Javier
Paz García
Reymi
Ferreira reconoce en su último artículo (Venezuela, ED 04/04/14), aunque sea
tácitamente, que lo de Venezuela no es una telenovela. Sin embargo culpa de la
violencia a los sectores de oposición. Por supuesto, nada dice de la violencia
constante durante los tres lustros de la revolución chavista. Violencia verbal,
con Chávez, Maduro y sus acólitos hablando de pacifismo pero refiriéndose sus
opositores como gusanos, traidores, basura, etc.; en lo judicial, utilizando el
sistema de justicia para perseguirlos; en lo político, politizando todos los
cargos públicos, quitando recursos y potestades a los municipios opositores, realizando
probados fraudes electorales; en lo económico, confiscando la propiedad
privada, enriqueciéndose entre chavistas y empobreciendo al país; cercenando la
libertad de expresión, cerrando medios de prensa, obligándolos a transmitir los
insufribles discursos de los líderes chavistas, dejando a los periódicos sin
papel para imprimir; en lo militar, armando grupos paramilitares llamados
colectivos y dotándolos de armas de guerra, politizando a la policía y al
ejército. Caracas es tal vez la ciudad más violenta del mundo, producto parcial
de la complicidad del gobierno y de las armas que el régimen reparte a sus
organizaciones criminales, llamadas colectivos y que han matado a miles de
personas en asaltos comunes.
Por
lo tanto, querer defender al régimen chavista, bajo el argumento de que ganaron
elecciones y que los violentos son opositores, no hace aguas. Los videos
documentando los abusos de los colectivos chavistas y las fuerzas de seguridad
son abundantes y contundentes. Decir que el régimen no reprime la libertad de
prensa argumentando, como lo hace Ferreira, que existen medios privados es tan
risible como decir que la libertad de prensa en los regímenes de Videla,
Pinochet y Bánzer era respetada, porque también habían medios privados.
Finalmente
Ferreira descalifica a líderes de la oposición como golpistas, pero ensalza a
Hugo Chávez quien fue un golpista, que
además celebraba orgulloso su fallido golpe y por otro lado, tiene como
empleador y jefe a Evo Morales, un golpista confeso seguido de García Linera,
un terrorista y separatista confeso. Un poco de coherencia lo obligarían a
renunciar a su cargo de embajador. Ferreira no miente cuando afirma que (no
todas) las manifestaciones de la oposición han sido pacíficas. Pero usar esa
media verdad para defender al régimen de Maduro equivale a una mentira.
Santa Cruz de la Sierra, 06/04/14
http://javierpaz01.blogspot.com/
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