Javier
Paz García
La
Europa actual es uno de los lugares más abiertos del mundo. Se puede ser
creyente o no creyente, católico, protestante, budista, musulmán o ateo, sin
sufrir ninguna persecución por parte del Estado. Se puede ser blanco, negro o
amarillo y vivir en paz y tranquilidad. La mujer goza de iguales derechos que
el hombre y puede vestirse como quiera y hacer el amor con quien quiera, sin
ser apedreada. La libertad de expresión es amplia y las personas pueden
maldecir al gobierno y al país sin correr el riesgo de ser perseguidas,
acosadas o encarceladas por el Estado. En fin, los europeos han aprendido a ser
tolerantes los unos a los otros, a aceptar que los seres humanos somos
diferentes y tenemos derecho a serlo.
Los
europeos han interiorizado una serie de valores como el derecho de cada persona
a ejercer su libertad y el respeto y la tolerancia de unos a otros como la base
de la convivencia. El fundamentalismo islámico choca frontalmente con estos
valores porque sostiene que las personas no tienen derecho a creer en nadie más
que en Alá, que es lícito matar
infieles, que la mujer tiene menos derechos que el hombre y debe sojuzgarse a
él. Esto plantea un problema de convivencia entre dos visiones opuestas e
incompatibles. La gente tiene derecho a profesar la fe musulmana como también
tiene derecho a ser imbécil, pero no tiene derecho a obligar a otros a serlo. Y
si el fundamentalismo islámico utiliza el terrorismo para matar a gente
aleatoriamente, dentro de la tolerante Europa, esto plantea serias amenazas a
los valores del viejo continente. ¿Cómo luchar contra el terrorismo islámico
sin coartar los derechos de los musulmanes pacíficos? ¿Cómo mantener un sistema
de tolerancia y libertad y a la vez mantener la seguridad y el orden público en
un entorno de amenazas terroristas? ¿Cómo compatibilizar la libertad de
expresión con el discurso fratricida y violento de los fundamentalistas? Las
respuestas no son sencillas y no hay soluciones mágicas a estas preguntas, por
ello, junto con el auge del fundamentalismo islámico, en Europa también surgen
movimientos nacionalistas y xenófobos. El terrorismo no solo pone en juego la
vida de las personas, sino un modelo de sociedad pacífico, donde priman el
respeto y la tolerancia hacia los otros. El desafío terrorista consiste en
exterminar el terrorismo y a los terroristas sin sacrificar los valores de
libertad y tolerancia que distinguen a Europa. El desafío es inmenso.
Santa Cruz de la Sierra, 20/08/17
http://javierpaz01.blogspot.com/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario