jueves, 30 de abril de 2020

Mantengámonos sanos en la cuarentena

Javier Paz García
Tendremos 10 a 30 días más de cuarentena. El propósito de la misma es evitar el contagio, pero en algún momento tendremos que salir y aunque seguiremos con medidas de distanciamiento social, sin duda estaremos más expuestos.
Una triste realidad es que muchas personas están estresadas. El estrés puede tener diversas causas: el cambio radical de la rutina, el enclaustramiento, por no tener trabajo, por tener un negocio cerrado, no tener dinero para pagar la planilla, por no saber cuándo acabará el encierro, por ver noticias todo el día, por lidiar con los hijos, por tener una relación difícil con la pareja, por estar solo. En fin, a nadie le faltan razones para sentirse preocupado, tener miedo y sufrir de estrés.
Muchas de las personas que están viviendo una situación de estrés crónico van a terminar la cuarentena con sus sistemas inmunológicos por los suelos, lo cual los va a exponer, no solo a un mayor riesgo de muerte ante el Covid-19, sino también ante cualquier enfermedad. Muchos a quienes una gripe, en condiciones normales, les pasaría casi desapercibida, si han sufrido un estrés crónico estas semanas, los va a tirar a la cama. Por eso, lo segundo más importante que podemos hacer, después de las medidas de distanciamiento social, higiene y bioseguridad es mantenernos sanos, de cuerpo y mente. Tener nuestro sistema inmunológico en buenas condiciones es y debe ser una parte fundamental de nuestra estrategia personal para luchar contra el virus. Esto es algo que no podemos delegarle al gobierno, ni a nuestros empleadores: depende de cada uno de nosotros.
En ese sentido sugiero 3 cosas: ejercicios, dieta saludable, distraer nuestra mente. Es cierto que el enclaustramiento pone límites a los ejercicios que podemos hacer, pero incluso en espacios reducidos se pueden buscar rutinas. Hay cientos de recursos en el internet gratis o pagadas para buscar rutinas de ejercicios. Yo me bajé una app llamada ejercicios en casay a veces mis hijos me acompañan, lo cual lo hace divertido. Con respecto a nuestra dieta, no dejemos de lado las frutas y verduras que nos dan las vitaminas para fortalecer nuestro sistema inmunológico, cuidemos de no abusar de los snacks y controlemos nuestro peso. El estrés en la sociedad moderna es principalmente una consecuencia de las preocupaciones de la mente. No puedo ponerme en los zapatos de alguien que no tiene qué comer y no sé cómo manejaría una situación así. Creo que la mayoría de las personas no estamos pasando por situaciones de esa magnitud; tenemos que buscar distraer la mente de las preocupaciones. Para mí, escribir es una de esas terapias, junto con leer, pero cada quien debe procurar ocupar su tiempo en actividades que lo distraigan, que pueden ser lúdicas, educativas, pintando la casa, o haciendo algún trabajo de carpintería, en fin, lo que sea que nos guste. Otro elemento es dedicar tiempo a nuestra espiritualidad y la meditación, algo que no es exclusivo de creyentes. No sabemos qué depara el futuro, no sabemos si en una semana nos vamos a morir de coronavirus o de un golpe en la cabeza. Esa incertidumbre no es motivo para hacer insufrible el presente. Cuidémonos. 
Santa Cruz de la Sierra, 30/04/20
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miércoles, 29 de abril de 2020

Contra el Estado expoliador

Javier Paz García
El propósito de un sistema republicano y democrático de gobierno es proteger a los habitantes de los abusos de los gobernantes. En una monarquía absoluta, el soberano es el rey y como tal puede hacer lo que sea, matar a quien sea, encarcelar a quien sea y quitarle la propiedad a quien sea. Incluso en las monarquías absolutas hubo intentos de limitar el poder del rey, un ejemplo de ello es la Carta Magna (Magna Carta Libertatum) que en 1215 los barones ingleses lograron imponer al rey de Inglaterra. Este documento protegía contra detenciones arbitrarias, ponía límites a ciertos impuestos y garantizaba ciertos derechos. La Carta Magna es un precursor de las modernas constituciones, cuya principal razón de ser son establecer cómo se organiza el Estado, imponer límites al poder de los gobernantes y garantizar ciertos derechos de los ciudadanos.
Si el gobierno puede hacer lo que sea, si el legislativo puede dictar cualquier ley, entonces no necesitamos una Constitución. Si la Constitución lo permite todo y da poderes ilimitados a los gobernantes, entonces no necesitamos una. Si nuestra Constitución no defiende a los ciudadanos contra el abuso de poder, contra las detenciones arbitrarias, contra el robo y el expolio, entonces nuestra Constitución no sirve para nada. 
La Cámara de Diputados ayer ha aprobado una ley que condona los alquileres. Preguntémonos ¿quién condona los alquileres? ¿El Estado? Pero si el Estado no es dueño del bien que genera el alquiler, ¿cómo puede condonar algo que no le pertenece? ¿Acaso disponer de algo que no le pertenece no es un robo? Precisamente, de aprobarse dicha ley, el Estado estará cometiendo un robo, un expolio, no muy diferente a que si un ladrón le apunte con una pistola en la calle y le robe su dinero y en realidad peor, porque el ladrón no tiene otra obligación con su víctima más allá de no robarle o causarle daño (obligación que evidentemente viola al robar), pero el legislador es elegido precisamente para defender a los ciudadanos y mediante su investidura está realizando un acto que va en contra de lo que precisamente tenía que proteger: está expoliando la propiedad ajena. 
