Javier
Paz García
A
menudo escuchamos decir que las ideologías están pasadas de moda, que lo que
importa ahora es lo práctico y que uno debe guiarse por lo que funciona y dejar
de lado lo que no funciona en la política y la economía. Hoy mucha gente se
vanagloria de no tener ideología, y por ejemplo un periodista, es considerado
bueno si no la tiene, y malo si adopta alguna postura ideológica. Esto es un
error colosal, ya que nadie está libre de formar juicios de valor y de defender
ciertos principios y valores. Y dado que la ideología no es más que una serie
de principios y valores, difícilmente alguien puede estar libre de estar más
cercano a alguna ideología. De hecho lo grave, lo preocupante sería lo
contrario: gente sin principios y valores con los cuales guiar su
comportamiento.
Pongamos
algunos ejemplos: usted puede tener la idea de que el sustento debe ser fruto del
trabajo propio o que el Estado debe procurar el sustento de las personas; si
alguien no paga el alquiler, usted puede considerar que el Estado debería
defender el derecho de evicción del propietario o el derecho de vivienda del
inquilino; usted puede considerar que el Estado debería regular los precios de
los alimentos, o que no debería involucrarse en tal actividad; usted puede
considerar que el Estado debería prohibir y criminalizar las drogas, o que su
consumo debería ser una cuestión personal; usted puede estar o no de acuerdo
con la prostitución, con el nivel de impuestos, con la organización política de
su país, con la libertad de prensa, etc. y tener algunas ideas sobre cómo le
gustaría que la sociedad manejara estos temas. Cada una de estas cuestiones implican
una posición ideológica y difícilmente alguien puede estar libre de tener una
opinión o inclinación en todas ellas.
Deberíamos
desechar la idea de que todas las ideologías son malas (aunque por supuesto hay
ideologías execrables) y que una persona sin ideología, que dice guiarse
enteramente por lo práctico es de alguna manera preferible. Como dijo John
Maynard Keynes: “las ideas de los economistas y filósofos políticos, tanto
cuando son correctas como erróneas, tienen más poder de lo que comúnmente se
entiende. De hecho, el mundo está dominado por ellas. Los hombres prácticos,
que se creen exentos de cualquier influencia intelectual, son usualmente
esclavos de algún economista difunto.”
Santa Cruz de la Sierra, 02/04/17
http://javierpaz01.blogspot.com/
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