Javier
Paz García
La
reciente publicidad de una empresa de muebles, donde una modelo aparece desnuda
ha despertado las reacciones más campechanas en el país. Los activistas han
salido a criticar el spot como machista, degradante contra la mujer, llegando a
pedir sanciones penales contra la empresa. Incluso el mismo defensor del pueblo
ha acusado a la empresa de “cosificación de la mujer” y otros supuestos
delitos. Tal vez el hecho de que un tipo mediocre que llegó al cargo por
servilismo y para no molestar al partido de gobierno se involucre en la
demanda, demuestra lo pueril de la misma.
Al
parecer ciertos sectores de la sociedad creen que la empresa cometió un delito
y quieren una sanción penal. Pero para que exista un delito debe existir una
víctima y entonces viene la pregunta ¿dónde está la víctima? La modelo que
participó del spot, es mayor de edad, posee plenas facultades mentales e hizo
lo que hizo por una remuneración mutuamente acordada y con pleno conocimiento
de los requisitos y las consecuencias de sus actos. Es más, ella está contenta
con toda la repercusión mediática. Entonces ¿quién es la víctima? La respuesta
que quieren dar algunos es que las víctimas son la mujer, todas las mujeres lo
cual equivale a decir que nadie es la víctima.
Durante
la mayor parte de la historia de la humanidad, la mujer tuvo un rol de servidumbre
y sumisión, algo que en realidad existe hasta nuestros días en mayor o menor
medida de acuerdo a cada sociedad. Si el ideal es dar a la mujer igualdad de
condiciones, pues ese ideal debe traducirse en libertad para las mujeres:
libertad para ser modelos publicitarias y salir desnudas en un spot, libertad
para ser ingenieras civiles, pilotos de avión, prostitutas, jugadoras de
fútbol, dueñas de empresas, abogadas, políticas, etc. Los grupos que intentan
criminalizar los spot sexistas lo hacen bajo el argumento de que quieren
proteger y dignificar a la mujer. En realidad lo que hacen es robarle su
dignidad al tratarlas como niños incapaces de tomar sus decisiones, quieren
robarle su libertad y encasillarlas en un molde único de lo que ellos creen que
debería ser el rol y la imagen de la mujer, de manera similar a como se las
trataba en la edad media.
No
hablo aquí de la calidad estética o moral del spot. Quienes lo consideren
ofensivo, tienen todo el derecho a protestar y repudiarlo y expresar su
descontento cambiando el canal y no comprando productos a la empresa. Pero
entre el repudio civil y la criminalización del hecho existe una gran
diferencia que quienes defienden la libertad y la dignidad de las mujeres no
debemos cruzar.
Santa Cruz de la Sierra, 27/09/16
http://javierpaz01.blogspot.com/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario