Javier
Paz García
Hoy existen miles de personas que están presas en
todo el mundo por consumir o transportar drogas. La mayoría de estas personas
no son violentas y podrían ser parte productiva de la sociedad y sin embargo su
encarcelamiento conlleva un pesado costo. Aparte de lo pecuniario, hay que
agregar un costo mayor: el sufrimiento de las familias de los presos. Y por
supuesto que estar en la cárcel no es ninguna terapia de desintoxicación para
los adictos, ya que incluso en el sitio más controlado por el Estado existen
drogas (así de ineficaces son los Estados para combatirlas). Y si ni siquiera
pueden evitar que las cárceles estén libres de drogas, menos podemos esperar
que lo logren en las calles.
La lucha contra las drogas ha dado el pretexto para
permitir gobiernos policiacos que abusan de los derechos humanos, invaden la
privacidad de los ciudadanos y gastan enormes cantidades en armamentos. Por
ello la ciudadanía no solo pierde por el enorme presupuesto que representa esta
guerra, sino también por la erosión de libertades y garantías producto de
gobiernos represivos.
La lucha contra las drogas genera violencia y
destruye la institucionalidad democrática. Un destacado columnista
frecuentemente equipara a Bolivia con Somalia por la ruta de violencia,
corrupción y desinstitucionalización en la que estamos. Sin embargo el problema
no lo causan las drogas, sino su criminalización: el tráfico de armas, la
creación de carteles y organizaciones criminales, los sicarios y ajustes de
cuenta cada vez más frecuentes no existirían si las drogas fueran legales. Para
ejemplo no existe mejor caso que la época de la prohibición del alcohol en
Estados Unidos que permitió la creación de las mayores organizaciones
criminales de ese país y de “gansters” legendarios como Al Capone y Bugs Moran.
Ni Pablo Escobar ni los inescrupulosos carteles
mejicanos hubieran existido si las drogas fueran legales como lo son el alcohol
o el tabaco; las FARC probablemente hayan dejado de existir hace mucho tiempo;
don Noel Kempff Mercado y tantas personas ilustres no hubieran sido asesinados
por quienes controlan este monopolio creado por los Estados.
La guerra contra las drogas no solo ha sido un
fracaso total, sino que ha traído violencia, terrorismo,
desinstitucionalización, corrupción, cárceles repletas de personas inocentes,
Estados policiacos y abusivos. Deberíamos acabar con esta insensatez.
Santa Cruz de la Sierra, 24/11/13
http://javierpaz01.blogspot.com/
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