Javier Paz García
Los californianos votarán en noviembre una iniciativa para legalizar la marihuana. En mi opinión, se debería despenalizar el consumo de todas las drogas. Primero aclaro que nunca he consumido o producido drogas. Soy consciente del sufrimiento que pueden ocasionar, tanto a quien las consume, como a sus seres queridos. Sin embargo, y a pesar de ello sostengo esta posición porque creo que ningún gobierno debería legislar sobre las preferencias de consumo de nadie. Creo que cada persona adulta (resalto lo de persona adulta), debería tener el derecho de consumir las drogas, alcohol, tabaco o colesterol que desee. Una persona adulta sabe que tomar bebidas alcohólicas en exceso es malo, que hay que comer verduras y frutas, que las comidas grasosas causan obesidad y graves daños al sistema circulatorio y que las drogas son malas; es por tanto una cuestión de responsabilidad personal e individual decidir la cantidad de alcohol, verduras, comidas grasosas o drogas que cada quien desea consumir. Desde esta perspectiva, prohibir el consumo de drogas es tan arbitrario como prohibir el consumo de chocolates.
Pero más allá de la posición principista, existen razones prácticas para defender la despenalización de las drogas. Primeramente, la guerra contra las drogas es inefectiva: cualquiera puede conseguir cualquier droga, en cualquier parte del mundo. Es además demasiado costosa, tanto en lo económico, como en pérdidas humanas. Miles de personas mueren cada año, víctimas de la violencia generada, no por las drogas, sino por su penalización. Criminalizar las drogas hace que solo los criminales se dediquen a su comercio, con el tráfico de armas, la corrupción y la lucha por mantener los monopolios que dicho tráfico conlleva. Un ejemplo relevante nos lo da el caso de la prohibición de alcohol en Estados Unidos durante la década de 1920. La prohibición dio origen al crimen organizado, la violencia, la corrupción de las autoridades públicas y creó a Al Capone, uno de los mafiosos más reconocidos de todos los tiempos. Al final la prohibición fue un fracaso y tuvo que ser abolida… y con la abolición se acabó la violencia que esta actividad previamente ilegal generaba. Si mañana vuelven a prohibir el alcohol, podemos estar seguros que se crearan los carteles y las mafias dispuestas a comercializarlo a costa de violencia y muerte (con los chocolates sería peor aún).
Si las drogas no fueran ilegales, Ciudad Juárez en Méjico no sería uno de los lugares más peligrosos del mundo, no hubiera surgido Pablo Escobar sembrando violencia en Colombia, las FARC probablemente ya estuvieran derrotadas y Evo Morales no hubiera logrado secuestrar a un país entero mediante bloqueos y marchas.
Si las drogas fueran legales, se podría fiscalizar la calidad de las mismas, disminuyendo los efectos nocivos sobre los consumidores y las enormes sumas de dinero que hoy se utilizan para la erradicación se podrían usar para campañas de prevención y educación.
La guerra contra las drogas nunca se va a ganar: mientras haya gente dispuesta a consumirla, habrá gente dispuesta a producirla y comercializarla. Por razones de principio y prácticas, los líderes mundiales deberían moverse en la dirección de California.
Santa Cruz de la Sierra, 26/03/10
lunes, 29 de marzo de 2010
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