Javier Paz García
Durante el mes de abril del 2007 atravesé Colombia comenzando en Maicao, ciudad fronteriza con Venezuela al noreste del país, hasta llegar a Ecuador por la ciudad de Pasto, en el extremo suroeste. El viaje lo realice por tierra, en flotas de transporte público. Al inicio de mi viaje, entre Maicao y Barranquilla el ejército colombiano detuvo la flota en la que me encontraba, bajó a todas las personas, nos puso con las manos arriba contra el bus y nos requisó. Luego de algunos minutos todos subimos al bus y seguimos viaje. En los más de mil kilómetros que anduve por suelo colombiano, no volví a tener otro evento de tal naturaleza.
Pensar en realizar la misma travesía 5 años antes de esa fecha hubiera sido una locura. Durante los noventa y los primeros años de la década siguiente Colombia era un país secuestrado por las guerrillas y los paramilitares. El país entero era víctima del miedo y como me contó don Héctor, mientras saboreábamos un café Juan Valdez en Manizales, antes la gente no podía salir de una ciudad a otra, e incluso evitaba los lugares públicos por miedo a los secuestros y coches bomba. Una señora que se sentó a mi lado en el teleférico de Medellín me dio otro testimonio conmovedor. Ella vive en un barrio pobre donde antes era cosa de todos los días oír tiroteos en las noches. Cuenta ella que no era infrecuente salir a trabajar al día siguiente y encontrar uno o dos cuerpos desangrados en las calles.
Ahora en Colombia las cosas están mejor gracias a Álvaro Uribe y su política de seguridad democrática que puso a la guerrilla en jaque, y tiene a las FARC en el peor momento de su historia. La política de seguridad democrática del presidente Uribe devolvió a los colombianos una libertad y tranquilidad que no habían experimentado en décadas.
Personalmente creo que Uribe ha puesto a Colombia en rumbo hacia la victoria frente a las guerrillas y hacia el desarrollo económico, con plena vigencia de la democracia y el estado de derecho. Por ello, tengo gran admiración por el presidente Uribe.
A la vez celebro y felicito al pueblo colombiano por la decisión de la Corte Constitucional de Colombia que le cerró las puertas a una segunda reelección. Critico de Uribe que haya querido cambiar las reglas de juego para reelegirse. Creo que el caudillismo ha sido y sigue siendo nefasto para Latinoamérica, y pocas cosas me asustan más que el político que se cree imprescindible. Creo que los latinoamericanos debemos acostumbrarnos a poner la Ley por encima de las personas. El mensaje que dio Colombia con el fallo en contra de Uribe, precisamente sienta un precedente y es un ejemplo de institucionalidad y respeto a las leyes. Por eso deseo felicitar a Colombia, cuya democracia se verá fortalecida con este fallo. Y deseo sinceramente que el próximo presidente colombiano sea tan bueno como lo es Álvaro Uribe.
Santa Cruz de la Sierra, 05/03/10
lunes, 29 de marzo de 2010
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