Javier Paz García
Uno de los males que más ha aumentado y que cada vez causa mayor malestar entre la población es la inseguridad ciudadana. Los atracos, robos y asesinatos son cosa de todos los días, las pandillas se han apoderado de ciertos barrios y la gente en general vive atemorizada.
La delincuencia es un fenómeno local, de barrio, de ciudad, y generalmente los delincuentes también pertenecen al barrio o la ciudad donde cometen sus fechorías. Es lógico por lo tanto que sea a nivel municipal y barrial donde se busquen las soluciones para disminuir la delincuencia.
En Bolivia no se da esa lógica. Aquí todo viene desde el centro, desde la sede, por más ajena que ésta sea a los problemas de la periferia.
A pesar del carácter centralista del país y de quienes ostentan el poder, existen medidas que se pueden (y se deben) tomar desde los gobiernos locales.
En el tema de la seguridad ciudadana, es claro que un barrio no va a tener las mismas necesidades que otro. Tal vez en uno, el alumbrado público disminuya la criminalidad sustancialmente, mientras que en otro sea necesario tener una guardia municipal. De igual manera, la ciudad de San Rafael requiere soluciones diferentes a las de Santa Cruz de la Sierra, por ejemplo. Pero estas particularidades no pueden ser resueltas desde el centralismo en La Paz. Es evidente que un burócrata en la sede de gobierno no puede saber que en un barrio todo lo que se necesita para disminuir el crimen es poner luminarias, mientras que en otro se necesita poner un centro deportivo. Esto tampoco se le puede exigir al nivel departamental. Pero los vecinos sí están en condiciones de tomar este tipo de decisiones y mejorar sustancialmente su seguridad. Las alcaldías, por ser las entidades de gobierno más cercanas al ciudadano, están en mejores condiciones que los otros niveles, para causar un impacto positivo en la seguridad ciudadana.
En este sentido, la alcaldía cruceña, que ya tiene una guardia municipal, podría incrementar sus efectivos y empezar un programa de patrullas preventivas en zonas de alta delincuencia. La descentralización se puede aplicar en todos los niveles, y la alcaldía podría por ejemplo, crear distritos de seguridad descentralizados por toda la ciudad, que habiten, patrullen y cuiden su distrito, y que al tener un radio de acción reducido, puedan prestar un servicio rápido cuando sean requeridos. Hacer algo así, ayudaría a acercar al vecino con su centro distrital de seguridad, permitiendo que dichos centros, puedan implementar planes de acuerdo a las necesidades de la zona.
Lo anterior es simplemente una idea, pero estoy seguro que si se implementara un servicio “policial” descentralizado que permitiera canalizar las inquietudes y propuestas de la población, saldrían muchas y mejores ideas y veríamos una sustancial mejora en la seguridad ciudadana y la calidad de vida de todos. Esa es la esencia de la autonomía, lograr que las soluciones sean debatidas e implementadas desde la ciudadanía y que los diferentes niveles de gobierno sean receptores y catalizadores de esas propuestas y soluciones.
Santa Cruz de la Sierra, 16/10/09
viernes, 16 de octubre de 2009
¿Una burbuja en Beijing?
Javier Paz García
Es la pregunta que hace la revista británica The Economist en un artículo de su última edición. La razón es un alza en el valor de las acciones en el mercado de valores chino y en el precio de las casas. Como explica el artículo, el mercado de propiedades chino no está muy sobreevaluado, los precios de las casas no se están incrementando de forma acelerada, la proporción de la población que tiene su casa hipotecada es baja, y el porcentaje de las hipotecas sobre el valor de las casas es también bajo, por lo cual, incluso si se da una burbuja inmobiliaria, es imposible tenga un efecto similar al que tuvo en los Estados Unidos.
Sin embargo, en el mediano y largo plazo existe el riesgo de que el exceso de liquidez ocasiones dicha burbuja inmobiliaria. Para evitarla, la revista advierte que China debe apreciar su moneda.
El gigante asiático está soportando bastante bien la crisis financiera, creciendo todavía de manera robusta, para ello, ha continuado con su política de mantener el yuan artificialmente bajo para favorecer sus exportaciones.
Apreciar el yuan puede tener importantes consecuencias en el resto del mundo. Primeramente, no hacerlo puede llevar en el mediano, como ya lo dijimos, a una burbuja en el precio de los activos que termine por reventarse y causar ajustes bruscos y dolorosos en su economía, con los consiguientes ajustes bruscos y dolorosos en las economías que son altamente dependientes de la demanda china. Por otro lado, apreciar el yuan puede frenar el ritmo de crecimiento chino y el crecimiento mundial en un momento en que el globo está en recuperación y donde muchos países, especialmente los productores de materias primas dependen de China para colocar sus productos y obtener buenos precios. Además dada la enorme cantidad de bonos del tesoro de los Estados Unidos que China posee, una apreciación del yuan (que implica una depreciación del dólar), significa importantes pérdidas contables para el banco central chino.
Para América Latina, las decisiones que pueda tomar China con respecto a este tema son vitales, ya que una recesión en este país significa casi de manera inmediata una depresión en muchos países de la región que verían los precios de sus productos irse a los suelos.
