Javier Paz
García
El
partido de gobierno ha demostrado una capacidad inaudita para manipular hechos,
tergiversar ideas y mentir descaradamente y sin el menor rubor. A su vez el
gobierno está integrado por personas que en su mayoría sobresalen por
ignorantes e incultas. Los escasos militantes de quienes uno puede suponer una
adecuada formación profesional y una aceptable capacidad intelectual están tan
enfrascados en su visión marxista de la historia, que no pueden dejar de lado
ese sesgo a la hora de interpretar y entender la realidad. Es por ello que
cuando los personeros del gobierno repiten incesantemente que en Bolivia hay
seguridad jurídica, yo no sé si están mintiendo conscientemente, o realmente
creen lo que están diciendo.
Tal
vez creen que la seguridad jurídica consiste en la palabra que pueda empeñar el
presidente, el vicepresidente o sus ministros. Pero eso es clientelismo
dependiente del ánimo del caudillo y sus secuaces.
Reportes
de instituciones serias e independientes clasifican a Bolivia entre los países
con mayor inseguridad jurídica en el mundo. Por ejemplo según el índice de
libertad económica de la fundación Heritage y el Wall Street Journal, Bolivia
ocupa el puesto número 166 en la protección a los derechos de propiedad y el
puesto número 113 en corrupción de un total de 179 países.
Es
que no tiene sentido repetir que en Bolivia existe seguridad jurídica cuando
nadie confía en la justicia, los juicios duran una eternidad y son ganados por
quien tiene más dinero o conexiones políticas; cuando los avasallamientos de
propiedades agrícolas y terrenos urbanos son cosa de todos los días y la
justicia ampara más a los avasalladores que a los dueños legítimos; cuando
cualquier bellaco puede bloquear una carretera por cualquier motivo y paralizar
el aparato productivo nacional por el tiempo que le dé la gana sin que el
Estado haga nada; cuando las empresas son estatizadas por decreto y sin justa
compensación; cuando ni el mismo gobierno cumple la constitución y las leyes;
cuando los magistrados juegan a las adivinanzas con hojas de coca para decidir
sus fallos; cuando a cada rato los mineros se matan entre sí, expulsan empresas
y secuestran trabajadores; cuando el productor agrícola está a la merced de un
burócrata que le puede dar o negar un permiso de exportación; cuando países
ideológicamente cercanos otorgan asilo a perseguidos políticos; cuando existen
miles de presos sin sentencias; cuando el presidente proclama odios y amenazas
hacia el sector empresarial nacional y extranjero (aunque luego garantice la
seguridad jurídica).
Bolivia
es uno de los países con menos seguridad jurídica del mundo. Desgraciadamente
ni siquiera podemos afirmar que estamos mejorando. Sería interesante poder
preguntarles a nuestros gobernantes qué entienden por seguridad jurídica y en
qué se basan para afirmar que en Bolivia existe tal.
Santa Cruz de la
Sierra, 06/07/12
http://javierpaz01.blogspot.com/
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