Javier
Paz García
Hace
unos días Zvonko Matkovic Ribera redactó una desgarradora carta de dirigida al
Ministro de Justicia. En la epístola, Zvonko narra las injusticias que sufren
quienes caen en manos de la Justicia y la red de corrupción, prevaricación y
abusos que permea todo el sistema judicial y deja un testimonio de las
aberraciones y abusos de los que él y su familia han sido víctimas. En realidad
no cuenta nada nuevo, nada que no sepamos todos. Uno puede preguntar a cualquier
persona en la calle y casi inequívocamente tendrá una experiencia negativa en
su trato con la justicia ya sea propia o de algún pariente o amigo, sobre un
policía de tránsito, una demanda civil, el ser extorsionados por su propio
abogado y ¡Dios no lo permita!, un proceso penal. En una ocasión, conversando
entre amigos las experiencias en los juzgados uno de ellos advirtió: “estamos
hablando de derecho civil, porque si hablamos del área penal, donde está en
juego la libertad de la persona, los fiscales y jueces saben que la gente hace
lo posible por no ir a la cárcel, y por lo tanto las coimas y el nivel de
extorsión es mucho mayor”.
Afortunadamente
las cosas van a mejorar muy pronto porque tendremos nuevos magistrados que han
sido sometidos a preguntas de un nivel de dificultad similar al de los
siguientes ejemplos: ¿de qué color es la capa de caperucita roja? a) Roja b)
Negra c) Blanca o ¿Si usted tiene mucha sed debe? a) Beber líquidos b) Trotar
40 kilómetros c) Tragar arena. Si nuestros futuros jueces pueden responder ese
tipo de preguntas, podemos tener certeza que las complejidades de un juicio
donde está en juego la libertad y la honorabilidad de una persona serán cosas
sencillas. Y debemos sentirnos agradecidos que nuestros actuales líderes (que
al elaborar semejante nivel de preguntas revelan un nivel intelectual ajeno a
cualquier escala) prefieran dedicar sus valiosos días a engrandecer nuestro
país, en vez de enriquecerse elaborando sudokus y crucigramas en las más
prestigiosas revistas internacionales.
Dejando
la sorna atrás, uno no puede dejar de sentir un triste pesimismo sobre la
situación de nuestra injusticia y sobre la cantidad de gente que todos los
días, sin exceptuar siquiera domingos y feriados, cae en la vorágine del
sistema de justicia boliviano, porque no puede pagar el precio de la justicia.
Santa Cruz de la Sierra, 09/07/17
http://javierpaz01.blogspot.com/
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