Aunque técnicamente es posible mantener el yuan (o cualquier moneda) devaluado por el tiempo que se quiera, económicamente no tiene sentido porque encarece los costos de vida de la población y políticamente es muy difícil por las presiones de los países que ven sus balanzas comerciales mantenerse negativas sostenidamente.
Por ello, la pregunta no es si China va dejar o no que su moneda se aprecie, sino cuándo y en qué grado.
Santa Cruz de la Sierra, 08/10/09
Es la pregunta que hace la revista británica The Economist en un artículo de su última edición. La razón es un alza en el valor de las acciones en el mercado de valores chino y en el precio de las casas. Como explica el artículo, el mercado de propiedades chino no está muy sobreevaluado, los precios de las casas no se están incrementando de forma acelerada, la proporción de la población que tiene su casa hipotecada es baja, y el porcentaje de las hipotecas sobre el valor de las casas es también bajo, por lo cual, incluso si se da una burbuja inmobiliaria, es imposible tenga un efecto similar al que tuvo en los Estados Unidos.
Sin embargo, en el mediano y largo plazo existe el riesgo de que el exceso de liquidez ocasiones dicha burbuja inmobiliaria. Para evitarla, la revista advierte que China debe apreciar su moneda.
El gigante asiático está soportando bastante bien la crisis financiera, creciendo todavía de manera robusta, para ello, ha continuado con su política de mantener el yuan artificialmente bajo para favorecer sus exportaciones.
Apreciar el yuan puede tener importantes consecuencias en el resto del mundo. Primeramente, no hacerlo puede llevar en el mediano, como ya lo dijimos, a una burbuja en el precio de los activos que termine por reventarse y causar ajustes bruscos y dolorosos en su economía, con los consiguientes ajustes bruscos y dolorosos en las economías que son altamente dependientes de la demanda china. Por otro lado, apreciar el yuan puede frenar el ritmo de crecimiento chino y el crecimiento mundial en un momento en que el globo está en recuperación y donde muchos países, especialmente los productores de materias primas dependen de China para colocar sus productos y obtener buenos precios. Además dada la enorme cantidad de bonos del tesoro de los Estados Unidos que China posee, una apreciación del yuan (que implica una depreciación del dólar), significa importantes pérdidas contables para el banco central chino.
Para América Latina, las decisiones que pueda tomar China con respecto a este tema son vitales, ya que una recesión en este país significa casi de manera inmediata una depresión en muchos países de la región que verían los precios de sus productos irse a los suelos.
Aunque técnicamente es posible mantener el yuan (o cualquier moneda) devaluado por el tiempo que se quiera, económicamente no tiene sentido porque encarece los costos de vida de la población y políticamente es muy difícil por las presiones de los países que ven sus balanzas comerciales mantenerse negativas sostenidamente.
Por ello, la pregunta no es si China va dejar o no que su moneda se aprecie, sino cuándo y en qué grado.
Santa Cruz de la Sierra, 08/10/09
Los culpables de la crisis financiera mundial
Javier Paz García
La crisis económica que vive actualmente el planeta comienza a finales del año 2006 con la desaceleración y posterior caída del mercado inmobiliario en los Estados Unidos. Las causas principales de esta burbuja inmobiliaria fueron las bajas tasas de interés fijadas por la Reserva Federal de los Estados Unidos, los incentivos fiscales creados por el gobierno de los Estados Unidos, y la relajación en los requisitos para otorgar créditos inmobiliarios por parte de agencias semi - gubernamentales como Freddie Mac y Fannie Mae, las cuales controlan cerca del 50% del mercado inmobiliario estadounidense.
Posteriormente las entidades financieras privadas empiezan a titularizar las hipotecas y a venderlas por todo el mundo sin realizar un adecuado análisis de riesgo de las mismas.
Es decir, el gobierno de los Estados Unidos, tomó decisiones equivocadas, bajando las tasas de interés, dando incentivos fiscales y bajando los requisitos para que la gente pueda acceder a una hipoteca y estas decisiones equivocadas llevaron a un auge y luego la caída del sector inmobiliario. Lo irónico es que el gobierno, el cual tomó las malas decisiones que llevaron a la crisis, culpó al sector privado de la misma, y decidió que es el gobierno quien, con su sabiduría y su búsqueda del bien común va a salvar al mundo (Keynes vuelve con fuerza).
No cabe duda que el gobierno de Estados Unidos es uno de los principales responsables, de la burbuja inmobiliaria que luego ocasionó la crisis financiera y terminó en una crisis mundial. Sin embargo sería interesante analizar por ejemplo, el rol del gobierno chino en la creación de la burbuja inmobiliaria.
Para mantener su divisa subvalorada y favorecer sus exportaciones, el gobierno chino ha comprado dólares y bonos del tesoro de Estados Unidos por un valor de 900.000 millones de dólares. Esto provocó un aumento de la liquidez, una caída en el nivel de ahorros y un mayor nivel de endeudamiento en el país del norte.
Es improbable que la crisis hipotecaria norteamericana hubiera tenido la intensidad que tuvo, si China, no hubiera financiado la economía norteamericana por una década, como lo hizo y lo sigue haciendo.
