Javier
Paz García
Pensadores
como Marx, Mises, Gramsci, Keynes, Hayek o Friedman entendían que las ideas de
los intelectuales tienen una gran influencia en el mundo. “Los hombres
prácticos, que se creen exentos de cualquier influencia intelectual, son
usualmente esclavos de algún economista difunto” escribía Keynes en las notas
finales de su Teoría General.
Sin
embargo, tratar de descifrar la relación entre las ideas imperantes en una
civilización y los hechos históricos de la misma es algo más difícil que
simplemente afirmar que tal relación existe: Antonio Escohotado emprende esa
monumental tarea con afortunado éxito en Los
Enemigos del Comercio. Reminiscente de A
History of Western Philosophy de Bertrand Russell, Escohotado transita
desde los tiempos presocráticos y los inicios de las polis griegas hasta la
revolución francesa, desmenuzando los movimientos filosóficos y analizando cómo
éstos influían y eran influidos por la política, economía y por los
acontecimientos históricos.
El
libro, como su título lo indica, se centra en la influencia de las ideas
contrarias a la propiedad privada, al comercio libre y voluntario, a la
generación de riqueza y a la libertad en general. Desde los admiradores de la
militarista Esparta por sobre la culta y democrática Atenas hasta los albores del
comunismo, Escohotado analiza la evolución de una secta judía cuyo ascenso
coincide (no del todo por coincidencia) con la decadencia del imperio romano y
sumersión de Europa en un periodo de mil años de oscurantismo y estancamiento. Por
supuesto, la Iglesia Católica que históricamente condenó el lucro e incluso la
higiene por ser cosas de este mundo pero no dudó en lucrar del tráfico de almas
vendiendo indultos y salvaciones de papel, juega un rol primordial en este
cuento. Verbigracia, un secretario de Carlos V escribe en 1526 con cierta
jocosidad: “El prepucio de Cristo lo he visto yo personalmente en Roma, Burgos
y Amberes (al parecer existen un total de catorce ejemplares), y tan solo en
Francia hay ya quinientos dientes del niño Jesús. En muchos lugares se conserva
la leche de la Virgen y en otros las plumas del Espíritu Santo.”
Un
hecho que no escapa a la agudeza de Escohotado es la habilidad de los
liberticidad de todas las épocas para elaborar distorsiones semánticas de tal
envergadura que justifiquen la tiranía en nombre de la libertad, la
discriminación en nombre de la igualdad y el fratricidio en nombre de la
fraternidad y para proclamar al verdugo como un salvador, como muy bien lo
ilustran los revolucionarios franceses.
Un
libro exhaustivamente documentado y sobreabundante de citas históricas, de una
agudeza sin par, con ese sentido de lo sarcástico y lo tragicómico muy propio
de los españoles, es un placer de principio a fin.
Santa Cruz de la Sierra, 14/10/16
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