Javier
Paz García
Aproveché
el feriado para irme al campo, escaparme del bullicio de la ciudad y olvidarme
momentáneamente de las preocupaciones del trabajo. Quería también descansar de
la lectura técnica, dejar de lado, las noticias, los textos de economía y
buscar alguna novela o cuento corto que me invite a la relajación. Fue así que
tuve el acierto de elegir Quietud de Pueblo de Alfredo Flores. El libro es un
compendio de anécdotas, impresiones y recuerdos de la Santa Cruz de la Sierra
de principios del siglo XX, escrito por alguien que ha vivido en grandes
metrópolis y atesora la sencillez, el provincialismo e incluso la pobreza de su
pequeño pueblo natal. El libro no es novela pero su estilo me recordó a las Leyendas
de Gustavo Adolfo Becquer. Tampoco es un tratado sociológico, pero retrata la
forma de vivir y de pensar de la sociedad cruceña de la época.
Quedé
sorprendido por la clarividencia del autor que en su prólogo sostiene:
Algún día el riel revolucionará
el silencio de su ambiente colonial y hará de la tranquila villa provinciana
una ciudad moderna y bulliciosa… Pero entonces ya no gozaremos de ese apacible
sol de la mañana, tan nuestro, tan claro, tan intenso, porque en las ciudades
grandes hasta el brillo del sol parece que perdiera su pureza; ya no veremos
pasar a la hora de la misa a las jovenzuelas cubiertas por negros mantones
largos, ni a las viejas mascullando su rosario, porque el progreso ahuyenta la
ingenuidad de las sencillas almas; ya no oiremos tampoco al pie de la ventana
el rasgueo de las guitarras ni el canto apasionado de los galanes, porque eso
sería ridículo frente a la música infernal de los vehículos y ante la seriedad
gris de las enormes casas modernas… Yo aplaudo a los que hablan de la riqueza
de nuestra tierra, a los que trabajan para atraer la mirada del capital a su
fecundo suelo, para que su transformación de pueblo en ciudad se lleve pronto a
cabo; pero con profundo egoísmo, quizás con sacrílego egoísmo, declaro que
añoraré siempre la rústica hermosura de mi pueblo, su reposo completo, su calma
de aldea, que convida a soñar y es fuente inagotable de poesía.
El
pueblo que don Alfredo Flores describe todavía existe como un anacronismo en
algunos pueblos de la chiquitanía, pero Santa Cruz de la Sierra, para bien y
para mal, es ya la metrópoli que él vaticinó con tristeza y resignación.
Santa Cruz de la Sierra, 27/09/15
http://javierpaz01.blogspot.com/
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