De la misma manera, no se pueden dejar de lado los ataques terroristas del 11 de septiembre en la determinación de bajar las tasas de interés.
No es la intención de este artículo determinar cuáles son los culpables de la crisis financiera mundial, sino precisamente, mostrar la dificultad de hacer esa determinación. La economía global es interdependiente, y lo que pasa en un país tiene repercusiones en muchos más, como lo demuestran la crisis asiática del 97, o la crisis de las hipotécas subprime del 2008. Además, así como toma muchos años para poder cosechar los frutos de una semilla de naranjo, también los efectos (buenos o malos), que vivimos hoy, pueden ser producto de decisiones tomadas hace años o incluso décadas por personas o países ajenos a nosotros.
Santa Cruz de la Sierra, 04/10/09
La crisis económica que vive actualmente el planeta comienza a finales del año 2006 con la desaceleración y posterior caída del mercado inmobiliario en los Estados Unidos. Las causas principales de esta burbuja inmobiliaria fueron las bajas tasas de interés fijadas por la Reserva Federal de los Estados Unidos, los incentivos fiscales creados por el gobierno de los Estados Unidos, y la relajación en los requisitos para otorgar créditos inmobiliarios por parte de agencias semi - gubernamentales como Freddie Mac y Fannie Mae, las cuales controlan cerca del 50% del mercado inmobiliario estadounidense.
Posteriormente las entidades financieras privadas empiezan a titularizar las hipotecas y a venderlas por todo el mundo sin realizar un adecuado análisis de riesgo de las mismas.
Es decir, el gobierno de los Estados Unidos, tomó decisiones equivocadas, bajando las tasas de interés, dando incentivos fiscales y bajando los requisitos para que la gente pueda acceder a una hipoteca y estas decisiones equivocadas llevaron a un auge y luego la caída del sector inmobiliario. Lo irónico es que el gobierno, el cual tomó las malas decisiones que llevaron a la crisis, culpó al sector privado de la misma, y decidió que es el gobierno quien, con su sabiduría y su búsqueda del bien común va a salvar al mundo (Keynes vuelve con fuerza).
No cabe duda que el gobierno de Estados Unidos es uno de los principales responsables, de la burbuja inmobiliaria que luego ocasionó la crisis financiera y terminó en una crisis mundial. Sin embargo sería interesante analizar por ejemplo, el rol del gobierno chino en la creación de la burbuja inmobiliaria.
Para mantener su divisa subvalorada y favorecer sus exportaciones, el gobierno chino ha comprado dólares y bonos del tesoro de Estados Unidos por un valor de 900.000 millones de dólares. Esto provocó un aumento de la liquidez, una caída en el nivel de ahorros y un mayor nivel de endeudamiento en el país del norte.
Es improbable que la crisis hipotecaria norteamericana hubiera tenido la intensidad que tuvo, si China, no hubiera financiado la economía norteamericana por una década, como lo hizo y lo sigue haciendo.
De la misma manera, no se pueden dejar de lado los ataques terroristas del 11 de septiembre en la determinación de bajar las tasas de interés.
No es la intención de este artículo determinar cuáles son los culpables de la crisis financiera mundial, sino precisamente, mostrar la dificultad de hacer esa determinación. La economía global es interdependiente, y lo que pasa en un país tiene repercusiones en muchos más, como lo demuestran la crisis asiática del 97, o la crisis de las hipotécas subprime del 2008. Además, así como toma muchos años para poder cosechar los frutos de una semilla de naranjo, también los efectos (buenos o malos), que vivimos hoy, pueden ser producto de decisiones tomadas hace años o incluso décadas por personas o países ajenos a nosotros.
Santa Cruz de la Sierra, 04/10/09
La falacia de la soberanía alimentaria
Javier Paz García
Supongamos que cada departamento de Bolivia tuviese que alcanzar la soberanía alimentaria; es decir, que cada departamento tuviera que producir la totalidad de los alimentos que consume. En este caso, Oruro tendría que producir su propia carne vacuna, el Beni su papa, Pando sus propias uvas, etc.
Es evidente que el requisito de soberanía alimentaria impuesto para cada departamento del país es altamente costoso. Más eficiente sería que cada departamento se especialice en los productos donde, por las características geográficas, climáticas e históricas, tengan alguna ventaja competitiva, y luego comercien entre sí. Es más eficiente que el Beni provea de leche y carne vacuna a Oruro y que a su vez Oruro provea la papa y la quinua para el departamento del Beni. Imponer la soberanía alimentaria por departamento significa que, en lugares donde no existen las condiciones para producir ciertos alimentos, el costo de los mismos será alto. Criar vacas en Oruro es mucho más costoso que criarlas en el Beni. Por lo tanto, bajo un régimen de soberanía alimentaria por departamento, el costo de la carne vacuna en Oruro se elevaría a tal punto que muchos orureños dejarían de consumirla.
Por otro lado, los productores de carne vacuna en el Beni se verían con un problema de sobreoferta, sin tener donde vender toda su carne y eventualmente dando usos poco aptos para sus tierras, como ser la siembra de la papa en bajíos húmedos.