Y si el gobierno puede hacer esto, entonces ¿hay algo que no pueda hacer? ¿Existen límites a las leyes que puede aprobar el parlamento? Muchos aplauden que el Estado se convierta en un Robin Hood que quita a algunos para darlo a otros. Hay varios problemas con esto, primero, uno de principios: el robo es robo, independientemente del fin, robar a unos para ayudar a otros, no borra el acto de robar. Segundo, que a quien se le priva de ese ingreso, se le está haciendo un daño. A los caricaturistas colectivistas les gusta pintar a un gordo despiadado con su habano entre los dedos recolectando rentas mientras disfruta del sufrimiento de los pobres. La realidad es otra y hay muchas personas que necesitan esos ingresos para vivir, por ejemplo, personas mayores que ya no pueden trabajar y que han invertido el fruto de toda una vida de trabajo para comprarse algunos departamentos que le generen una renta. Esta ley, traspasa el problema de unos para recargarlo sobre otros. E incluso a quien pueda vivir sin los alquileres, se le está haciendo una injusticia, porque seguramente tuvo que trabajar duro para comprar esos bienes: solo los políticos y los ladrones tienen algo sin trabajar. Tercero, la gente industriosa huye de donde prevalece el robo. Las inversiones y las personas talentosas escapan de los lugares donde parte del fruto de su trabajo es confiscado y a la larga, que pueden ser 5 o 10 años, queda más pobreza. Muchos se alegrarán de esta medida porque circunstancialmente los beneficia, como muchos venezolanos aplaudieron a Hugo Chávez en Venezuela y ahora están escarbando en la basura para buscar qué comer.
Santa Cruz de la Sierra, 29/04/20
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domingo, 26 de abril de 2020

Bolivia en el Índice de Libertad Económica 2020

Javier Paz García
La fundación Heritage cada año publica el Índice de Libertad Económica (https://www.heritage.org/index/). La libertad económica es el mejor predictor de la prosperidad a largo plazo, por lo tanto, los gobiernos que verdaderamente quieren mejorar el nivel de vida de sus habitantes, deben usar este tipo de informes como guía e indicador objetivo para mejorar. El índice categoriza a los países en 5 grupos: libres, mayormente libres, moderadamente libres, mayormente no libres y reprimidos. El informe 2020 no es alentador para nuestro país: Bolivia está clasificada como una nación represiva, en la posición 175 de un ranking de 180 países. Por debajo de nosotros están Congo, Eritrea, Cuba, Venezuela y Corea del Norte en último lugar. Esto no siempre fue así, a principios de siglo Bolivia estaba catalogada como mayormente libre y aunque su decadencia empezó a darse antes de la llegada de Evo (ya para el 2005 había caído al grupo de economías mayormente no libres), con el MAS el descenso fue sistemático y continuo. Desde el año 2001 Bolivia viene convirtiéndose en un lugar más difícil para trabajar y prosperar, con más regulaciones, con menos seguridad jurídica, con menos libertad para invertir. A pesar de todo, el país ha crecido, apuntalado principalmente por la bonanza de precios de las materias primas. Esta bonanza duró más o menos hasta el 2014 y desde entonces el país viene en una caída que al principio fue imperceptible para algunos pero que a finales del 2016 era innegable. La economía boliviana ya tenía nubarrones en el horizonte y el coronavirus va a exacerbar sus falencias estructurales. Hoy los precios de las materias primas siguen cayendo, el petróleo llegó a negativo y hay poco que haga atractivo a un inversionista extranjero traer capitales para crear trabajos al país. ¿Por qué invertir en Bolivia si se puede elegir Paraguay (o casi cualquier país en el mundo), donde hay mayor seguridad jurídica, menos trámites y menos impuestos que acá? Y para el inversionista local la decisión no es diferente. Los grandes, generalmente tienen opciones de invertir afuera (y lo están haciendo) y los más pequeños que no tienen opciones o la sofisticación financiera para sacar su dinero del país frenan sus intenciones de crecer, de contratar personal en gran parte por el miedo al Estado, por el costo de cumplir con la regulación, por la cantidad de trámites ante ministerios, por impuestos que hay que pagar aunque uno pierda dinero, por la falta de seguridad jurídica, la corrupción en los juzgados, la extorsión de las entidades de gobierno, etc. ¿Esto significa que no habrá inversiones en Bolivia? En lo absoluto. Seguirá habiendo inversiones, nuevas empresas y el país seguirá creciendo, pero a un ritmo menor a su potencial y seguirá siendo pobre y subdesarrollado.
Hoy no es buena idea ser empresario en Bolivia. Mientras no cambiemos esa realidad, estaremos relegados a ser un país con mucha pobreza, con mala salud, con mala educación. 
Santa Cruz de la Sierra, 26/04/20
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¿Qué factores explican la prosperidad y el desarrollo económico?

Javier Paz García
Explicar el desarrollo económico, la prosperidad y el bienestar de una nación en el corto plazo puede ser difícil ya que existen muchos factores circunstanciales. Por ejemplo, un gobierno puede elevar el crecimiento de un país recurriendo a préstamos externos, de la misma forma que una familia puede gastar más (y mejorar su nivel de vida) prestándose plata, pero esto es temporal e insostenible. El desarrollo de un país en un periodo determinado puede deberse a precios internacionales de sus productos de exportación. Un gobierno puede mejorar el sistema de salud público, nacionalizando la salud privada, pero esto es momentáneo y en un par de años termina con un peor sistema de salud en general, puede aumentar los salarios en el corto plazo con decretos a costa de generar desempleo en el largo plazo, o puede disminuir la desigualdad y la pobreza nacionalizando la industria, pero su efecto dura unos cuantos años y luego la pobreza empeora aún más. En resumen, la prosperidad de una nación puede deberse a situaciones o medidas que generan una mejora en el corto plazo a cambio de empeorar la situación posteriormente.
En cambio, los factores de desarrollo y prosperidad de un país en el largo plazo son relativamente más sencillos. Se pueden resumir en un solo elemento: ¿cuán libres son sus habitantes? El grado de libertad de los habitantes de una nación es el factor que mejor explica la prosperidad de dicha nación. Esto se debe a que la libertad incentiva la laboriosidad y la creatividad de las personas. Esto lo dijo Adam Smith en 1776, no solo como una construcción teórica sino en base a sus observaciones empíricas. La fundación Heritage viene realizando un trabajo extraordinario para dar un soporte estadístico a esta afirmación; desde 1995 elabora el Índice de Libertad Económica (https://www.heritage.org/index/) donde recopila información sobre diferentes aspectos de la libertad para casi todos los países del orbe. El índice muestra como, con muy raras excepciones, los países más prósperos son aquellos donde la gente tiene menos trabas para trabajar, para abrir una empresa, donde el gobierno confisca una menor proporción del trabajo de la gente, es decir tiene impuestos bajos, donde los derechos de propiedad están garantizados y no están sujetos a la arbitrariedad de gobernantes y jueces, donde el Estado respeta los acuerdos entre partes de empleadores y empleados, mantiene una política fiscal y monetaria responsable y baja corrupción. Las raras excepciones son en general países petroleros que pueden tener sistemas políticos represores y aún así tener ingresos per cápita relativamente altos. Otro excelente informe en la misma línea es el Doing Business (https://espanol.doingbusiness.org) que elabora el Banco Mundial. Este reporte se enfoca en la facilidad para hacer negocios también en casi todos los países del mundo y tiene varios indicadores en común con el índice de la Fundación Heritage.
