domingo, 23 de diciembre de 2012

Abundancia de bondad


Javier Paz García
Con tantas noticias feas es fácil caer en el pesimismo de pensar que la gente es mala por naturaleza. Sin embargo en el mundo también abundan los actos de amor, de solidaridad, de altruismo. En realidad nuestra vida es tan abundante de estos actos que los pasamos por alto. Es más fácil recordar al taxista que se nos cruzó en la vía y encima nos insultó que a la persona que sin conocernos esperó para que entremos en el ascensor. Cosas como vecinos que se prestan azúcar, parejas que cumplen día a día el incesante rol de ser padres, alguien que nos da una dirección en la calle, misioneros que dedican su vida a ayudar a los demás, un estudiante que se desvela para preparar a su amigo a dar un examen, son tan cotidianas que las olvidamos.
Pero algunos actos de solidaridad quedan en la memoria. Narró dos anécdotas de un viaje de mochilero por Europa el 2002. Los hostales de Londres son muy caros y para que mi presupuesto alcance, una noche me quedé en la calle. Guardé mi mochila en un “locker” en la estación de trenes y salí a caminar. Terminé conversando con un vagabundo quien me ayudó a construir una cama con cartones. Aparte de distraerme gran parte de la noche narrándome una inverosímil versión de su vida, me enseñó que cuando uno busca cartones en la basura, debe olerlos antes para asegurarse que no apesten a comida podrida. También prometió llevarme la mañana siguiente a comprar el café más barato de Londres, promesa que no pudo cumplir porque yo decidí seguir otros rumbos.
La segunda anécdota acontece en el puerto de Patras en Grecia. Yo ya había finalizado mi viaje y estaba retornando hacia el norte de Italia donde debía buscar trabajo para sobrevivir el resto del verano boreal. Para mi mala suerte el puerto estaba paralizado por una huelga laboral. Con el dinero justo para volver y sin la certidumbre de encontrar trabajo en Italia, la demora me tenía preocupado. En el hostal conocí a un mochilero alemán que quería llegar hasta la India. Jugamos ajedrez unas cuantas veces y vimos algún partido del Mundial de fútbol que se jugaba en Corea y Japón. Al saber que me estaba quedando sin dinero, este mochilero, a pesar de no tener dinero de sobra, ni de conocerme y a quien nunca volvería a ver se ofreció a prestarme lo suficiente para llegar a mi destino y me dijo que se lo trasfiera cuando pueda.
Vale la pena recordarnos a nosotros mismos que hay una abundancia de bondad entre los seres humanos y que hay más cosas buenas que malas en la sociedad.
Santa Cruz de la Sierra, 23/12/12
http://javierpaz01.blogspot.com/

No hay comentarios.: