El
inicio del siglo XXI coincidió con la llegada al poder de gobiernos
identificados con el Socialismo del Siglo XXI en casi toda Sudamérica. Hugo
Chávez asumió la presidencia de Venezuela en 1999, Lula da Silva el 2003 en
Brasil, Néstor Kirchner el 2003 seguido en Argentina, Evo Morales el 2006 en
Bolivia, Rafael Correa el 2007 en Ecuador.
El
legado de esta corriente es muy poco halagador. Con respecto a la
institucionalidad han destrozado las instituciones del Estado y la
independencia de poderes, concentrando el poder en manos del presidente. Han
usado la justicia como un instrumento de acoso y persecución política y han
hundido al sistema judicial en el fondo de la corrupción. Se han puesto por
encima de la constitución y las leyes.
Con
respecto la iniciativa empresarial han violentado la propiedad privada y han
generado una camada de empresarios clientelistas, dependientes de la protección
y los privilegios del Estado.
Con
respecto a la libertad de expresión han instituido el reino de la autocensura y
el miedo a opinar contra ellos. Han cerrado, acosado y censurado a medios de
prensa. Han vindicado la violencia y la fuerza como métodos legítimos de
mantener el poder. Han hecho del odio y la venganza un tema discursivo
recurrente.
Con
respecto a la moral y la ética han dejado claro que todo vale para mantenerse
en el poder. Han hecho de la verdad una víctima. Han manipulado la opinión
pública, han comprado jueces y fiscales, han mentido para atacar a sus
adversarios políticos y para protegerse de sus propias ilegalidades y mentiras.
Se han hecho inmensamente ricos. Llegaron con el discurso de acabar con la
corrupción de sus antecesores y fueron exponencialmente más corruptos. Pero
sobre todo han idiotizado a pueblos enteros, que ya no se sorprenden por nada;
pueblos para los cuales un robo de millones de dólares, la mentira permanente,
burda y palpable, el encarcelamiento injusto o el asesinato de un líder
opositor no son razones suficientes para quitar el apoyo al caudillo. Lo más
trágico es que su inmoralidad y corrupción son asumidas como normales por el
pueblo; han corrompido y reducido los estándares morales de toda la ciudadanía.
En
economía han gozado de una bonanza económica que mentirosamente se atribuyen
como mérito propio. Sin embargo han sembrado las bases para una pobreza crónica
que ya es evidente en Venezuela. Han cosechado lo que otros sembraron, pero no
sembraron nada en su lugar y han dilapidado recursos escandalosamente.
Santa
Cruz de la Sierra, 20/03/16
http://javierpaz01.blogspot.com/
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