La libertad económica no solo está correlacionada con incrementos en los ingresos per cápita, sino también en mejores niveles de educación, salud y mayor expectativa de vida.
Santa Cruz de la Sierra, 26/04/20
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domingo, 19 de abril de 2020

Cómo liderar en su empresa durante la cuarentena

Javier Paz García
A medida que pasan los días de enclaustramiento, más personas se preguntan qué será de sus empresas o qué medidas pueden tomar para sobrevivir. El propósito de esta nota es dar algunas recomendaciones generales.
Diagnóstico
Ya en la antigua Grecia el Oráculo de Delfos recomendaba conocerse a sí mismo. Esto es mucho más difícil de lo que podría parecer. Conocerse a sí mismo es una tarea sin fin y también se aplica a la empresa. El primer paso que los líderes de una empresa pueden hacer es evaluar la situación actual de la misma. ¿Tenemos un negocio viable? Debe ser la primera pregunta de nuestro diagnóstico. Tal vez la respuesta es más compleja que un simple sí o no, pero tener claro por qué tenemos un negocio viable nos puede dar luces para enfocarnos. Por otro lado, incluso si la respuesta es no, saberlo y tomar medidas para acorta la agonía, permite liberar recursos (capitales y personas) para que vayan a otros sectores que agregan valor. 
Probablemente en esta evaluación primen cuestiones financieras y de flujo de caja porque de ahí vendrán los golpes. Por ello es primordial ver la evolución de nuestras ventas, inventarios, cuentas por cobrar, cuentas por pagar, gastos administrativos, nuestras inversiones y nuestras deudas bancarias y entender el por qué detrás de cada número. 
Aunque la crisis haga resaltar los aspectos financieros y de flujo, el análisis puede ir más allá, entendiendo fortalezas y ventajas competitivas, áreas que pueden ser terciarizadas, evaluando el modelo de negocios, la cartera de clientes, la cultura, el personal, etc. No haga esto solo, involucre a se equipo, genere debate, busque opiniones externas. Cómo en medicina o mecánica, el diagnóstico inicial es la base para la toma de decisiones; un mal diagnóstico nos puede llevar a la receta equivocada. 
Escenarios
No sabemos cómo será el futuro y pretender predecirlo es de limitada utilidad. Una mejor alternativa es desarrollar escenarios. Una forma sencilla es por ejemplo plantear tres escenarios: 1) caída del 10% de las ventas, 2) caída del 30% de las ventas y 3) caída del 50% de las ventas y ver qué tipo de estructura necesita la empresa para sobrevivir a cada uno de estos escenarios. Por supuesto pueden modelarse situaciones dinámicas y multivariables, por ejemplo, una caída de las ventas 40% por los próximos dos meses con una recuperación de 5% mensual para adelante, además de un aumento de 20% de sus cuentas por cobrar. Y pueden hacerse cosas más sofisticadas como análisis Monte Carlo con curvas normales de distribución, aunque yo recomiendo que no se complique. Cada negocio es diferente y tendrá que desarrollar escenarios de acuerdo a sus circunstancias. Una fábrica de harina o una importadora de insumos médicos probablemente vea sus ventas incrementarse, mientras que para un restaurante modelar una caída del 10% de sus ventas tal vez sea demasiado optimista.
Plan de acción
Utilice los escenarios para elaborar posibles planes de acción. Los gringos tienen el lema Cash is King (el dinero es el rey), lo cual es aún más cierto en tiempos de crisis. Muchos negocios no van a la bancarrota por ser inviables, sino por falta de liquidez. Su plan de acción en el corto plazo debe estar enfocado en cuidar su dinero. Evalúe su estructura de capital y si tiene mucha deuda de corto plazo negocie con su banco para convertir una parte a deuda de largo plazo. Revalúe las compras futuras y en la medida de lo posible reduzca las compras, renegocie precios y plazos de pago. Priorice ventas al contado, desarrolle campañas de márketing para ello. Siga de cerca sus cuentas por cobrar, hable con sus deudores para entender su situación y ver planes de pago. Vea cuál es la estructura necesaria para sobrevivir en cada uno de los escenarios y los cambios que necesitará hacer. La metodología de Presupuesto Base Cero puede serle útil para evaluar y controlar sus gastos. Hay algunas cosas que necesitará cambiar sin importar cuál escenario se materializa, impleméntelas; otras dependerán de cómo va evolucionando la situación y pueden postergarse, especialmente si son costosas o difíciles. El futuro es incierto y dinámico y los escenarios y proyecciones se deben ir ajustando según tenemos nueva información
Aproveche la cuarentena
La cuarentena puede significar un enorme costo en términos comerciales y financieros para su empresa, pero esto no significa que deba ser un tiempo perdido. Hay muchas cosas que su equipo puede hacer en casa como elaborar o mejorar procedimientos y políticas de la empresa, evaluar líneas de negocios, buscar nuevos proveedores, buscar y ensayar software comerciales, desarrollar o revaluar la misión y visión de la empresa y muchas cosas que son relegadas por el día a día. Sea creativo, organice sesiones de brainstorming para generar ideas sobre qué pueden hacer ahora y cuando acabe la cuarentena para mejorar el negocio. Hay una infinidad de cursos, ensayos y videos en línea, gratis y pagados sobre todo lo que usted pueda imaginarse, marketing, ventas, finanzas, cadena de suministros, operaciones, Lean management, recursos humanos, liderazgo, administración de tiempo, comunicación, negociación, motivación, meditación, inteligencia emocional, cobranzas, economía, derecho, historia, etc. Ponga cualquiera de estas categorías en Google y tendrá horas de entretenimiento útil. Promueva cursos entre su equipo y evite desperdiciar su tiempo en el Whatsapp lamentándose de la cuarentena.  Invierta su tiempo en las cosas que puede cambiar o que puede mejorar en su entorno, ya sean profesionales o personales y minimice el tiempo que invierte en las cosas que no puede cambiar. 
