Javier Paz García
En días pasados estuvo en el país María Corina Machado, presidenta de SUMATE, un movimiento ciudadano en Venezuela dedicado a construir democracia concienciando a los habitantes de aquel país a cumplir con sus deberes ciudadanos y a exigir sus derechos. La tesis de María Corina es que Hugo Chávez está “destruyendo la democracia democráticamente”. Es decir, mediante el uso de medios democráticos, como las elecciones y referendos, ha logrado socavar el sistema democrático de derecho en Venezuela. Esto lo lleva a cabo mediante un control absoluto del sistema electoral, donde las elecciones se hacen a su medida; un uso abusivo y ventajista del aparato estatal, usando los recursos del Estado para hacer campañas políticas y obligando a medios privados de televisión a transmitir sus discursos y actos públicos; y finalmente atemorizando a la población, con represalias para quienes voten en contra del presidente o para quienes se opongan al gobierno de alguna forma.
El control y la manipulación de las elecciones, el ventajismo electoral mediante el uso abusivo de los recursos públicos, y la campaña de terror y silenciamiento para quienes se opongan al régimen hacen que los procesos electorales sean casi imposibles de perder. Además, el régimen tiene la participación cómplice de instituciones que supuestamente velan por la democracia y los derechos humanos como la OEA y el Centro Carter. Estas instituciones le dan legitimidad internacional a un régimen tan democrático como el de Mussolini. En Bolivia por ejemplo, poco o nada han dicho sobre el voto comunitario, a costa por supuesto de su propia credibilidad y relevancia; nadie puede esperar nada serio de la OEA de José Miguel Insulza.
La lección que nos trae María Corina es que el régimen totalitario de Hugo Chávez consta de un plan muy bien elaborado y ejecutado para tener el control absoluto del país y perpetuarse en el poder; que parte de la estrategia consiste en infundir el miedo en la población, en especial entre los líderes de oposición, para que así nadie se atreva a retar al régimen, por miedo a las represalias; que no hacer nada es precisamente lo que el gobierno quiere que hagamos; que no hacer nada por miedo a las represalias, conlleva a que las futuras generaciones vivan con miedo y sin libertad. La lección más importante entonces es que hay que sobreponerse al miedo, y organizarse como sociedad para defender los derechos de todos. Es la única forma de hacerle frente a un régimen como el de Chávez.
Evo Morales, bajo la tutela de Chávez, está llevando a cabo un plan similar con el mismo objetivo: tener el control absoluto del país y perpetuarse en el poder. La buena noticia es que Morales no está tan avanzando como Chávez y que la oposición boliviana tiene en el caso venezolano una hoja de ruta sobre lo que se debe y no se debe hacer. Esperemos que nuestros líderes también tengan la sabiduría cuando tomen decisiones.
Santa Cruz de la Sierra, 31/07/09
viernes, 31 de julio de 2009
El credo y el reto liberal
Javier Paz García
Carlos Alberto Montaner, coautor de El Manual del perfecto idiota latinoamericano y El regreso del idiota (libro que por cierto describe a Hugo Chávez y a Evo Morales) a menudo habla de un credo liberal. Lo transcribo a continuación de un reciente artículo suyo:
1.- Creemos en la libertad y la responsabilidad individuales como valor supremo de la comunidad.
2.- Creemos en la propiedad privada, para que ambas −libertad y responsabilidad− puedan ser realmente ejercidas.
3.- Creemos en la convivencia dentro de un Estado de Derecho regido por una Constitución que salvaguarde los derechos inalienables de la persona.
4.- Creemos en que el mercado −un mercado abierto a la competencia y sin controles de precios− es la forma más eficaz o menos imperfecta de realizar las transacciones económicas.
5.- Creemos en la supremacía de una sociedad civil formada por ciudadanos, no por súbditos, que voluntaria y libremente segrega cierto tipo de Estado para su disfrute y beneficio, y no al revés.
6.- Creemos en la democracia representativa como método para la toma de decisiones colectivas, siempre y cuando se respeten los derechos de las minorías.
7.- Creemos en que el gobierno-mientras menos, mejor- siempre compuesto por servidores públicos, totalmente obediente a las leyes, debe estar sujeto a la inspección de los ciudadanos.
