viernes, 3 de abril de 2009

Reivindicación del pensamiento liberal

Javier Paz García
Mi querido amigo Enrique Fernández se queja continuamente del “reduccionismo económico” que sufre el pensamiento liberal; yo estoy plenamente de acuerdo con él. Hoy se discute el liberalismo casi exclusivamente en términos de políticas económicas y para muchos, ser liberal es sinónimo de apoyar a los ricos en detrimento de los pobres, incluso asociando al liberalismo con gobiernos dictatoriales, el racismo o el clasismo; nada más lejos de la verdad.
Los fundamentos del liberalismo son la dignidad de todo ser humano, la libertad individual, la tolerancia y el respeto. De hecho, el pensamiento liberal nace como una crítica a los sistemas monárquicos y aristocráticos con derechos diferenciados entre los ciudadanos. Por ejemplo, en el siglo XVII John Locke, considerado el padre del liberalismo, escribe su Primer Tratado sobre Gobierno, donde hace una crítica a la noción de que los reyes eran enviados de Dios y por tanto superiores a los demás y más bien sostiene que los reyes deben estar al servicio del pueblo y si son tiranos, el pueblo tiene el derecho de removerlos, incluso mediante la revolución.
La libertad y la dignidad de todo ser humano es la esencia del liberalismo; por ello, la tolerancia y el respeto son centrales en la concepción liberal: homosexuales, heterosexuales, mujeres, hombres, negros, indios, blancos, pobres, ricos, ateos, cristianos, judíos o musulmanes tienen los mismos derechos y se deben respeto y tolerancia los unos a los otros. En este sentido, el pensamiento liberal propugna un compromiso con la tolerancia sin parangón.
Por otro lado, conceptos tales como que las leyes deben estar por encima de las personas, incluso que los reyes; que el poder del gobierno debe ser limitado y desconcentrado; que los gobiernos deben respetar la libertad de credo y de expresión; que todas las personas deben gozar de ciertos derechos fundamentales, sin importar su raza, credo, género o posición económica son conceptos puramente liberales.
La democracia moderna donde todos los ciudadanos tienen el derecho a elegir a sus gobernantes es fruto de las ideas liberales.
El liberalismo, como su nombre lo indica, es una línea de pensamiento que valora por sobre todo la libertad individual en el marco de la tolerancia y el respeto entre unos y otros. Denostar el liberalismo es análogo a exaltar las virtudes del fascismo y el comunismo. Reducirlo a su aspecto económico es análogo a mirar solamente el borde de la moneda.
La Paz 03/04/09

1 comentario:

Enrique Fernández García dijo...

Estimado Javier:

La impopularidad que caracteriza hoy al liberalismo es una prueba de su sensatez; nuevamente, los espíritus privilegiados batallan contra el oscurantismo del tropel. Según valoraciones filosóficas, políticas y económicas, esta doctrina no admite rivales, aun cuando varios necios hayan pretendido fulminarla. Ahora bien, como los avances de Occidente habrían sido imposibles sin su orientación, sólo quienes descuellan por el cretinismo pueden vituperar un ideario que tiene esta nobilísima misión: salvaguardar la libertad individual en cualquiera de sus expresiones.

Un abrazo liberal.

Enrique

Posdata. Agradezco la evocación. Espero que lo porvenir nos permita planificar algunos magnicidios o, aunque sea, dialogar con fines subversivos