Javier Paz García
Primero quiero hacer notar la ironía de que el gobierno pretenda regular la educación privada, cuando la educación pública es un desastre.
Hablando específicamente sobre regular los precios, la decisión de un padre de familia sobre a cuál colegio inscribir a sus hijos o cuánto pagar es estrictamente personal y voluntaria: un colegio no puede obligar a los padres inscribir a sus hijos ahí si los padres consideran que lo que cobra dicho colegio es demasiado. Esto debería ser razón suficiente para que el Estado no intervenga en la definición de costos de los colegios privados.
Hay colegios privados a todo precio. Un padre de familia puede elegir colegios privados que cuesten desde $us 10.- por mes hasta $us 300.-. Si estos montos le parecen altos, tiene la opción de meter a sus hijos en los peores colegios del sistema educativo boliviano (los colegios públicos, por supuesto) y así incluso ganar un bono a fin de año. Por lo tanto los costos de la educación escolar pueden variar desde montos mayores a los $us 3000 anuales hasta una ganancia de Bs. 200.-. El padre que no quiere o no puede pagar una cantidad x por la educación de sus hijos, tiene muchas opciones para pagar menos que x en varios colegios. Esto debería ser razón suficiente para que el Estado no intervenga en la definición de costos de los colegios privados.
En general en todos los ámbitos y también con respecto a la educación, una mayor calidad requiere un mayor costo. Los colegios más caros son generalmente los mejores porque sus cuotas altas les permiten atraer a los mejores educadores, construir mejor infraestructura, enseñar con la mejor tecnología, etc. Forzar a los colegios a que cobren menos matrículas y mensualidades es condenarlos a reducir la calidad de la enseñanza que imparten (la caída de la calidad no es necesariamente inmediata a la reducción de precios, pero a la larga es inexorable). Esto debería ser razón suficiente para que el Estado no intervenga en la definición de costos de los colegios privados.
Cuando el Estado obliga a los colegios privados a reducir sus precios, a su vez reduce la calidad de la educación, hace que el país sea menos competitivo con respecto a otros países, le limita la posibilidad de desarrollar tecnología, la cual requiere una alta inversión en capital humano y por supuesto limita el potencial de reducir la pobreza en el país.
Si los padres tienen la opción de pagar lo que deseen o incluso no pagar nada por la educación de los hijos; si la decisión sobre qué presupuesto asignar para la educación de los hijos y a que colegio inscribirlos es hecha de manera libre y voluntaria; si reducir las mensualidades significa reducir la calidad de la educación privada, y esto a su vez implica una pérdida de competitividad y mayor pobreza para el país; si el Estado no tiene argumentos para intervenir en la educación privada, dado que la educación pública boliviana es de las peores del mundo; entonces uno se pregunta, ¿a qué santos se meten?
Santa Cruz de la Sierra, 08/01/10
domingo, 17 de enero de 2010
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