Javier
Paz García
Jorge
Luis Borges escribió que “Las ilusiones del patriotismo no tienen término. En
el primer siglo de nuestra era, Plutarco se burló de quienes declaran que la
luna de Atenas es mejor que la luna de Corinto; Milton en el siglo XVII notó
que Dios tenía la costumbre de rebelarse primero a Sus ingleses”.
Por
supuesto, no existe país libre de las ilusiones del patriotismo. Por ejemplo un
colombiano me dijo que su país era único por tener montañas, valles y llanos;
yo inmediatamente recordé que en Bolivia decimos lo mismo sin reparar en que
países tan vastos como Rusia o India, por su solo tamaño deben ser más diversos.
Y donde uno vaya, encontrará alguien pregonando la singularidad, la exquisitez
o la superioridad de su terruño, su cultura, su raza, sus montañas, sus
llanuras, su comida e incluso de sus sus cielos y sus lunas.
El
nacionalismo cruceño (que llamamos regionalismo) no es muy diferente al resto de
los nacionalismos en lo de pregonar el orgullo por lo local, por más feo que
sea (hay por ejemplo quienes afirman que en nuestra ciudad hay edificios
históricos de tanta belleza que valen la pena preservarse). Una poco original particularidad
de nuestro regionalismo consiste en pregonar cierto rechazo hacia la cultura de
la Bolivia occidental. Y digo que esto tampoco tiene nada de particular porque sucede
lo mismo entre cachachos y costeños en Colombia, quiteños y guayaquileños en
Ecuador, rednecks y yanquis en Estados Unidos, norteños y sureños en Italia,
por citar algunos casos.
Este
rechazo hacia lo occidental, en general no pasa de ser simbólico, porque en
Santa Cruz buena parte de la población es de origen occidental y está integrada
a la sociedad. Difícilmente un cruceño no tiene un buen amigo o un querido
pariente colla. Por ello afirmo que el regionalismo cruceño es pobre. Y siendo
yo de la opinión de que los nacionalismos y regionalismos en general son
dañinos, me alegro de la pobreza del nuestro.
No
sucede lo mismo con el regionalismo paceño. Un regionalismo que pregona los
intereses nacionales pero organiza un cabildo con el mezquino y antidemocrático
propósito de anunciar que el tema de la capitalidad solo les compete a ellos y
no así todos los bolivianos; que ha convertido la discriminación y el agravio a
lo oriental en una política de Estado: creando la parafernalia del caso
terrorismo, cercando la ciudad en 2008, dando la presidencia del Senado a quien
había degollado perros para amenazar a los cruceños, mandando hordas ucureñas a
matar jóvenes en 1958, castigando el reclamo de cruceños que pedían integración
mediante vías férreas en 1904. ¡Ese sí es un regionalismo de verdad!
Santa Cruz de la Sierra, 31/05/15
http://javierpaz01.blogspot.com/
1 comentario:
Siempre he creido en esto, el regionalismo solo nos hace daño. Lo que sienten los cruceños es fanatismo apasionado por su tierra.
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