Javier
Paz García
Las
letras de Gabriel García Márquez nos enseñan de que no solo importa lo que se
dice, sino también cómo se lo dice. Gabo, podía tomar cualquier tema, incluso
el más banal y cotidiano y escribir un párrafo hermoso o al menos cautivador e
interesante. Un ejemplo de ello son sus artículos periodísticos donde
desarrolla temas de una amplia diversidad, que van desde noticias de la
búsqueda de sobrevivientes en una accidente aéreo hasta el amplio uso de la
letra X por parte de los escritores de máquina de escribir (para, por sobre
todo, tachar palabras o párrafos que se quieren eliminar). En otra nota se
quejaba de la fama internacional que había alcanzado la canción colombiana con
el estribillo “se va el caimán / se va el caimán / se va para Barranquilla /
comiendo pan / comiendo pan / y arepa con mantequilla”, siendo que en su país
habían canciones mucho mejores que no sobrepasaban las fronteras.
En
fin, su obra periodística no solo informaba, sino que también divertía. Sus
artículos eran entretenidos, y a menudo enfocaba las cosas desde un punto de
vista que nadie había visto antes.
Su
obra literaria es, por supuesto, merecedora de un Nobel. En Cien años de soledad, nos mete en un
laberinto de nombres y hechos que nos mantienen deslumbrados; en El otoño del patriarca entramos en la
cabeza de un dictador y pasamos hojas de hojas sin ver una coma o un punto en
el texto; en El amor en los tiempos del
cólera, sufrimos los desamores de los personajes y nos emocionamos cuando,
a pesar del tiempo, se logran encontrar; en el cuento La increíble y triste historia de la Cándida Eréndira y su abuela
desalmada vemos nuevamente como el amor triunfa a pesar de todo.
Es
difícil para un latinoamericano leer a García Márquez y no sentir cierta
familiaridad con sus temas, sus descripciones, el ambiente en que transcurren
sus tramas y por supuesto, sus personajes. A menudo me he preguntado, si su
prosa puede ser entendida en otras regiones del mundo, o más propiamente, cómo
la entienden fuera del subcontinente americano. Sin embargo, la fama mundial de
Gabo atestigua sobre la universalidad de sus temas, a pesar del sabor local con
el que están impregnados. Y es que todos, sin importar la raza, el idioma o el
país de origen hemos experimentado el amor y la soledad, sentimientos tan
universales como sus libros.
Gabriel
García Márquez falleció este 17 de abril en México DF. Su obra perdura y lo
inmortaliza.
Santa Cruz de la Sierra, 20/04/14
http://javierpaz01.blogspot.com/
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