Lidere y comunique
La influencia que el líder de una empresa tiene sobre el resto de los colaboradores difícilmente puede ser sobrevaluada en tiempos normales. En tiempos de incertidumbre, donde los niveles de estrés aumentan, nadie sabe lo que depara el futuro y todo mundo busca orientación, la importancia del líder es aún mayor. La actitud que el líder de una empresa tome en esta crisis será replicada a lo largo de la estructura. Muéstrese paranoico y generará paranoia en sus colaboradores. Actúe como quisiera que actúe el resto de su equipo. Muéstrese calmado, esto no significa ocultar información o pretender que no hay problemas, al contrario, la franqueza es vital y discutir los problemas abiertamente es el primer paso para encontrar las mejores soluciones. Sea proactivo, enfóquese en las cosas que se pueden hacer durante la cuarentena, por ejemplo, delegue a un equipo para que prepare el plan de bioseguridad una vez vuelvan a trabajar, otro para que analice la estrategia comercial en un entorno donde los pedidos online y el delivery van a incrementarse a costa de otros canales, etc. Cree equipos de trabajo para analizar problemas específicos, e involucre a cuantos pueda, la gente está ansiosa por trabajar y sentirse útil. Comunique buenas noticias, avances en la empresa, cómo se están preparando para afrontar el nuevo normal. Utilice herramientas como Whatsapp o Zoom. La gente está preocupada, ansiosa, estresada ante un futuro incierto. Manténgase en contacto con la gente y muestre empatía. Muchos emprendedores creen erróneamente que el propósito de su empresa es hacerles ganar dinero. En realidad, eso es una consecuencia de generar valor, resolver algún problema para alguien, de ayudar a otros. Las empresas prosperan en la medida en que ayudan a otros. Cuando termine la cuarentena, lo que sacará adelante a su empresa serán las personas: sus proveedores, sus empleados y sus clientes. Manténgase en contacto con ellos, esté atento a sus necesidades, vea cómo los puede ayudar.
Santa Cruz de la Sierra, 19/04/20
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miércoles, 15 de abril de 2020

Algunas medidas estructurales para la crisis

Javier Paz García
La pandemia del coronavirus, junto con la cuarentena aplicada están asfixiando a la economía. En las próximas semanas y meses miles de personas perderán sus empleos, perderán sus empresas y con ellas el ahorro y esfuerzo de toda su vida, aumentarán el hambre, la desnutrición infantil y podemos llegar a situaciones de vandalismo y conmoción social. Cito lo que me escribió una amiga: “Hoy solo puedo mirar desde el balcón de mi departamento cómo el sueño de emprender se escurre entre mis manos sin poder hacer nada. Estamos cerca de tener que pagar un segundo sueldo a los trabajadores del propio bolsillo porque hace dos meses no generamos nada. En mi caso por el resto del año no tengo más trabajo, solo miedo y una incertidumbre que me carcome”. 
El Estado hasta ahora ha optado por soluciones de corto plazo, principalmente enfocadas en sostener el flujo de dinero en las empresas y en las familias: préstamos para pago de salarios, diferimiento de pago de impuestos, bonos focalizados a los más pobres. El impacto de estas medidas habrá desaparecido por completo en dos meses y la crisis que se viene es más larga que eso. La recuperación depende de generar trabajos sostenibles que absorban a los desempleados. Para ello hay que facilitar el emprendimiento y la creación de empresas. No quiero usar el término “ayuda a las empresas” porque esto puede significar dádivas y privilegios que siempre son sectorizados y llegan a quienes tienen más influencia o acceso al poder. Los créditos blandos y subsidios no llegan a todos por igual y de hecho requieren que se quite a unos para dar a otros. Y con frecuencia estás medidas quitan recursos a los sectores sustentables para darlos a sectores o empresas ineficientes y que destruyen valor en la economía. Las medidas que sugiero a continuación no son ayudas del gobierno, sino una reducción de la carga que el gobierno le impone a las empresas. Para entenderlas, podemos visualizar a la empresa como una persona que corre todos los días y al Estado como una serie de sabandijas chupándole la sangre, quitándole fuerzas, quitándole la energía que le permitiría correr más rápido y llegar más lejos. Las medidas que propongo no están en la línea de regalarle alimento o ponerle suero a la persona, sino de quitarle el número de sabandijas que lleva prendidas. 
Carga impositiva
Hay que entender que el Estado no genera recursos, quienes generan recursos son las personas en el sector privado, esto incluye emprendedores, financiadores y trabajadores. Quien ejecuta una visión de crear un nuevo producto o servicio, genera valor. El cajero en un supermercado o el chofer que transporta alimentos del campo a la ciudad generan valor. El Estado lo que hace es apropiarse de parte de ese valor en forma similar a un ladrón que nos roba la billetera con el fruto de nuestro trabajo. Lo que hace el ladrón es ilegal, lo que hace el Estado es permitido por la ley, pero conceptualmente es una transferencia forzosa de valor. Si la solución pasa por generar empleo sustentable, entonces ayudemos a quienes generan empleo, reduciendo la carga laboral. Una propuesta concreta es eliminar el impuesto a las transacciones (IT), el impuesto a las transacciones financieras (ITF) y reducir el IVA y el IUE a 10%. 