El efecto neto de imponer la soberanía alimentaria, es que pierden los consumidores, porque se les restringe la variedad y la calidad de productos a los que pueden tener acceso, además que tienen que pagar precios más altos para los productos en los cuales sus respectivas regiones no tienen ventajas competitivas de producción. Pierden los productores porque se ven obligados a producir cosas para las cuales no tienen la experiencia o las condiciones climáticas y de terreno. En general pierde el país porque se produce menos y se pierde competitividad.
Imponer la soberanía alimentaria es análogo a exigir a una persona que sea su propio dentista, abogado, contador y sastre. Más eficiente es dedicarse a una sola cosa, digamos, ser dentista, y luego con las ganancias de la profesión, contratar los servicios de un abogado, o un sastre.
Desde un punto de vista económico, no existe mucha diferencia entre pedir soberanía alimentaria entre los departamentos de un país, lo cual creo haber demostrado ser una locura, y pedir soberanía alimentaria entre varios países. No tiene sentido que Argentina produzca su propia castaña o que Brasil siembre quinua, pudiendo comprarlas de Bolivia.
Una razón válida para buscar la soberanía alimentaria es cuando existe el peligro de guerra con otros países. Si existe la posibilidad de que Bolivia entre en un conflicto bélico contra Chile o Argentina, entonces tiene sentido que tratemos de producir manzanas o trigo para nuestro consumo interno. Si dicha posibilidad es remota, entonces, desde una perspectiva económica, es poco justificable buscar la soberanía alimentaria.
Generalmente quienes postulan la búsqueda de la soberanía alimentaria, muchas veces tienen motivaciones políticas y apelan a sentimentalismos patrióticos para justificar dicha necesidad, pero carecen de un sustento económico serio para defender su postura.
Es importante entender los fundamentos económicos del debate sobre la soberanía alimentaria, y también es importante considerar aspectos geopolíticos, cuando existen.
Santa Cruz de la Sierra, 25/09/09
Supongamos que cada departamento de Bolivia tuviese que alcanzar la soberanía alimentaria; es decir, que cada departamento tuviera que producir la totalidad de los alimentos que consume. En este caso, Oruro tendría que producir su propia carne vacuna, el Beni su papa, Pando sus propias uvas, etc.
Es evidente que el requisito de soberanía alimentaria impuesto para cada departamento del país es altamente costoso. Más eficiente sería que cada departamento se especialice en los productos donde, por las características geográficas, climáticas e históricas, tengan alguna ventaja competitiva, y luego comercien entre sí. Es más eficiente que el Beni provea de leche y carne vacuna a Oruro y que a su vez Oruro provea la papa y la quinua para el departamento del Beni. Imponer la soberanía alimentaria por departamento significa que, en lugares donde no existen las condiciones para producir ciertos alimentos, el costo de los mismos será alto. Criar vacas en Oruro es mucho más costoso que criarlas en el Beni. Por lo tanto, bajo un régimen de soberanía alimentaria por departamento, el costo de la carne vacuna en Oruro se elevaría a tal punto que muchos orureños dejarían de consumirla.
Por otro lado, los productores de carne vacuna en el Beni se verían con un problema de sobreoferta, sin tener donde vender toda su carne y eventualmente dando usos poco aptos para sus tierras, como ser la siembra de la papa en bajíos húmedos.
El efecto neto de imponer la soberanía alimentaria, es que pierden los consumidores, porque se les restringe la variedad y la calidad de productos a los que pueden tener acceso, además que tienen que pagar precios más altos para los productos en los cuales sus respectivas regiones no tienen ventajas competitivas de producción. Pierden los productores porque se ven obligados a producir cosas para las cuales no tienen la experiencia o las condiciones climáticas y de terreno. En general pierde el país porque se produce menos y se pierde competitividad.
Imponer la soberanía alimentaria es análogo a exigir a una persona que sea su propio dentista, abogado, contador y sastre. Más eficiente es dedicarse a una sola cosa, digamos, ser dentista, y luego con las ganancias de la profesión, contratar los servicios de un abogado, o un sastre.
Desde un punto de vista económico, no existe mucha diferencia entre pedir soberanía alimentaria entre los departamentos de un país, lo cual creo haber demostrado ser una locura, y pedir soberanía alimentaria entre varios países. No tiene sentido que Argentina produzca su propia castaña o que Brasil siembre quinua, pudiendo comprarlas de Bolivia.
Una razón válida para buscar la soberanía alimentaria es cuando existe el peligro de guerra con otros países. Si existe la posibilidad de que Bolivia entre en un conflicto bélico contra Chile o Argentina, entonces tiene sentido que tratemos de producir manzanas o trigo para nuestro consumo interno. Si dicha posibilidad es remota, entonces, desde una perspectiva económica, es poco justificable buscar la soberanía alimentaria.
Generalmente quienes postulan la búsqueda de la soberanía alimentaria, muchas veces tienen motivaciones políticas y apelan a sentimentalismos patrióticos para justificar dicha necesidad, pero carecen de un sustento económico serio para defender su postura.
Es importante entender los fundamentos económicos del debate sobre la soberanía alimentaria, y también es importante considerar aspectos geopolíticos, cuando existen.
Santa Cruz de la Sierra, 25/09/09
La división del trabajo, el comercio y la especialización
Javier Paz García
En toda sociedad existe la división del trabajo, la especialización y el comercio; vamos a explicar estos conceptos.
