miércoles, 27 de noviembre de 2013

El costo de la guerra contra las drogas


Javier Paz García

Hoy existen miles de personas que están presas en todo el mundo por consumir o transportar drogas. La mayoría de estas personas no son violentas y podrían ser parte productiva de la sociedad y sin embargo su encarcelamiento conlleva un pesado costo. Aparte de lo pecuniario, hay que agregar un costo mayor: el sufrimiento de las familias de los presos. Y por supuesto que estar en la cárcel no es ninguna terapia de desintoxicación para los adictos, ya que incluso en el sitio más controlado por el Estado existen drogas (así de ineficaces son los Estados para combatirlas). Y si ni siquiera pueden evitar que las cárceles estén libres de drogas, menos podemos esperar que lo logren en las calles.

La lucha contra las drogas ha dado el pretexto para permitir gobiernos policiacos que abusan de los derechos humanos, invaden la privacidad de los ciudadanos y gastan enormes cantidades en armamentos. Por ello la ciudadanía no solo pierde por el enorme presupuesto que representa esta guerra, sino también por la erosión de libertades y garantías producto de gobiernos represivos.

La lucha contra las drogas genera violencia y destruye la institucionalidad democrática. Un destacado columnista frecuentemente equipara a Bolivia con Somalia por la ruta de violencia, corrupción y desinstitucionalización en la que estamos. Sin embargo el problema no lo causan las drogas, sino su criminalización: el tráfico de armas, la creación de carteles y organizaciones criminales, los sicarios y ajustes de cuenta cada vez más frecuentes no existirían si las drogas fueran legales. Para ejemplo no existe mejor caso que la época de la prohibición del alcohol en Estados Unidos que permitió la creación de las mayores organizaciones criminales de ese país y de “gansters” legendarios como Al Capone y Bugs Moran.

Ni Pablo Escobar ni los inescrupulosos carteles mejicanos hubieran existido si las drogas fueran legales como lo son el alcohol o el tabaco; las FARC probablemente hayan dejado de existir hace mucho tiempo; don Noel Kempff Mercado y tantas personas ilustres no hubieran sido asesinados por quienes controlan este monopolio creado por los Estados.

La guerra contra las drogas no solo ha sido un fracaso total, sino que ha traído violencia, terrorismo, desinstitucionalización, corrupción, cárceles repletas de personas inocentes, Estados policiacos y abusivos. Deberíamos acabar con esta insensatez.

Santa Cruz de la Sierra, 24/11/13

http://javierpaz01.blogspot.com/

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