Y es que la doctrina liberal tiene como objetivo crear sociedades de ciudadanos libres y prósperos. El liberalismo no es, como sus detractores pretenden, una doctrina de dominación y de subdesarrollo. El liberalismo tampoco es sinónimo de derecha (que puede significar muchas cosas). No es dictadura ni autoritarismo, ni fascismo, ni racismo. Un liberal no cree en ciudadanos de primera y de segunda, no cree deban existir privilegiados que se sitúen encima de la ley y no cree en leyes que discriminen a los ciudadanos.
Los latinoamericanos tenemos una rica herencia liberal, de la cual debemos sentirnos orgullosos. Fueron corrientes liberales las que despertaron las ansias de libertad en el continente y produjeron a hombres como George Washington, Simón Bolívar o Pedro Domingo Murillo.
El liberalismo es una doctrina que lucha contra la opresión y contra la pobreza.
Sin embargo hoy el liberalismo es una mala palabra en gran parte del mundo y especialmente en Latinoamérica. Por ello, el reto de quienes creemos que la libertad del ser humano es un valor supremo tenemos el difícil reto de desnudar los prejuicios que existen en torno a la doctrina liberal.
Es una terea monumental que sin embargo debemos cumplir si queremos darle a futuras generaciones la posibilidad de convivir en paz, libertad y prosperidad.
Santa Cruz de la Sierra, 27/07/09
Carlos Alberto Montaner, coautor de El Manual del perfecto idiota latinoamericano y El regreso del idiota (libro que por cierto describe a Hugo Chávez y a Evo Morales) a menudo habla de un credo liberal. Lo transcribo a continuación de un reciente artículo suyo:
1.- Creemos en la libertad y la responsabilidad individuales como valor supremo de la comunidad.
2.- Creemos en la propiedad privada, para que ambas −libertad y responsabilidad− puedan ser realmente ejercidas.
3.- Creemos en la convivencia dentro de un Estado de Derecho regido por una Constitución que salvaguarde los derechos inalienables de la persona.
4.- Creemos en que el mercado −un mercado abierto a la competencia y sin controles de precios− es la forma más eficaz o menos imperfecta de realizar las transacciones económicas.
5.- Creemos en la supremacía de una sociedad civil formada por ciudadanos, no por súbditos, que voluntaria y libremente segrega cierto tipo de Estado para su disfrute y beneficio, y no al revés.
6.- Creemos en la democracia representativa como método para la toma de decisiones colectivas, siempre y cuando se respeten los derechos de las minorías.
7.- Creemos en que el gobierno-mientras menos, mejor- siempre compuesto por servidores públicos, totalmente obediente a las leyes, debe estar sujeto a la inspección de los ciudadanos.
Y es que la doctrina liberal tiene como objetivo crear sociedades de ciudadanos libres y prósperos. El liberalismo no es, como sus detractores pretenden, una doctrina de dominación y de subdesarrollo. El liberalismo tampoco es sinónimo de derecha (que puede significar muchas cosas). No es dictadura ni autoritarismo, ni fascismo, ni racismo. Un liberal no cree en ciudadanos de primera y de segunda, no cree deban existir privilegiados que se sitúen encima de la ley y no cree en leyes que discriminen a los ciudadanos.
Los latinoamericanos tenemos una rica herencia liberal, de la cual debemos sentirnos orgullosos. Fueron corrientes liberales las que despertaron las ansias de libertad en el continente y produjeron a hombres como George Washington, Simón Bolívar o Pedro Domingo Murillo.
El liberalismo es una doctrina que lucha contra la opresión y contra la pobreza.
Sin embargo hoy el liberalismo es una mala palabra en gran parte del mundo y especialmente en Latinoamérica. Por ello, el reto de quienes creemos que la libertad del ser humano es un valor supremo tenemos el difícil reto de desnudar los prejuicios que existen en torno a la doctrina liberal.
Es una terea monumental que sin embargo debemos cumplir si queremos darle a futuras generaciones la posibilidad de convivir en paz, libertad y prosperidad.
Santa Cruz de la Sierra, 27/07/09
miércoles, 22 de julio de 2009
¿Existe pluralismo democrático en Bolivia?
Javier Paz García
Algunos opinan decididamente que sí existe. Argumentan por ejemplo que los medios de prensa son muy críticos de Morales, que existe separación de poderes, que Evo no controla al legislativo y al judicial, que vivimos en un país donde cualquiera puede opinar libremente o cosas por el estilo.
