. Rechazan que una persona pueda enriquecerse
mediante su propia creatividad y esfuerzo. Subvaloran la creatividad y el
sacrificio personal de quienes asumen riesgos, crean empresas, innovan y crean
empleos. Consideran el intercambio comercial como un juego de suma cero, donde
la ganancia de unos es la pérdida de otro. Y promueven una cultura de flojos
que creen que nacen con el derecho a que el resto de los ciudadanos les den el
sustento diario.
Luchar
contra la desigualdad no es de ninguna manera luchar por un mundo mejor, o más
justo, porque también es una injusticia que quien trabaja menos viva tan bien
como quien trabaja más. Hay condiciones por las que vale la pena luchar; por
ejemplo la discriminación que sufren las niñas muchas veces por parte de sus
propios padres a la hora de invertir en su educación. Vale la pena concienciar
a los padres, especialmente en áreas rurales para que permitan que sus hijas
vayan al colegio y lo terminen. Vale la pena implementar campañas de vacunación
gratuitas, las cuales, con una relativamente pequeña inversión, salvan a miles
de niños de morir por causa de enfermedades prevenibles. Es loable colaborar a
hogares de niños huérfanos y abandonados para puedan tener un lugar que les dé
educación y sobre todo afecto y una sensación de pertenencia y familia.
Santa Cruz de la Sierra, 18/01/15
http://javierpaz01.blogspot.com/
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