Javier Paz
García
Cuando
Margaret Thatcher asumió como primer ministra en 1979, Gran Bretaña estaba en
declive político, económico y moral. La economía era altamente estatizada e
ineficiente y el país estaba secuestrado por sindicatos capaces de torcer al
poder político para adquirir mayores rentas y privilegios. Como indica la
edición digital de The Economist, “Ella creía que las naciones podían hacerse
grandes solo si se permitía a los individuos ser libres. Sus luchas tenían un
lema: el derecho de los individuos de dirigir sus propias vidas, tan libres
como sea posible de la micro-administración del Estado”. Thatcher tenía algo
que normalmente adolecen los políticos: principios. Ella tenía principios y no
estaba dispuesta a sacrificarlos por popularidad, por lo que diga la opinión
pública o lo que señalen las encuestas. Incluso estuvo dispuesta a enfrentarse
a su propio partido por defenderlos. Afortunadamente (y esto no es poca cosa)
creía en los principios acertados. Creía en la protección de la libertad
individual como fin supremo del Estado, creía que la libertad creaba las
condiciones propicias para generar desarrollo económico y reducir la pobreza y
creía que el Estado al involucrarse en la actividad económica se convertía en
un obstáculo a la prosperidad. El tiempo le dio la razón: Inglaterra pasó de la
decadencia que algunos veían como inevitable a convertirse nuevamente en una de
las naciones más prósperas del planeta.
Una
de las mayores influencias de Thatcher fue el premio Nobel de economía
Friedrich Hayek quien, luego de experimentar los horrores del nazismo, escribió
Camino a la Servidumbre para advertir a las sociedades libres sobre los
peligros de las políticas colectivistas. Citando nuevamente a The Economist,
“hoy en día, el péndulo se está alejando peligrosamente de los principios que
la Sra. Thatcher defendió. En gran parte del primer mundo, el tamaño del Estado
en la economía ha crecido bastante en años recientes. Las regulaciones –
excesivas, tanto como necesarias – están enredando al sector privado. Las
empresas están bajo tal escrutinio como no lo han estado en 30 años. Los
manifestantes protestan contra la existencia misma de la industria bancaria. Y
con el auge de China, el control estatal, y no el liberalismo económico, está
siendo alabado como modelo para países emergentes. Para un mundo en desesperada
necesidad de crecimiento, esta es la dirección equivocada… Lo que el mundo
necesita ahora es más thatcherismo y no menos.”
Santa Cruz de la
Sierra, 14/04/13
http://javierpaz01.blogspot.com/
1 comentario:
Una vieja bruja homicida, nada más. No era liberal cuando se apuró a torpedear un viejo buque argentino matando 350 marineros para asegurarse que la guerra de Malvinas no se le escapara de las manos. No sea que las negociaciones de paz funcionaran. Acudió al tribalismo más elemental, al nacionalismo más rasposo, a los argumentos de sangre derramada para ganarse otra elección.
Y no hizo otra cosa: cambió algo a Inglaterra y al mundo nada porque en Rusia, China, Europa Oriental estaban en marcha los mecanismos para el cambio, no dependían de quien fuera la premier británica. Hay un mito anglosajón acerca de que es una gran transformadora de la Historia y básicamente se la pasó sacándose fotos con los verdaderos protagonistas.
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