Cuando unos son zapateros, otros carniceros, unos siembran soya, otros crían vacas, etc., existe la división del trabajo.
Con la división del trabajo viene el comercio. Nadie realiza todas las actividades ni produce todos los bienes que consume, sino que produce un tipo o pocos tipos de bienes, y los intercambia por otros. El carnicero vende su carne para comprar zapatos, el zapatero arregla zapatos para comprar una casa, el abogado vende servicios legales y compra servicios mecánicos.
Con la división del trabajo y el comercio viene la especialización y el incremento en la productividad. Es decir, si en vez de que cada persona produzca su propia comida, elabore su propia ropa y construya su propia casa, cada quien se especializa en una sola actividad, con el tiempo, cada persona va a mejorar su capacidad para desarrollar dicha actividad.
Para Adam Smith, filósofo del siglo XVIII, la división del trabajo era una de las bases de la riqueza de las naciones, porque permite la especialización y el incremento de la productividad.
Cada persona se especializa en unas cuantas cosas y las intercambia por otras cosas que no produce, precisamente porque de esa manera puede producir más y consumir más.
Ahora imaginemos una situación donde el Estado disponga por ejemplo que en el país los habitantes ya no pueden comerciar tomates, y que cada uno tenga que producir tomates para consumo propio, y luego prohíba la comercialización de zapatos y que cada habitante tenga que producir sus propios zapatos y que vaya prohibiendo el comercio hasta llegar a una situación en que cada habitante es un Robinson Crusoe, que tenga que producir todos los bienes y servicios que desee consumir completamente, sin la posibilidad de intercambiar con otros mediante el comercio. Es claro que en esta situación hipotética el resultado sería un empobrecimiento general de la población. Es claro que la cantidad y la calidad de bienes y servicios que cada habitante pudiera producir para sí mismo, sería muy inferior a la que lograría mediante la división del trabajo, la especialización y el comercio.
Es importante entender estos conceptos para poder apreciar la importancia del comercio. Las crisis económicas generalmente despiertan tendencias proteccionistas; la crisis actual no es la excepción. Sin embargo, limitar el comercio con otros países, sea prohibiendo o limitando las importaciones o exportaciones, tiene consecuencias negativas al crecimiento y bienestar de largo plazo de un país.
Un Robinson Crusoe que tiene que hacer y saber un poco de todo no puede tener la productividad de un grupo de personas donde cada cual sabe mucho sobre pocas cosas.
De manera análoga, un país que se cierra al comercio, desaprovecha oportunidades de especializarse e incrementar su competitividad, desaprovecha oportunidades de generar mayor riqueza y reducir la pobreza.
Santa Cruz de la Sierra, 15/09/09
En toda sociedad existe la división del trabajo, la especialización y el comercio; vamos a explicar estos conceptos.
Cuando unos son zapateros, otros carniceros, unos siembran soya, otros crían vacas, etc., existe la división del trabajo.
Con la división del trabajo viene el comercio. Nadie realiza todas las actividades ni produce todos los bienes que consume, sino que produce un tipo o pocos tipos de bienes, y los intercambia por otros. El carnicero vende su carne para comprar zapatos, el zapatero arregla zapatos para comprar una casa, el abogado vende servicios legales y compra servicios mecánicos.
Con la división del trabajo y el comercio viene la especialización y el incremento en la productividad. Es decir, si en vez de que cada persona produzca su propia comida, elabore su propia ropa y construya su propia casa, cada quien se especializa en una sola actividad, con el tiempo, cada persona va a mejorar su capacidad para desarrollar dicha actividad.
Para Adam Smith, filósofo del siglo XVIII, la división del trabajo era una de las bases de la riqueza de las naciones, porque permite la especialización y el incremento de la productividad.
Cada persona se especializa en unas cuantas cosas y las intercambia por otras cosas que no produce, precisamente porque de esa manera puede producir más y consumir más.
Ahora imaginemos una situación donde el Estado disponga por ejemplo que en el país los habitantes ya no pueden comerciar tomates, y que cada uno tenga que producir tomates para consumo propio, y luego prohíba la comercialización de zapatos y que cada habitante tenga que producir sus propios zapatos y que vaya prohibiendo el comercio hasta llegar a una situación en que cada habitante es un Robinson Crusoe, que tenga que producir todos los bienes y servicios que desee consumir completamente, sin la posibilidad de intercambiar con otros mediante el comercio. Es claro que en esta situación hipotética el resultado sería un empobrecimiento general de la población. Es claro que la cantidad y la calidad de bienes y servicios que cada habitante pudiera producir para sí mismo, sería muy inferior a la que lograría mediante la división del trabajo, la especialización y el comercio.
Es importante entender estos conceptos para poder apreciar la importancia del comercio. Las crisis económicas generalmente despiertan tendencias proteccionistas; la crisis actual no es la excepción. Sin embargo, limitar el comercio con otros países, sea prohibiendo o limitando las importaciones o exportaciones, tiene consecuencias negativas al crecimiento y bienestar de largo plazo de un país.