Flexibilidad laboral
La flexibilidad laboral significa que el Estado respete la naturaleza del acuerdo laboral como un acuerdo entre partes: el empleador y el empleado. Como un matrimonio que solo se consuma cuando ambos están de acuerdo y se mantiene armonioso mientras ambos sigan de acuerdo en continuar, la relación laboral es un acuerdo entre partes. En un matrimonio, el momento en que una de las partes ya no quiere seguir, pero es obligada por la otra parte, la relación y la vida de ambos se hacen un infierno. Por otro lado, al momento de contratar, ambas partes llegan a un acuerdo que por su naturaleza voluntaria es mutuamente beneficioso. El Estado al imponer incrementos salariales al sector privado (tiene todo el derecho de definir incrementos para los empleados públicos), viola la naturaleza voluntaria del acuerdo laboral. Los incrementos salariales forzosos son violatorios del derecho civil y la seguridad jurídica. La consecuencia de estas medidas es que las empresas contratan menos personal del que estarían dispuestas a contratar y ofrecen menores salarios del que estarían dispuestas a pagar: las empresas pierden potencial productivo y pierden los trabajadores con menos empleos y menores salarios. Cuando discuto este punto a veces recibo el argumento de que si no existiera un salario mínimo o el gobierno no impusiera incrementos salariales, los trabajadores ganarían algo cercano a cero por toda su vida. Eso no es cierto. En el sector informal la gente no trabaja por cero, ni por cien pesos. En el sector formal la mayoría de la gente gana por encima del salario mínimo. Los sindicatos de trabajadores temen estas medidas porque creen que llevarán a desempleo masivo. En realidad facilitan que los recursos de una sociedad vayan a los sectores que generan más valor, que un emprendimiento que opera a pérdida pueda ser liquidado con menos costo y menos tiempo, liberando esos recursos humanos para que vayan a sectores productivos de forma más rápida y que igualmente el capital del negocio pueda redireccionarse a actividades que generan valor en vez de seguir desangrándose en un negocio que no funciona y que posterga una liquidación, bajo el falso argumento de una estabilidad laboral. Aunque parezca paradójico para algunos, facilitar que una empresa pueda despedir a sus empleados, incrementa el empleo en un país, porque incentiva a los emprendedores y negocios a contratar más personas, sabiendo que, si luego el negocio no funciona, podrán hacer los ajustes necesarios. Algunas medidas que el gobierno podría tomar son reintroducir el preaviso de despido de 3 meses y garantizar el respeto a los acuerdos salariales en el sector privado. El gobierno no debería tener la potestad para definir incrementos salariales en las empresas privadas.
Trámites y Burocracia
Otra forma en la que el Estado le chupa la sangre al pueblo es en la cantidad de trámites, en la cantidad de colas, en la cantidad de dinero y en la cantidad de tiempo que los ciudadanos y las empresas tienen que invertir para cumplir con toda la burocracia del Estado. Un ejemplo concreto es la inspección vehicular. Eliminar este trámite ahorraría miles de horas de productividad perdida en todo el país, más allá del costo pecuniario. El informe Doing Business 2020 del Banco Mundial, que mide, entre otras cosas, la facilidad para abrir una SRL ubica a Bolivia en el puesto 175 de 190 países. Se requieren 12 procedimientos, 39,5 días, y 37,3% del PIB per cápita para abrir un negocio en este país. Para referencia, en Nueva Zelandia abrir un negocio requiere un solo procedimiento que se puede hacer desde su casa con una conexión de internet, toma medio día y no tiene costo. Para algo más cercano a nosotros, en Chile se requieren 6 trámites, 4 días y 2,7% de su PIB per cápita para abrir un negocio. En Bolivia abrir un negocio pareciera un lujo destinado exclusivamente a los adinerados. Y así podemos seguir con una cantidad de trámites, ante el Ministerio de Trabajo, ante el Senasag, ante el municipio, etc. que nos roban nuestro tiempo, nos tumban nuestra productividad y mantienen a un ejército de funcionarios públicos haciendo funciones inútiles que son pagadas con los impuestos de los que trabajamos en actividades productivas.
Esto nos lleva a un segundo punto. Si el país va a sufrir una contracción tremenda, la gente va a pasar hambre y miles de empresas van a quebrar, el Estado no debería continuar como si nada ha pasado. Sus ingresos se van a reducir, por lo tanto, sus gastos también deben reducirse, de otra manera cualquier reducción de impuestos es insostenible y temporal. Debe deshacerse de las empresas públicas que sabemos que son ineficientes estructuras de clientelismo político; debe eliminar y reducir ministerios, viceministerios y agencias estatales y liberar a ese ejército de funcionarios públicos para que pasen al sector privado a mejorar la productividad del país. 
Seguridad jurídica
El gobierno del MAS decía algo por la línea de que en Bolivia había seguridad jurídica siempre y cuando los empresarios no se entrometan en política. Esa versión light de el Estado soy yo del rey Luis XIV de Francia es la antítesis de la seguridad jurídica. La seguridad jurídica está basada en lo sagrado que debe ser el respeto a la vida, la libertad y la propiedad de las personas. Está basada en el imperio de la ley, por encima de las personas. Está basada en leyes generales para todos y no en leyes sectoriales que benefician a unos a costa de otros. Está basada en que un trámite debe durar lo mismo para el rico, que para el pobre, para el que es amigo del ministro como para quien es su oponente político. Necesitamos más y mejores jueces, con sueldos sustancialmente superiores a los que ahora reciben, queremos jueces probos e idóneos, pues paguemos lo que cuestan. Necesitamos simplificar las leyes y eliminar aquellas que violan el respeto a la propiedad privada y sirven como mecanismos de extorsión como la Función Económica Social (FES). Hay que eliminar agencias que no agregan valor a la sociedad y que sirven de mecanismos de extorsión y recaudación tributaria como la Autoridad de Empresas o la Autoridad de Juegos, hay que eliminarlas sin reemplazarlas por nada. Se deben simplificar trámites para que nadie tenga que pagar una coima para sacar en 3 días un trámite que debe durar 3 días pero que sin la coima dura 100. Se deben simplificar procedimientos para que sean fáciles de cumplir y claros y las empresas no estén expuestas a la interpretación extorsiva de cada funcionario público, que entiende lo que le da la gana. Hay que cambiar la constitución para devolver el poder al ciudadano. El ciudadano no debería tenerle miedo al Estado, pero una constitución que le permite todo al Estado en nombre de proteger derechos es la mejor forma de violar los derechos de los ciudadanos. Las reformas de seguridad jurídica son tal vez las más arduas, pero son probablemente las más importantes, las que mayor impacto a largo plazo pueden tener en la prosperidad de la nación.
Santa Cruz de la Sierra, 15/04/20
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domingo, 12 de abril de 2020

¿La cuarentena es el mejor camino?

