Javier
Paz García
Hace
unos días escuché en la radio el testimonio de un residente de la Florida quien
declaraba que luego del paso del huracán Irma no había wifi, no había baños, ni
comida. Me pareció curioso que en una situación de desastre, lo primero que
puso en la lista de faltantes fue el internet inalámbrico, por encima de la
necesidad de defecar y alimentarse.
Considero
que el internet y las redes sociales, son el vicio contemporáneo. El Whatsapp
es una herramienta fabulosa para estar conectado con parientes, amigos,
clientes y colegas de trabajo, pero es una tentación constante a mirar el
celular cada minuto, a leer cada mensaje, a responder incesantemente y a toda
hora. Por ello es una fuente potencial de pérdida de tiempo, productividad e
interacción social. ¿Cuántas veces chateamos nimiedades en vez de jugar con
nuestros hijos en vivo y en directo? ¿Cuántas veces miramos el celular en el
trabajo para leer cosas que no son ni urgentes ni importantes? ¿A cuentas
reuniones sociales uno asiste, donde un grupo de amigos se sientan alrededor de
una mesa, y todos terminan mirando sus propios teléfonos? Los celulares permean
los almuerzos familiares, los momentos de intimidad, los ratos de juego con los
hijos, las horas de trabajo, las reuniones sociales, restando calidad a esos
momentos.
Los
avances en las comunicaciones son fenomenales y nos permiten ahorrar mucho
tiempo, pero si no tenemos autocontrol también nos llevan a desperdiciarlo.
Tener autocontrol no es tarea fácil para los adultos, y es casi imposible para
los niños. Lamentablemente los padres a menudo preferimos tener a un niño
clavado en una pantalla, a tenerlo dañineando y molestándonos y tenemos niños que
pasan horas de horas en la inactividad física y una estimulación sensorial que,
según los psicólogos, no es beneficiosa para sus cerebros.
Los
celulares y las redes sociales han conquistado el mundo, como ninguna droga lo
ha hecho. Todos, grandes y pequeños, hombre y mujeres, estamos felizmente
enviciados y dependientes de estos aparatos que son más importantes que la
propia familia.
Santa Cruz de la Sierra, 17/09/17
http://javierpaz01.blogspot.com/
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