Un Robinson Crusoe que tiene que hacer y saber un poco de todo no puede tener la productividad de un grupo de personas donde cada cual sabe mucho sobre pocas cosas.
De manera análoga, un país que se cierra al comercio, desaprovecha oportunidades de especializarse e incrementar su competitividad, desaprovecha oportunidades de generar mayor riqueza y reducir la pobreza.
Santa Cruz de la Sierra, 15/09/09
La magia de Juan Luis Guerra
Javier Paz García
En El costo de la vida Juan Luis Guerra canta sobre problemas cotidianos como el costo de la vida, la corrupción, el desempleo o la delincuencia; Visa para un sueño es una historia muy latinoamericana, la de gente dando los primeros pasos para abandonar su país en busca de mejores oportunidades; Me enamoro de ella explora las diferencias socioeconómicas; El Niágara en bicicleta es la odisea de un pobre hombre procurando atención médica en un hospital público; Ojalá que llueva café es el deseo de un mundo mejor.
Las canciones antes mencionadas hablan sobre las injusticias sociales, la pobreza, el hambre y sin embargo no son canciones tristes. De hecho son canciones muy alegres que celebran la vida, incluso en sus matices tristes e invitan a bailar, cantar y sonreír a quien las escucha.
La bilirrubina cuenta los problemas de salud que el amor puede ocasionar; Rosalía parece demorar en responder las intenciones amorosas de un pretendiente; En Como abeja al panal la propuesta amorosa de un hombre es rechazada; otro se decide a escribir una Carta de amor con puntos y comas, esperando un poquitito de amor de respuesta; La llave de mi corazón demanda una solución a la mujer amada y otra canción dice que Si tú te vas ya no me queda nada. Y es que Juan Luis celebra el amor con bachatas y merengues, con júbilo y optimismo, como algo digno de celebrarse incluso cuando no es correspondido.
En su música vemos con frecuencia la utilización de ritmos lentos para abordar temas alegres; verbigracia Bachata rosa, Burbujas de amor y La hormiguita, tres odas al amor. Por otro lado también vemos la utilización de ritmos rápidos e intrínsecamente alegres para abordar temas tristes como ser la pobreza, o el amor no correspondido. Está aparente dicotomía entre el ritmo y la letra no es casual y más bien responde a un panteísmo que celebra la vida y el amor en todas sus facetas. Esta dicotomía parece querer decirnos, al igual que la película de Roberto Benigni, que la vida es bella, incluso con sus dificultades y sobresaltos.
Muchas de las canciones de este cantautor tocan los temas más tristes del género humano y sin embargo, nos provocan alegría y optimismo. Precisamente la magia de Juan Luis Guerra está en convertir los tópicos más tristes en una canción alegre y provocarnos una sonrisa.
Santa Cruz de la Sierra, 10/09/09
En El costo de la vida Juan Luis Guerra canta sobre problemas cotidianos como el costo de la vida, la corrupción, el desempleo o la delincuencia; Visa para un sueño es una historia muy latinoamericana, la de gente dando los primeros pasos para abandonar su país en busca de mejores oportunidades; Me enamoro de ella explora las diferencias socioeconómicas; El Niágara en bicicleta es la odisea de un pobre hombre procurando atención médica en un hospital público; Ojalá que llueva café es el deseo de un mundo mejor.
Las canciones antes mencionadas hablan sobre las injusticias sociales, la pobreza, el hambre y sin embargo no son canciones tristes. De hecho son canciones muy alegres que celebran la vida, incluso en sus matices tristes e invitan a bailar, cantar y sonreír a quien las escucha.
La bilirrubina cuenta los problemas de salud que el amor puede ocasionar; Rosalía parece demorar en responder las intenciones amorosas de un pretendiente; En Como abeja al panal la propuesta amorosa de un hombre es rechazada; otro se decide a escribir una Carta de amor con puntos y comas, esperando un poquitito de amor de respuesta; La llave de mi corazón demanda una solución a la mujer amada y otra canción dice que Si tú te vas ya no me queda nada. Y es que Juan Luis celebra el amor con bachatas y merengues, con júbilo y optimismo, como algo digno de celebrarse incluso cuando no es correspondido.
En su música vemos con frecuencia la utilización de ritmos lentos para abordar temas alegres; verbigracia Bachata rosa, Burbujas de amor y La hormiguita, tres odas al amor. Por otro lado también vemos la utilización de ritmos rápidos e intrínsecamente alegres para abordar temas tristes como ser la pobreza, o el amor no correspondido. Está aparente dicotomía entre el ritmo y la letra no es casual y más bien responde a un panteísmo que celebra la vida y el amor en todas sus facetas. Esta dicotomía parece querer decirnos, al igual que la película de Roberto Benigni, que la vida es bella, incluso con sus dificultades y sobresaltos.
Muchas de las canciones de este cantautor tocan los temas más tristes del género humano y sin embargo, nos provocan alegría y optimismo. Precisamente la magia de Juan Luis Guerra está en convertir los tópicos más tristes en una canción alegre y provocarnos una sonrisa.
Santa Cruz de la Sierra, 10/09/09
El valor del comerciante
Javier Paz García
Un comerciante es un intermediario entre el productor y el consumidor final. La chola que vende papas en un mercado, una autoventa, o el ambulante que ofrece maní y gaseosas en las esquinas son algunos ejemplos de comerciantes.
