Javier
Paz García
Un
prerrequisito y a la vez una de las grandes ventajas de la sociedad capitalista
es la división del trabajo y la especialización. Yo no tengo que curarme yo
mismo si me duele una muela o fabricar mis propios zapatos, sino que acudo a un
dentista o a un zapatero respectivamente. La división del trabajo hace que la
gente sea más productiva y por lo tanto existan mayores bienes y servicios para
beneficio de la sociedad. De esta forma los miembros de una sociedad cooperan
entre sí. Un zapatero vende su producción y cuando acude a un dentista, le paga
con el fruto de su trabajo. Esta transacción es voluntaria y es una forma de
cooperación social. De hecho, el mercado (tan injustamente vilipendiado) no es
más que la agregación de transacciones voluntarias realizadas entre dos o más
personas en beneficio mutuo.
Es
cierto que hay competencia en el mercado, pero la competencia consiste en
definir quien es más eficiente en la producción de bienes y servicios. En el
mercado gana el que produce una mejor calidad a un menor precio. Es decir, en
el mercado gana el que puede brindar el mayor beneficio al consumidor. Esto de
ninguna manera significa que el mercado no sea un sistema de cooperación para
resolver las necesidades materiales de una sociedad. De hecho es el mejor
sistema de cooperación que existe hasta el momento y todos los intentos de
reemplazar el mercado por una entidad centralizada han fracasado y a menudo han
terminado en tragedias como la experiencia comunista desde la Unión Soviética y
Cuba hasta desastres contemporáneos como Venezuela y Argentina. Reitero
entonces que en lo referente al mercado, cooperación y competencia no son
atributos mutuamente excluyentes.
La
política a menudo nos divide: el nacionalismo exalta la supremacía de ciertas
naciones sobre el resto, el racismo postula que unas razas son mejores que
otras, el proteccionismo demanda que dejemos de cooperar con el resto del mundo
y los políticos son muy hábiles para fomentar los odios, resentimientos y
miedos entre sus votantes. En cambio el mercado permite que cooperemos a nivel
global entre personas de distintos idiomas, razas y nacionalidades, ¡sin
siquiera conocernos! Mi computadora, mi vestimenta y los materiales que
componen mi vivienda fueron hechos por miles de personas alrededor de todo el
mundo, personas que jamás conoceré pero que han colaborado para que yo tenga
ropa, una vivienda y pueda escribir estas líneas.
Santa Cruz de la Sierra, 10/11/13
http://javierpaz01.blogspot.com/
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