Javier Paz
García
Debo
confesar que a menudo me parece vacío el debate entre derechas e izquierdas. La
razón es que estas etiquetas pueden significar tantas cosas que al final no
significan nada y es frecuente que individuos o partidos políticos que son
catalogados como pertenecientes a bandos opositores tengan casi todo en común.
El más notorio ejemplo de este vacío de significados es el de catalogar a Lenin
y Stalin como representantes de la izquierda y a Hitler y Mussolini como
representantes de la derecha. Incluso dejando de lado el hecho que “nazi” es el
acrónimo de “nacional socialismo” y que Mussolini fue miembro destacado del
Partido Socialista Italiano, estos cuatro dictadores tienen en común que instalaron
regímenes de terror en sus países, eliminaron la disidencia, aniquilaron la
prensa independiente reemplazándola por aparatos propagandísticos controlados
por ellos, ejercieron control sobre el pensamiento, las ideas, la literatura,
las ciencias, creando sistemas de espionaje y terror entre la población y entre
los mismos funcionarios del partido, hicieron uso arbitrario y cotidiano de la violencia
como método de acción. En fin hicieron todo lo necesario para perpetuarse en el
poder y tener el control total: político, económico, cultural e intelectual.
Alguien
podrá objetar que lo que los distingue es que los primeros abolieron la
propiedad privada. Es cierto que bajo Hitler y Mussolini ésta existía, pero
quienes no actuaban de acuerdo a los designios del dictador la perdían o peor
aún, perdían la vida. La potestad que los dictadores tenían de disponer de
vidas y haciendas equivale a una anulación casi total de la propiedad privada.
Tanto el gerente de una fábrica comunista como el propietario de una fábrica en
la Alemania nazi tenían que dar gusto a sus respectivos dictadores a riesgo
incluso de sus propias vidas: ni el uno ni el otro eran dueños de nada.
Otros
dirán que Hitler y Stalin se odiaban. A esto diré que las monarquías de Francia
e Inglaterra estuvieron en guerras mutuas por siglos y esto no significa que
quisieran abolir el sistema monárquico, simplemente querían más poder que su
vecino.
De la misma manera, son más las similitudes
que las diferencias entre Fidel Castro y Francisco Franco o entre Hugo Chávez y
José Gaspar Rodríguez de Francia. Todos son dictadores y son nimiedades las que
colocan a unos en la izquierda y a otros en la derecha.
He
citado casos extremos y paradigmáticos, pero esta ambivalencia o vacío en el
significado de “izquierda” y “derecha” se da a todo nivel en el debate
político. De hecho, los políticos a menudo utilizan estas etiquetas como una
forma de huir al debate. Catalogan al contrincante como “miembro de la derecha”
(o de la izquierda) y continúan con una sarta de insultos que nada tienen que
ver con presentar ideas y debatir propuestas.
Santa Cruz de la
Sierra, 12/07/12
http://javierpaz01.blogspot.com/
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