Javier Paz
García
Quienes
defendemos la economía de mercado por sobre el estatismo a menudo somos
catalogados de defensores de intereses oscuros, títeres de los ricos y
poderosos. Esto es una forma de falacia ad
hominem donde se deja de lado los argumentos y se ataca a la persona. Para
dar un ejemplo de esta falacia, yo puedo decir que la Tierra gira alrededor del
sol debido a la atracción gravitacional que existe entre ambos; otra persona
podría tratar de desacreditarme diciendo que eso no es cierto porque yo
defiendo los intereses de los científicos, o que no deben creerme porque una
vez me pasé un semáforo en rojo. En este ejemplo, mi crítico se abstiene
totalmente de criticar el argumento presentado por mí, y en vez de ello, me
critica a mí directamente. Mi argumento puede ser cierto o falso, pero ello no
depende de si defiendo ciertos intereses o si me paso los semáforos en rojo; atacarme
a mí es una forma de distracción precisamente para no tener que discutir la
idea. Por supuesto no es cierto que los liberales defendamos a los ricos,
aunque sí defendemos el derecho a que cualquier persona se pueda enriquecer
mediante el trabajo y la innovación. Es un error suponer que un empresario o un
rico por serlo, defiende el libre mercado. Siempre existirán empresarios en
busca de rentas estatales, subsidios, leyes que los protejan de la competencia,
siempre habrá empresarios dispuestos a amarrarse o tomar el poder político para
extraer privilegios. Esto no tiene nada que ver con liberalismo.
Otra
falacia ad hominem es catalogarnos
como egoístas consumados, personas sin escrúpulos que no tienen más Dios que el
dinero y el ánimo de lucro y que están dispuestos a vender a su madre por ganar
unos centavos. Por supuesto abundan los liberales profundamente religiosos, o
quienes incluso siendo ateos o agnósticos son esposos y padres abnegados,
ayudan a sus comunidades, donan sus fortunas a la beneficencia, se preocupan
por el bienestar de los más pobres, apoyan a escuelas y hospitales, etc. Y
también abundan entre los estatistas y socialistas personas sin escrúpulos, que
proclaman defender a los pobres y se enriquecen a costa del Estado, personas
que se atribuyen una moralidad superior pero que engañan a sus parejas o no
pagan la pensión de sus hijos. Por lo tanto este argumento es fácilmente
desacreditado con unos abundantes contraejemplos.
Otra
falacia es decir que a los defensores del libre mercado no nos interesan los
pobres y los asalariados. Para desacreditar esta idea solo basta notar que hay
menos pobres en los países capitalistas y que los trabajadores en estos países
tienen mejores salarios, mejores condiciones laborales y mejores niveles de
vidas que sus pares viviendo en países de tendencia o tradición estatista.
¿Cuántos obreros bolivianos quieren irse a Estados Unidos a trabajar? ¿Cuántos
obreros estadounidenses quieren ir a Bolivia a trabajar? Los hechos hablan por
sí solos. Es irónico que los socialistas, quienes dicen defender a los trabajadores
y a los pobres, defiendan un sistema que empobrece a los trabajadores y a los
pobres.
Santa Cruz de la
Sierra, 16/11/12
http://javierpaz01.blogspot.com/
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