No es infrecuente escuchar decir que los comerciantes no agregan valor a un producto. O que ser comerciante no es trabajar, ya que lo único que hacen es estar sentados todo el día.
Para refutar esta idea podemos hacer el sencillo ejercicio mental de imaginarnos un mundo sin comerciantes sentados esperando a vender sus productos ni mercados donde comprarlos. En este mundo, si usted quiere un kilo de carne, tiene que ir directamente a un matadero; si quiere un litro de aceite, tiene que ir a una aceitera; para comprar un pantalón tiene que ir a una textilera, y si quiere un pantalón de marca hecho en China, pues tiene que viajar a China. Si quiere una bolsita de maní o una gaseosa, ya no podrá adquirirlas en una rotonda del segundo anillo, sino que tendrá que trasladarse hasta La Paz por su maní y hasta el parque industrial para su gaseosa.
Tomando ejemplos más reales, imaginémonos con un vehículo averiado en un pequeño pueblo del oriente boliviano. No es difícil medir el costo y la molestia que ocasiona que en dicho pueblo no exista un comerciante “sentado todo el día haciendo nada” que nos pueda proveer el repuesto necesario para realizar la reparación del vehículo.
La comodidad y el ahorro de tiempo y dinero son beneficios tangibles de la actividad comercial de personas que están sentadas todo el día, aparentemente sin hacer nada. Pero además los mercados, como el Abasto, los Pozos o la Bolsa de Valores de Nueva York, permiten la competencia entre vendedores, lo en general mantiene precios más bajos y productos de mejor calidad de los que hubiera en una situación de monopolio.
Así como los mercados canalizan productos de los productores hacia los consumidores, los bancos canalizan dinero y por tanto podemos considerarlos una forma de comercio: un banco es una entidad con personas sentadas todo el día recibiendo dinero de unos para prestarlo a otros. Si mañana se cerraran todos los bancos y las personas con necesidad de un préstamo no tuvieran otra opción más que encontrar otra persona con la capacidad para hacer dicho préstamo, la economía del país se desplomaría casi de inmediato. Pues si sacáramos a todas las cholas que se pasan el día entero sentadas en un mercado “haciendo nada” y las pusiéramos a sembrar lo que sea, el desplome de la economía sería similar al de cerrar el sistema bancario.
Santa Cruz de la Sierra, 28/08/09
Un comerciante es un intermediario entre el productor y el consumidor final. La chola que vende papas en un mercado, una autoventa, o el ambulante que ofrece maní y gaseosas en las esquinas son algunos ejemplos de comerciantes.
No es infrecuente escuchar decir que los comerciantes no agregan valor a un producto. O que ser comerciante no es trabajar, ya que lo único que hacen es estar sentados todo el día.
Para refutar esta idea podemos hacer el sencillo ejercicio mental de imaginarnos un mundo sin comerciantes sentados esperando a vender sus productos ni mercados donde comprarlos. En este mundo, si usted quiere un kilo de carne, tiene que ir directamente a un matadero; si quiere un litro de aceite, tiene que ir a una aceitera; para comprar un pantalón tiene que ir a una textilera, y si quiere un pantalón de marca hecho en China, pues tiene que viajar a China. Si quiere una bolsita de maní o una gaseosa, ya no podrá adquirirlas en una rotonda del segundo anillo, sino que tendrá que trasladarse hasta La Paz por su maní y hasta el parque industrial para su gaseosa.
Tomando ejemplos más reales, imaginémonos con un vehículo averiado en un pequeño pueblo del oriente boliviano. No es difícil medir el costo y la molestia que ocasiona que en dicho pueblo no exista un comerciante “sentado todo el día haciendo nada” que nos pueda proveer el repuesto necesario para realizar la reparación del vehículo.
La comodidad y el ahorro de tiempo y dinero son beneficios tangibles de la actividad comercial de personas que están sentadas todo el día, aparentemente sin hacer nada. Pero además los mercados, como el Abasto, los Pozos o la Bolsa de Valores de Nueva York, permiten la competencia entre vendedores, lo en general mantiene precios más bajos y productos de mejor calidad de los que hubiera en una situación de monopolio.
Así como los mercados canalizan productos de los productores hacia los consumidores, los bancos canalizan dinero y por tanto podemos considerarlos una forma de comercio: un banco es una entidad con personas sentadas todo el día recibiendo dinero de unos para prestarlo a otros. Si mañana se cerraran todos los bancos y las personas con necesidad de un préstamo no tuvieran otra opción más que encontrar otra persona con la capacidad para hacer dicho préstamo, la economía del país se desplomaría casi de inmediato. Pues si sacáramos a todas las cholas que se pasan el día entero sentadas en un mercado “haciendo nada” y las pusiéramos a sembrar lo que sea, el desplome de la economía sería similar al de cerrar el sistema bancario.