Javier Paz García
El coronavirus plantea una crisis sin precedente a nuestra generación. Al no tener precedente, hace más difícil discernir cuál es el mejor camino. Muchos países, entre ellos Bolivia, han optado por una cuarentena casi total, forzando el cierre del comercio, poniendo a la población bajo un estado de sitio donde salir a caminar se convierte en un delito y dejando a la economía en un estado de coma. Tal vez sea la única forma de superar la crisis, la mayoría de la gente parece estar de acuerdo y el eslogan “quédate en casa” es la frase del momento. Yo no tengo la respuesta a esta crisis y mi opinión al ser bastante minoritaria en los grupos de Whatsapp donde he discutido el problema, me hace sospechar que hay una alta probabilidad de que esté equivocado. Aun así, considero importante no caer en la mentalidad de rebaño que nos invade en tiempos de crisis e incertidumbre, es importante plantear cuestionamientos y explorar alternativas, preguntarse el por qué de las cosas y no aceptar que algo es bueno, simplemente porque la ley, la autoridad o la mayoría lo dicen. Hacer un ejercicio cartesiano y cuestionar los supuestos es vital para encontrar soluciones, más aún en tiempos de crisis e incertidumbre. Siempre existirán los inquisidores, aquellos guardianes de la ortodoxia que, incluso no saben por qué hacen algo, pero lo hacen y atacan a quienes discrepan, recurren al insulto, al miedo, a la amenaza y logran generar un estado de miedo que hace que las dudas se acallen y la gente acate. Los bolivianos vivimos 14 años en ese estado y no me imaginaba estar tan pronto de vuelta. Los que nos cuestionamos las cosas (el ex vicepresidente de Bolivia García Linera, los llamó librepensantes y les advirtió que en su partido no había cabida para ellos) corremos el riesgo de ser parias cuando nadamos contra la corriente o podemos callar como le sucedió a Galileo. Yo he retrasado la idea de publicar mi opinión, esperando entender mejor el problema y tal vez encontrar información que modifique mi punto de vista. Hoy, todavía con muchas dudas, me animo a plantear que la cuarentena y el “quédate en casa” a la fuerza pueden no ser el mejor camino. 
Cuestiones operativas
Primeramente voy a cuestionar decisiones operativas que no van al fondo de la cuarentena. He preguntado cuál es el propósito de limitar los horarios de los mercados y supermercados a 4 horas solo 5 días a la semana y no he recibido una respuesta satisfactoria de nadie. La cantidad de personas que tienen que abastecerse no disminuye porque se reduzcan los horarios de atención, entonces, si 4.000 tienen que ir a un supermercado, y para simplificar el ejemplo, se dividen por igual, entonces habrá 1.000 en la sala cada hora. Si ese supermercado atiende 12 horas, habrá 334 personas por hora. Si lo que queremos es distanciamiento social, entonces deberíamos ampliar los horarios de atención en vez de reducirlos. A mi entender, la medida del gobierno de limitar los horarios de atención, genera colas, mayores aglomeraciones y nos expone a mayor riesgo de contagio. Le agradeceré a quien me dé una explicación coherente del motivo de adoptarla. 
Por lo que entiendo, el virus es pesado y no flota en el aire y por tanto, el riesgo de contagio por salir a caminar es prácticamente nulo. Sin embargo el gobierno insiste en que no se puede salir de la casa, ni siquiera a espiar por la ventana, privando a la gente de la opción de salir a caminar, trotar, andar en bici, actividades que no violan la premisa del distanciamiento social y que por cierto, le van a mejorar su sistema inmunológico y darle mejores chances de sobrevivir a un contagio. Por otro lado, el gobierno no permite la circulación de vehículos para ir a un mercado o supermercado, entonces quienes tienen que hacer compras, deben ir a pie (ahora sí se permite caminar), lo que les limita la cantidad de compras que pueden hacer y los obliga a ir con mayor frecuencia, de nuevo aumentando la aglomeración y el riesgo de contagio. Me parece que si lo que se quiere es el distanciamiento social, con evitar vehículos atiborrados de gente o exigir el uso de barbijos sería suficiente. 
¿Cuál es el propósito de la cuarentena?
Inicialmente el gobierno dictó la cuarentena hasta fin de marzo, luego hasta el 15 de abril y ahora se habla de que se extenderá hasta principios de mayo. Estas prórrogas me hacen preguntarme si el gobierno sabe lo que está haciendo y tiene una estrategia viable. Primeramente debemos entender el objetivo de la cuarentena. Yo planteo 3 posibles objetivos: 1) eliminar el virus 2) aplanar la curva de contagio y 3) darnos tiempo para prepararnos. ¿Cuál de estos objetivos persigue el gobierno? No lo sé, y no sé si ellos lo saben. Por ello voy a analizar las 3 opciones y más que proclamar respuestas voy a plantear dudas y preocupaciones. El objetivo de eliminar el virus es mutuamente excluyente con el resto. Mientras que los objetivos 2 y 3 pueden ser complementarios. Entonces analicemos el objetivo 1 por separado y luego el 2 y 3 conjuntamente. 
Eliminar el virus
Si el objetivo es eliminar el virus por completo, quiere decir que la cuarentena deberá durar hasta que no haya más contagiados en toda Bolivia por al menos 14 días. Luego, si el 1 de mayo aparece un nuevo infectado, la cuarentena tendrá que seguir hasta el 15 de mayo y así podríamos seguir todo el año. Y si se acaba la cuarentena y en 3 meses llega un compatriota de un país vecino con el virus y contagia a otros 3, ¿vamos a entrar en cuarentena nuevamente? El coronarivus se ha diseminado por todo el mundo y me parece improbable la opción de eliminarlo, por lo menos en el corto plazo.
