Javier Paz
García
Pocos
atributos humanos son tan mal comprendidos y objetos de la condena general como
el ánimo de lucro.
Sin
embargo, el ánimo de lucro es una parte esencial de nuestro instinto de supervivencia;
es una expresión de nuestra búsqueda de mejora continua como seres humanos, de
progreso, de bienestar, de mejores días para nuestra descendencia. Así como la
religión y la meditación son mecanismos para que mejoremos interiormente, el
ánimo de lucro es un mecanismo para que mejoremos materialmente. Y no existe una
contradicción entre progreso interior y el exterior, sino que se complementan. Ambos
son partes del ser humano, como lo son el cuerpo y la mente.
Por
supuesto, son condenables el robo, el fraude, la mentira y el abuso; y quienes
acumulan riqueza engañando o abusando de otros merecen ser castigados por la
sociedad. Pero quien ha acumulado riqueza honestamente no merece la condena de
nadie, sino más bien la admiración de todos, porque en una sociedad de mercado
la única forma de hacer riqueza es sirviendo a los demás. Y quienes más fortuna
acumulan son aquéllos que mejor sirven a los otros. Steve Jobs o Bill Gates
contribuyeron al bienestar de la humanidad y la reducción de la pobreza mucho
más que cualquier político contemporáneo y crearon tecnologías que
revolucionaron el mundo teniendo en mente, entre otras cosas, el ánimo de
lucro.
El
ánimo de lucro motiva a los emprendedores a buscar maneras más baratas de
producir y servir mejor a los clientes, a los deportistas a entrenar y ser cada
día mejores, a los asalariados a destacarse en sus trabajos, a los estudiantes
a buscar la excelencia académica. El ánimo de lucro ha sido instrumental para
alcanzar el nivel tecnológico actual. Desde el invento del motor de combustión,
hasta las computadoras modernas, el celular o el transplante de órganos no
hubieran sido posibles si los seres humanos no tuvieran el ánimo de lucro. Las
mejores universidades del mundo funcionan con ánimo de lucro y producen miles
de profesionales y emprendedores cada año que crean tecnologías nuevas que
salvan vidas en África y dan puestos de trabajo para los menos favorecidos. La
competencia de las empresas privadas en un mercado libre permite una mejora
constante en el precio y la calidad de los productos como también de los
salarios y las condiciones laborales de los trabajadores. El ánimo de lucro es
instrumental para permitir que hayan cada vez menos pobres en la sociedad, y
que los pobres del mañana tengan una mejor situación que los de ahora.
Las
sociedades donde el ánimo de lucro no es mal visto, son precisamente donde los
seres humanos han alcanzado los mejores niveles de prosperidad. Por
contrapartida, donde el ánimo de lucro es considerado un mal y el Estado ha
intentado extirparlo es donde peor vive la gente.
Santa Cruz de la
Sierra, 18/05/12
http://javierpaz01.blogspot.com/
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