Javier Paz
García
El
socialismo propugna la centralización del poder político y económico en manos
de unos cuantos. Propugna que un pequeño grupo de burócratas controle todos los
campos de la actividad humana. El socialismo rechaza la propiedad y la
iniciativa privada sobre bases morales, como ser el rechazo al egoísmo, la
falta de solidaridad, la explotación y otros males que los socialistas endilgan
al sistema capitalista.
Un
corolario de estos postulados es que los socialistas se creen poseedores de una
moral y una inteligencia superiores al resto de la población. Porque solo
suponiendo esa superioridad moral e intelectual se puede justificar que un
pequeño grupo de burócratas decida qué educación impartir, qué puede la prensa
publicar, qué se debe producir y a qué precios, qué se permite pensar y opinar,
etc.
¿Se
justifica la hipótesis de que los socialistas son moralmente superiores al
resto de la población? Un repaso histórico nos mostrará que entre los gobiernos
socialistas del mundo ha existido tanta o más corrupción que entre gobiernos
con otras tendencias políticas, los jerarcas socialistas han sido tan proclives
como cualquiera a enriquecerse y abusar del poder, así como a vicios de índole
personal como el alcoholismo, a la infidelidad conyugal, el abuso a las
mujeres, etc.
¿Se
justifica la hipótesis de que los socialistas son intelectualmente superiores y
más capaces que el resto de la población? Nuevamente un repaso histórico nos
enseñará que a la larga donde hay socialismo la economía es mal manejada y a
mayor socialismo mayor descalabro. El manejo de empresas estatales en todas
partes del mundo casi sin excepciones termina en fracasos, estafas y quiebras.
¿Se
justifica la hipótesis de que el socialismo defiende a las mayorías? Donde se
implanta el socialismo rápidamente se restringe o se elimina la libertad de
expresión y se persigue a los opositores políticos. A la larga, donde existe
socialismo, la mayoría de la población se mantiene en la pobreza o incluso
empeora su condición económica. Y cabe preguntarse, ¿si los socialistas tienen
el respaldo de las mayorías entonces por qué restringen la libertad de
expresión y anulan o amañan los procesos electorales?
Luego
de descartar una superioridad moral e intelectual y la lucha en pro de las
mayorías por parte de los socialistas podemos concluir que lo que queda es solo
hambre de poder. Queda la búsqueda de riqueza, poder y fama. Queda el ego y el
egoísmo que ellos dicen combatir.
Santa Cruz de la
Sierra, 27/01/13
http://javierpaz01.blogspot.com/
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