Aplanar la curva y ganar tiempo
La opción que discuten los países en desarrollo es la de aplanar la curva con el objetivo de esparcir los contagios en el tiempo y de esa manera no sobrepasar la capacidad hospitalaria, en especial la de respiradores que son vitales para salvar vidas en los casos más graves. Nótese que aquí no se habla de eliminar el virus, sino más bien de distribuir la cantidad de contagiados en un mayor periodo de tiempo. Muy bien, entonces hagamos números para ver qué significa esto en términos prácticos para Bolivia. Lo primero que tenemos que tener es datos sobre la capacidad hospitalaria en el país y en especial el número de respiradores disponibles. No he podido encontrar este dato, pero leí que no llegábamos a cien y otra noticia indicaba que se estaban importando quinientos. Entonces supongamos que disponemos de mil respiradores. Sabemos que alrededor de 5% de los contagiados tendrán complicaciones graves y que podrían necesitar de un respirador. Sabemos que la persona puede necesitar del respirador hasta por 4 semanas, pero supongamos que el promedio de uso es de 15 días. Bajo estos supuestos, Si en Bolivia con una población de 11 millones de habitantes se contagia solo el 30% de la población, es decir 3,3 millones de habitantes, de los cuales 165.000 llegan a necesitar respiradores (5%), entonces necesitamos aplanar la curva por 83 meses (casi 7 años) para que los mil respiradores de este ejercicio abastezcan para todos. Si asumimos un contagio de solo 10% de la población, que es un número en línea con la cantidad de gente que agarra una gripe cada año, entonces debemos pasar 28 meses en cuarentena para aplanar la curva lo suficiente para no sobrecargar al sistema de salud: quédate en casa… ¿28 meses? Y si llegamos a cinco mil respiradores con 10% de contagio necesitaríamos 6 meses de cuarentena. Pero una de las características del virus es su facilidad de contagio, por lo que 10% es demasiado optimista, como es optimista pensar que vamos a tener cinco mil respiradores disponibles inmediatamente. ¿Entonces es factible aplanar la curva? Tal vez para ganar tiempo. Por lo que he leído, una vacuna puede tomar meses en desarrollarse, más el tiempo que tome producirse a escala, por lo que no será una solución de corto plazo. Otra opción que se baraja es la hidroxicloriquina, un activo que se extrae del árbol de la quina (la quina existe en Bolivia y es uno de los ingredientes del bitter de mi abuela). Esperemos que sea la solución. Pero si no lo es, ¿vamos a estar meses de meses en cuarentena mientras se desangra la economía? Anoche bromeaba con mi madre, que si ella quería ser estricta sobre cuidarse, no podría ver a sus nietos por los próximos dos años. Demás está decir que no le agradó el chiste.
¿La vida o la economía?
Esto me lleva al siguiente punto: la economía. Muchos han planteado el dilema entre la vida y la economía. Si habláramos de un encierro de unos pocos días este sería un verdadero dilema: dañamos la economía para salvar vidas. Si hablamos de un encierro de semanas o meses, como se empieza a pintar el asunto, se convierte en un falso dilema porque la economía es vida. Cuidar la economía es cuidar el sustento para las familias, significa mejor nutrición y salud, que se traduce en más años de vida para la gente, significa un sistema inmunológico más robusto y preparado para afrontar enfermedades. 
Incluso en un país tan rico como Estados Unidos, un 25% de las familias viven de sueldo en sueldo, según la consultora Mckinsey. El economista Martin Rapp en una presentación indicaba que el 23% de las familias vive de su ingreso diario y un 15,7% tiene un ingreso semanal. Plantear a estos sectores que paren 2 meses es criminal. Esta cuarentena llevará a miles de personas (tal vez cientos de miles) a la pobreza y el hambre y debe quedar claro que costará vidas. En las próximas semanas miles de personas desarrollarán presión alta por el estrés de perder sus trabajos o sus negocios, por el estrés de tener que pagar sueldos con plata que no tienen y verse acosados por un Estado implacable contra las empresas en materia laboral, algunos de ellos tendrán ataques cardiacos en los próximos meses y morirán; los casos de diabetes aumentarán, miles de personas se quedarán sin los ahorros necesarios para comprar medicinas vitales y sus días de vida se acortarán. Cabalmente ahora estoy leyendo Por qué las zebras no tienen úlceras del biólogo Robert Saposky de la universidad de Stanford, un interesante libro sobre los mecanismos fisiológicos y psicológicos que generan estrés y sus consecuencias. El libro muestra con datos y experimentos científicos algunas cosas que ya todos sabemos, como que el estrés baja las defensas y por supuesto con defensas más bajas somos más propensos a morir de infecciones que de otro modo solo nos harían pasar un mal rato. Pero algunas cosas que son menos obvias es que una mujer estresada durante el embarazo hace que su hijo sea más propenso a desarrollar hipertensión y reducir su expectativa de vida, es decir, en 50 años mas alguien podría morir de un infarto del miocardio cuya génesis comenzó durante esta cuarentena. Hoy los niveles de glucocorticoides, las hormonas del estrés, deben estar elevándose en la población, reduciendo los sistemas inmunológicos y quitando años de vida a la población. Si la cuarentena no elimina el virus en las próximas semanas y eventualmente tenemos que volver a retomar la actividad con el virus presente, lo que habremos logrado es retrasar el contagio al costo de empobrecernos, aumentar nuestros estrés, reducir nuestros sistemas inmunológicos para estar en peores condiciones cuando nos expongamos a un posible contagio.
El estrés y el confinamiento también pueden conducir a mayor violencia familiar especialmente contra mujeres y niños. Muchas familias saldrán de esta cuarentena con historias inspiradoras sobre cómo descubrieron el sentido de la vida, la irrelevancia de los bienes materiales y el reencuentro del amor filial; otras no serán tan afortunadas y no tendrán nada bueno que recordar de este periodo. Muchos niños, cuya mayor bendición es tener a un padre abusivo ocupado trabajando lejos de casa, lo tendrán 24 horas listo para descargar en ellos su frustración. 
El deterioro de la economía significa desempleo, hambre, mayor violencia familiar, mayor criminalidad, mayor estrés, menor calidad de vida, menor expectativa de vida, mayor cantidad de fatalidades por enfermedades prevenibles… la economía es vida. 
Peligros para la libertad
Además de un escenario social desolador donde la paralización de la economía empobrece a todos, tenemos un escenario político no menos inspirador. La pandemia ha servido para suspender libertades civiles y políticas y permitir al Estado tomar atribuciones propias de dictaduras y gobiernos militares. Hoy caminar o decir algo que al gobierno no le gusta puede ser un delito penal. Hoy aplaudimos la militarización y pedimos al Estado que trate a los ciudadanos como potenciales criminales. Pedimos que el Estado asuma poderes en la economía que nos acercan a Cuba o Venezuela y que la experiencia indica categóricamente que generan pobreza en el largo plazo. Es ilusorio pensar que el Estado renunciará voluntariamente a esos poderes que la pandemia le ha permitido adquirir y vamos a salir de esta crisis con un Estado más grande, más endeudado, más controlador de los ciudadanos y un entorno empresarial difícil con más impuestos para sustentar al Leviatán. Podemos discutir sobre la pertinencia de las acciones tomadas hasta ahora, bonos, prohibición de corte de servicios, postergación de pagos al sistema bancario, pero no se puede discutir que con esas medidas el Estado dispone de plata ajena, al estilo de Evo Morales, y deja un precedente peligroso para la seguridad jurídica. Y si el Estado puede hacer todo esto, ¿hay algo que no pueda hacer? ¿A cuántas libertades estamos dispuestos a renunciar? ¿Saldremos de esto con un Estado republicano del pueblo, por el pueblo y para el pueblo o con un gran hermano orwelliano al estilo de China o Cuba?
