Javier Paz García
La ropa usada debido a su bajo precio, beneficia a los consumidores y perjudica a los productores nacionales de ropa. Quien compra la camisa usada de 5 pesos es comparativamente 25 pesos más rico de lo que sería si hubiera comprado la camisa nueva de 30. En un país con tantos pobres como Bolivia, esta diferencia no es trivial. Los bajos precios de la ropa usada alivian un poco la economía de las clases más bajas cuyas familias pueden abrigarse bien sin tener que sacrificar la leche de los hijos; en las clases medias, jóvenes profesionales, secretarias y personal de oficina pueden adquirir ropa adecuada para asistir al trabajo sin que ello resulte en un gasto oneroso. Prohibir la ropa usada beneficia a los productores nacionales a costa de empobrecer a los consumidores de ropa usada, que en Bolivia vienen a ser muchos.
Es cierto que permitir la ropa usada causa en el corto plazo una pérdida de empleos al sector de textiles, pero también es cierto que prohibirla causa una pérdida de empleos en el sector importador de ropa usada. En el largo plazo los desempleados encuentran empleos en otros sectores de la economía (minería, agricultura, albañilería, etc.). En realidad, ante la invasión de la ropa usada, los productores nacionales tendrían que cambiar el enfoque de su producción hacia la exportación y hacia sectores con altos ingresos en el país. Sobre esto debemos admitir la dificultad de los productores, con un gobierno que cierra mercados y que aparentemente solo está interesado en relaciones con Venezuela y Cuba.
Tal vez el argumento más convincente desde el punto de vista puramente económico para prohibir la ropa usada es que ésta equivale a una forma de “dumping”, aunque estrictamente no lo es.
Con respecto a la dignidad (uno de los argumentos para prohibir la ropa usada y el más canalla de todos), el análisis es puramente subjetivo. Un rico y un pobre, un importador de ropa y un productor, un modista y un campesino van a tener diferentes definiciones de dignidad. Por supuesto que el productor de ropa dirá que usar calzoncillos usados es indigno, aunque en mi opinión semejante aseveración está guiada por intereses propios, más que por la preocupación sobre la dignidad del prójimo. Creo que cada individuo debe decidir por su cuenta lo que considera digno, y no creo que personas ajenas deban decir por otros en tales temas. Al final de cuentas, creo que un padre que puede comprarle una chompa usada a su bebé y darle su vaso de leche es preferible a uno que tiene que elegir entre la chompa y la leche; prohibir la ropa usada, significará para algunos (sospecho que para muchos) tener esta disyuntiva. Lo que sí considero indigno es que el gobierno o un gremio particular, me usurpen a mí y a miles de bolivianos nuestra potestad de decidir sobre nuestra propia dignidad. Si los funcionarios del gobierno y los productores de ropa usada consideran indigno usar ropa usada, pues no la usen, pero no pretendan imponernos “su dignidad” (que no es más que su propio interés) mediante una prohibición. Para quienes nos preocupa la pobreza y quisiéramos que sea paliada y eventualmente superada, existen pocos argumentos para justificar la prohibición de la ropa usada. Lo más indigno de todo esto es que nos restrinjan la libertad de elegir en nombre de nuestra dignidad.
La Paz, 22/04/09
jueves, 23 de abril de 2009
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2 comentarios:
yo compro desde hace un tiempo en tiendas de ropa usada americana porque los precios son muy buenos y siempre hay mucha variedad en talles y estilos.
la ropa americana es bueno y ala gente le agrada no se porque el gobierno no las kiere kitar o solo quieren que los mercaderes quedemos sin trabajo,es lo unico que nos beneficia y por eso hay gente uniendose a ese trabajo espero que los demas comprendan
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