Santa Cruz de la Sierra, 28/08/09
“Prorroguismo” en América Latina
Javier Paz García
Cuando Hugo Chávez asumió la presidencia de Venezuela el año 1999, la constitución venezolana no permitía la reelección. Con tal motivo, ese mismo año llevó a cabo una Asamblea Constituyente, donde entre otras cosas, se extendió el periodo presidencia a 6 años y se permitió la reelección. El 2009, luego de 10 años en el poder, impulsó un referendo para permitir la reelección indefinida.
Cuando Evo Morales asumió la presidencia de Bolivia, la entonces vigente constitución boliviana no permitía la reelección en periodos consecutivos. Morales, siguiendo el modelo de Chávez, también llamó a una Asamblea Constituyente. La nueva constitución boliviana permite la reelección consecutiva y Morales apuesta a ganar un segundo periodo en las elecciones de diciembre del presente año. No debemos sorprendernos si en su siguiente periodo vuelve, como Chávez, a modificar la constitución para ser reelegido una vez más.
Rafael Correa, ha seguido un procedimiento similar en Ecuador, llamando a una Asamblea Constituyente y luego logrando ser reelegido.
Manuel Zelaya en Honduras pretendió llevar a cabo un referendo para consultar a la ciudadanía sobre la reelección del presidente. El Tribunal Constitucional y el Parlamento de dicho país declararon ilegal el referendo, pero Zelaya insistió en llevarlo a cabo, en franca violación de los artículos 5, 239 y 374 de la Constitución hondureña.
Álvaro Uribe en Colombia logró modificar la Constitución de su país y ser reelegido el 2006. Tristemente hoy intenta modificar una vez más la constitución que él mismo había apoyado hace pocos años.
Más allá de la simpatía o antipatía que una pueda tener con algún político en particular (yo por ejemplo creo que Uribe ha sido un muy buen estadista), debemos rechazar por principio la tendencia imperante en América Latina de los gobernantes a prorrogarse en el poder. Y la razón principal es que, el precedente que dejan es que la constitución vale poco cuando se es popular y que la popularidad de un mandatario es un cheque en blanco para hacer lo que sea con la institucionalidad de todo un país. Permitir la reelección no es malo, pero en los casos antes citados, se han violado las constituciones, las leyes y los procedimientos para lograr dichos objetivos. Y si el presidente de un país, como máxima autoridad, no cumple la ley, ¿qué autoridad moral tiene para pedir que los demás ciudadanos lo hagan?
Chávez, Morales, Correa y Uribe han debilitado la institucionalidad de sus respectivos países con sus acciones “prorroguistas”. Es importante para el fortalecimiento de la democracia y el Estado de Derecho, castigar mediante el voto ciudadano dicho accionar.
Santa Cruz de la Sierra, 21/08/09
Cuando Hugo Chávez asumió la presidencia de Venezuela el año 1999, la constitución venezolana no permitía la reelección. Con tal motivo, ese mismo año llevó a cabo una Asamblea Constituyente, donde entre otras cosas, se extendió el periodo presidencia a 6 años y se permitió la reelección. El 2009, luego de 10 años en el poder, impulsó un referendo para permitir la reelección indefinida.
Cuando Evo Morales asumió la presidencia de Bolivia, la entonces vigente constitución boliviana no permitía la reelección en periodos consecutivos. Morales, siguiendo el modelo de Chávez, también llamó a una Asamblea Constituyente. La nueva constitución boliviana permite la reelección consecutiva y Morales apuesta a ganar un segundo periodo en las elecciones de diciembre del presente año. No debemos sorprendernos si en su siguiente periodo vuelve, como Chávez, a modificar la constitución para ser reelegido una vez más.
Rafael Correa, ha seguido un procedimiento similar en Ecuador, llamando a una Asamblea Constituyente y luego logrando ser reelegido.
Manuel Zelaya en Honduras pretendió llevar a cabo un referendo para consultar a la ciudadanía sobre la reelección del presidente. El Tribunal Constitucional y el Parlamento de dicho país declararon ilegal el referendo, pero Zelaya insistió en llevarlo a cabo, en franca violación de los artículos 5, 239 y 374 de la Constitución hondureña.
Álvaro Uribe en Colombia logró modificar la Constitución de su país y ser reelegido el 2006. Tristemente hoy intenta modificar una vez más la constitución que él mismo había apoyado hace pocos años.
Más allá de la simpatía o antipatía que una pueda tener con algún político en particular (yo por ejemplo creo que Uribe ha sido un muy buen estadista), debemos rechazar por principio la tendencia imperante en América Latina de los gobernantes a prorrogarse en el poder. Y la razón principal es que, el precedente que dejan es que la constitución vale poco cuando se es popular y que la popularidad de un mandatario es un cheque en blanco para hacer lo que sea con la institucionalidad de todo un país. Permitir la reelección no es malo, pero en los casos antes citados, se han violado las constituciones, las leyes y los procedimientos para lograr dichos objetivos. Y si el presidente de un país, como máxima autoridad, no cumple la ley, ¿qué autoridad moral tiene para pedir que los demás ciudadanos lo hagan?
Chávez, Morales, Correa y Uribe han debilitado la institucionalidad de sus respectivos países con sus acciones “prorroguistas”. Es importante para el fortalecimiento de la democracia y el Estado de Derecho, castigar mediante el voto ciudadano dicho accionar.
Santa Cruz de la Sierra, 21/08/09
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