En 2 pares de zapatos
No hay soluciones fáciles a los retos que esta pandemia plantea, no importa que medidas se tomen, habrá consecuencias negativas. Una cosa es meditar sobre las consecuencias negativas de la cuarentena y criticar su uso, como yo lo hago y otra es ser responsable de tomar decisiones y recibir el repudio público y el cargo de conciencia por decisiones que no se tomaron y vidas que se perdieron, como tienen que hacer los gobernantes de turno. Quien muera de hambre o de ataque cardiaco no será noticia, pero cada muerto por coronavirus tendrá horas de televisión alimentando los miedos. Incluso asumiendo de los políticos las mejores intenciones y la voluntad de tomar las decisiones que creen correctas independientemente de su popularidad, esta situación es inaudita y nadie sabe con certeza qué hacer. Luego, ante la incertidumbre es normal que se tomen medidas que tal vez en retrospectiva consideremos exageradas. Debemos entender que quienes toman las decisiones, no tienen información perfecta y tienen una inmensa presión popular a mostrarse proactivos. Sus futuros políticos pueden depender de ello. 
Ahora pongámonos en los zapatos de quien vive día a día, quien no tiene ahorros para vivir 7 días sin trabajar, mucho menos 2 meses como pretenden las autoridades. Crisis existenciales como estas exacerban nuestro instinto de supervivencia y de grupo. Pero en Bolivia no hay un solo grupo (en ningún país lo hay) y los grupos sociales que pueden aguantarse un mes sin trabajar, juzgan a aquellos que no pueden hacerlo, los llaman irresponsables, animales del monte, les desean la muerte porque se lo merecen, porque si salen a la calle, ojalá se contagien. Juzgan desde la comodidad de una casa con aire acondicionado, una heladera llena, un salario que se deposita a fin de mes y una cuenta bancaria, que les dura un par de meses. ¿Y la madre soltera con dos niños que alimentar y que vende pastillas qué hace? ¿Se queda en su casa a ver a sus hijos perder peso? Ante esa disyuntiva probablemente yo preferiría exponerme al coronavirus y al acoso policial. Esa es la disyuntiva de miles de familias hoy y cada día que pasa, su situación se hace más insostenible. Los bonos y las donaciones ayudan algo, pero es imposible que lleguen a todos y por el tiempo necesario. Quienes plantean cuarentenas y quienes firman los decretos no tienen esta disyuntiva. Algunos tienen no una, sino dos o más heladeras en sus casas, algunos tienen más de dos casas y desde su perspectiva, el sacrificio de todo el país se justifica para que ellos, sus familiares y sus círculos de amistad no se contagien. Me pregunto ¿será que si le diéramos a quienes viven el día a día la responsabilidad de imponer una cuarentena, lo harían? En parte tenemos la respuesta con sus acciones. En los barrios más pobres la gente sale y a diferencia de lo que creen algunos en las clases más acomodadas, no creo que lo hagan porque son irresponsables, son animalitos o son incapaces de raciocinio; creo que lo hacen porque no tienen otra opción, porque o trabajan o se mueren de hambre, porque la economía es vida, no en una forma abstracta y poética, sino en una forma muy real y concreta. 
¿Alternativas?
Reitero que aquí no hay decisiones fáciles y no importa qué hagamos, algunas personas van a morir de coronavirus y otras van a morir de otras enfermedades exacerbadas por la cuarentena. No importa qué medidas se tomen, algunas personas van a perder sus empleos y algunas empresas van a quebrar. Esto es lamentable e inevitable y no hay nada que el más preclaro de los políticos pueda hacer para evitar el 100% de las consecuencias de la pandemia, tanto en la salud como en lo económico y social. Con o sin cuarentena, sectores como el turismo y la gastronomía tendrán sacudones sin precedente. Entonces, al igual que no veo factible acabar con el coronavirus por completo, tampoco debemos pensar en medidas que solucionen todos los problemas, sino en medidas que minimicen el impacto, tanto en la mortalidad del virus, como en la economía. Sabemos que la tasa de mortalidad del virus no es aleatoria. Los grupos de mayor riesgo son personas mayores de 70 años y las personas con enfermedades de base. ¿No deberíamos cuidar a esos grupos y permitir que el resto de la gente vuelva a trabajar? En estos grupos, la tasa de casos graves es mucho menor, por lo que el sistema de salud puede soportar un mayor número de casos de contagio. Este regreso al trabajo no significa un regreso a la normalidad ya que tendríamos que seguir con políticas de distanciamiento social, aplicando protocolos en empresas, lugares públicos, transporte público para reducir la tasa de contagio. El Estado tendría que invertir en un mejor sistema de salud y preparación para atender a los contagiados. Hay que establecer protocolos para identificar a los contagiados y aislarlos. Es acertado tener centros de confinamiento para los contagiados no graves, para que no contagien a otros, algo que entiendo que ya se está haciendo. Es decir, tomar medidas focalizadas a los grupos de riesgo y a los contagiados, en la educación y prevención, en la conciencia ciudadana y en los gobiernos locales que se encuentran más cerca de la ciudadanía. Creo que eventualmente ese será el camino y tendremos que retomar nuestras vidas y nuestras actividades volviendo a una nueva normalidad, porque tenemos que tener claro que, por lo menos en el corto plazo, no vamos a volver a lo que teníamos antes. Por un tiempo, que podría ser largo vamos a vivir un estado excepcional, con comportamientos de distanciamiento social, ajenos a nuestra naturaleza gregaria de seres humanos. Pero no tengo dudas que tarde o temprano, ya sea porque el virus contagió a todos los que tenía que contagiar o porque se encontró una cura, volveremos a la normalidad y volveremos a tener el privilegio de abrazar y besar a nuestros padres, de tomar una cerveza junto a nuestros amigos y reírnos en vivo y en directo. 
Santa Cruz de la Sierra, 12/04/20
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