Javier Paz García
A pesar de autoproclamarse como perteneciente a la cultura de la paz, Evo Morales debe ser el presidente más militarista de la democracia reciente. Prueba de ello son los decretos para comprar aviones caza checos, el acuerdo entre Rusia y Bolivia para proveernos de armamentos, la compra de 98 camiones de alto tonelaje para el Ejército, el incremento del presupuesto de defensa, los aumentos salariales a las FFAA, el deseo de tener un satélite propio, etc. No sin razón declaró un comandante del Ejército que Evo era el que más se preocupaba por ellos (para llorar de ternura).
Tampoco es casual el rol de las FFAA en el gobierno, donde los militares serviles pueden ocupar ministerios, viceministerios, embajadas, consulados, la aduana e incluso prefecturas.
El discurso de Morales tampoco hace pensar en días de paz. Los temas son la revolución, la revancha, los oligarcas, separatistas, traidores, neoliberales, 500 años (para atrás y para adelante), tomar el poder, controlar el congreso y el poder judicial.
Y su accionar también es consecuente con su discurso: la Calancha, Pando, el cerco a Santa Cruz, la quema de la prefectura de Cochabamba, los cercos al Congreso, la forma de aprobación de la constitución, los militares en las calles, el teatro de la nacionalización.
Es además clara la utilización de estrategias y tácticas militares en el manejo de la política. Por un lado tenemos un aparato propagandístico, de inteligencia y desinformación como no ha existido nunca en un gobierno democrático (y probablemente no democrático); ahí está un canal del gobierno, un periódico del gobierno, radios del gobierno, millones en propaganda del gobierno. Luego tenemos la estrategia de asustar a la población, con avanzadas campesinas armadas, con perros degollados, con discursos incendiarios, ataques a la prensa. Debilitan al enemigo con prohibición de exportaciones, con prohibición de importar armas y municiones, con la reforma agraria, con inseguridad jurídica. Luego atacan y toman el punto más débil (Pando).
Este accionar no es fortuito, ni responde a la cultura de la paz. Responde a una estrategia militar elaborada por militares (no sé si bolivianos, venezolanos o cubanos) e implementada por este gobierno.
El armamentismo de Evo Morales y su constante adulo hacia las FFAA no es para prepararnos para un conflicto armado con algún país vecino, no es para atender desastres naturales (no se necesitan cazas ni fusiles para ello). Lo más razonable es que en caso de protestas, manifestaciones e incluso ante la posibilidad de una guerra civil, quiera tener a unas FFAA preparadas y leales junto a él.
En la medida que las FFAA ayuden a consolidar el proyecto totalitario del MAS, serán también responsables del debilitamiento de la democracia, el estado de derecho y los abusos a los derechos humanos que sucedan en Bolivia. A su tiempo tendrán que responder por ello.
La Paz 26/06/09
miércoles, 22 de julio de 2009
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