Javier Paz García
Cuando Hugo Chávez asumió la presidencia de Venezuela el año 1999, la constitución venezolana no permitía la reelección. Con tal motivo, ese mismo año llevó a cabo una Asamblea Constituyente, donde entre otras cosas, se extendió el periodo presidencia a 6 años y se permitió la reelección. El 2009, luego de 10 años en el poder, impulsó un referendo para permitir la reelección indefinida.
Cuando Evo Morales asumió la presidencia de Bolivia, la entonces vigente constitución boliviana no permitía la reelección en periodos consecutivos. Morales, siguiendo el modelo de Chávez, también llamó a una Asamblea Constituyente. La nueva constitución boliviana permite la reelección consecutiva y Morales apuesta a ganar un segundo periodo en las elecciones de diciembre del presente año. No debemos sorprendernos si en su siguiente periodo vuelve, como Chávez, a modificar la constitución para ser reelegido una vez más.
Rafael Correa, ha seguido un procedimiento similar en Ecuador, llamando a una Asamblea Constituyente y luego logrando ser reelegido.
Manuel Zelaya en Honduras pretendió llevar a cabo un referendo para consultar a la ciudadanía sobre la reelección del presidente. El Tribunal Constitucional y el Parlamento de dicho país declararon ilegal el referendo, pero Zelaya insistió en llevarlo a cabo, en franca violación de los artículos 5, 239 y 374 de la Constitución hondureña.
Álvaro Uribe en Colombia logró modificar la Constitución de su país y ser reelegido el 2006. Tristemente hoy intenta modificar una vez más la constitución que él mismo había apoyado hace pocos años.
Más allá de la simpatía o antipatía que una pueda tener con algún político en particular (yo por ejemplo creo que Uribe ha sido un muy buen estadista), debemos rechazar por principio la tendencia imperante en América Latina de los gobernantes a prorrogarse en el poder. Y la razón principal es que, el precedente que dejan es que la constitución vale poco cuando se es popular y que la popularidad de un mandatario es un cheque en blanco para hacer lo que sea con la institucionalidad de todo un país. Permitir la reelección no es malo, pero en los casos antes citados, se han violado las constituciones, las leyes y los procedimientos para lograr dichos objetivos. Y si el presidente de un país, como máxima autoridad, no cumple la ley, ¿qué autoridad moral tiene para pedir que los demás ciudadanos lo hagan?
Chávez, Morales, Correa y Uribe han debilitado la institucionalidad de sus respectivos países con sus acciones “prorroguistas”. Es importante para el fortalecimiento de la democracia y el Estado de Derecho, castigar mediante el voto ciudadano dicho accionar.
Santa Cruz de la Sierra, 21/08/09
viernes, 16 de octubre de 2009
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