Javier
Paz García
Recientemente
tuve que hacer un pago en el Banco Unión. Llegué a las 7:06 am y ya había una
cola de aproximadamente 20 personas afuera del banco, vi un letrero que
indicaba que la atención se iniciaba a las 7 am. El banco ya estaba abierto
pero un joven funcionario dejaba ingresar a las personas a medida que otras
salían. Un afiche situado en la vitrina pregonaba que dicha institución era “el
banco de los boliviano”. Ingresé a las 7:24, saqué mi ticket de atención y me
senté. Imaginaba que adentro estaría repleto por lo que me sorprendí al no
encontrar ni la mitad de las sillas de espera ocupadas. No entendía por qué
dejaban al sol y a la intemperie a una cantidad de personas (que al momento en
que yo ingresé al banco sobrepasaba tranquilamente las 30 personas) hasta que
leí un letrero que todos los bancos están obligados a tener por ley que
indicaba que si un cliente pasaba más de 30 minutos sin ser atendido podía
hacer un reclamo. Fui atendido a las 7:40, dentro del plazo legal si
consideramos el momento en que saqué mi ticket (7:24), pero con un tiempo mayor
a los 30 minutos si consideramos el momento en que inicié la cola (7:06).
No
me causó sorpresa descubrir que una ley destinada a mejorar el trato a los clientes
había ocasionado que el banco donde el Estado es el mayor accionista los trate
peor que en ningún otra institución financiera, después de todo, el Estado es
el mayor violador de la ley general del trabajo y de la misma constitución
política del Estado, por citar algunos ejemplos. Para lograr cumplir con la
ley, “el banco de los bolivianos”, deja a los bolivianos haciendo filas en la
calle, bajo el calor o el frío inclemente según el lugar y la época, incluso
teniendo espacio para que todos se sienten cómodamente. Y hace esto con el
único propósito de que la diferencia entre el momento en que uno saca el ticket
y es atendido no supere los 30 minutos. El “banco de los bolivianos” merece un
aplauso por la picardía, por la viveza criolla con la que logra atender peor y
maltratar a los compatriotas y al mismo tiempo mejorar en sus estadísticas de
atención al cliente; un aplauso por cumplir la ley, violando el espíritu de la
ley.
Podría
haber reclamado porque efectivamente tardaron más de 30 minutos en atenderme a
mí y a todos los que estaban ahí. Sin embargo consideré que sería una pérdida
de tiempo: el banco es del Estado, y la institución que lo supervisa es del
Estado. El gobierno se protege y se apaña a sí mismo. Entre compadres y
cómplices no se van a molestar.
Santa Cruz de la Sierra, 19/10/17
http://javierpaz01.blogspot.com/
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