Javier
Paz García
La
ola populista en Latinoamérica, con su cuota de despilfarro, corrupción, abusos
de poder y destrucción de las instituciones republicanas es un buen ejemplo de
las limitaciones y los riesgos de la democracia. En todos estos países los
gobernantes populistas accedieron al poder de forma lícita y democrática y en
todos los casos debilitaron la democracia y cometieron abusos una vez en el
poder.
El
caso más dramático es Venezuela, donde gobierna una dictadura aunque siga
teniendo apoyo de buen parte de su población. Y es que es un error considerar a
una dictadura como el gobierno de la minoría, como también es un error
considerar legítimo a un gobierno o a una ley, simplemente por tener el apoyo
de la mayoría. El primer examen de un gobierno o de una ley para evaluar su
legitimidad es que no atente contra la vida, la libertad y la propiedad de las
personas. Si no pasa este examen, ninguna mayoría puede darle legitimidad y la
democracia se convierte en el abuso de los muchos contra los pocos.
Lamentablemente
la gente reduce la democracia a la opinión de la mayoría, como si la mayoría no
fuera susceptible de cometer atropellos contra ciertas minorías. Por eso la
democracia debe ir acompañada de límites al poder de los gobernantes y
separación de poderes, es decir de republicanismo. La democracia sin sólidas
instituciones republicanas puede ser tan despótica como una dictadura;
verbigracia Venezuela.
La
forma más fácil de mantener el apoyo de las mayorías es crear programas de
beneficencia estatal; vivienda, bonos, subsidios. Estos nunca solucionan la
pobreza y más bien tienden a perpetuarla (si funcionaran no debería haber
pobres en Venezuela, Brasil o Bolivia luego de una década de despilfarros) pero
se financian usurpando la propiedad de los mismos ciudadanos, lo cual socaba
las bases del desarrollo sostenible. Entonces tenemos una mayoría más o menos
parásita o camino a ello mantenida con los recursos que el Estado roba a una
minoría productiva. Esta es la trampa de la democracia. Ahí tenemos a Brasil
con Lula, un corrupto contumaz, liderando las encuestas presidenciales. Esta
trampa no podría pasar en un gobierno donde se respete la propiedad privada, es
decir, donde sea prohibido robar. El hecho que al gobierno se le permita
robarle a los ciudadanos, es decir, que pueda robar legalmente, es la causa de
que existan dictaduras democráticas que pueden mantenerse por largo tiempo con
amplio apoyo popular.
Santa Cruz de la Sierra, 14/05/17
http://javierpaz01.blogspot.com/
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