Efectivamente, en Bolivia no ha desaparecido el pluralismo democrático, pero también es innegable que el mismo se encuentra bajo un ataque constante y un debilitamiento por parte del partido de gobierno. Los cercos al Congreso, la quema de la prefectura de Cochabamba, el amedrentamiento a la prensa, los latigazos Marcial Fabricano, el descabezamiento del Poder Judicial, el veto para hacer campaña en las zonas masistas son apenas algunos ejemplos que demuestran fehacientemente que el pluralismo democrático en Bolivia está en crisis.
La ciudadanía no debería esperar a que Evo declarase que Bolivia va a tener partido único o que confisque los medios de prensa independiente. El totalitarismo y las actitudes antidemocráticas del Jefe de Gobierno son evidentes y deberían ser castigas mediante el voto.
Desafortunadamente, es difícil que aquello suceda. Los bolivianos tienen una deficiente cultura democrática, y tienden a poner al caudillo por encima de las instituciones. Evo es el nuevo caudillo, y tiene enamorada a las masas como antes lo hicieran Belzu o Barrientos. Y como sucedió con estos caudillos, el pueblo entenderá (ya lo entiende) que vivimos en tiempos especiales, y que Evo tiene sobrados justificativos para ponerse por encima de la ley y quebrantarla a gusto, entenderá que si alguien es encarcelado sin debido proceso, es porque se lo merece y porque los supremos intereses del país no se pueden frenar a causa de trabas procedimentales (leyes burguesas diría Marx).
Bajo argumentos populistas, Evo obtendrá seguramente el apoyo mayoritario de la población, y el abanico de partidos políticos de oposición será usado como un argumento adicional para mostrar el pluralismo democrático. Con seguridad la OEA, de la mano de Insulza (de la mano de Chávez), avalarán los resultados y congratularán al país por su sólida democracia.
Personalmente no soy optimista sobre el futuro cercano, vislumbro un deterioro en las garantías y derechos de los ciudadanos, supongo que no vamos a llegar al punto donde se declare un partido único, ya que eso no es necesario, y mantener varios enanos en el juego le da legitimidad al régimen. También estoy seguro que incluso si llegásemos a ese extremo, igual existirían apologistas asegurándonos que en Bolivia sí existe pluralismo democrático. Total, la mentira repetida hasta el cansancio termina siendo verdad.
La Paz, 15/07/09
Algunos opinan decididamente que sí existe. Argumentan por ejemplo que los medios de prensa son muy críticos de Morales, que existe separación de poderes, que Evo no controla al legislativo y al judicial, que vivimos en un país donde cualquiera puede opinar libremente o cosas por el estilo.
Efectivamente, en Bolivia no ha desaparecido el pluralismo democrático, pero también es innegable que el mismo se encuentra bajo un ataque constante y un debilitamiento por parte del partido de gobierno. Los cercos al Congreso, la quema de la prefectura de Cochabamba, el amedrentamiento a la prensa, los latigazos Marcial Fabricano, el descabezamiento del Poder Judicial, el veto para hacer campaña en las zonas masistas son apenas algunos ejemplos que demuestran fehacientemente que el pluralismo democrático en Bolivia está en crisis.
La ciudadanía no debería esperar a que Evo declarase que Bolivia va a tener partido único o que confisque los medios de prensa independiente. El totalitarismo y las actitudes antidemocráticas del Jefe de Gobierno son evidentes y deberían ser castigas mediante el voto.
Desafortunadamente, es difícil que aquello suceda. Los bolivianos tienen una deficiente cultura democrática, y tienden a poner al caudillo por encima de las instituciones. Evo es el nuevo caudillo, y tiene enamorada a las masas como antes lo hicieran Belzu o Barrientos. Y como sucedió con estos caudillos, el pueblo entenderá (ya lo entiende) que vivimos en tiempos especiales, y que Evo tiene sobrados justificativos para ponerse por encima de la ley y quebrantarla a gusto, entenderá que si alguien es encarcelado sin debido proceso, es porque se lo merece y porque los supremos intereses del país no se pueden frenar a causa de trabas procedimentales (leyes burguesas diría Marx).
Bajo argumentos populistas, Evo obtendrá seguramente el apoyo mayoritario de la población, y el abanico de partidos políticos de oposición será usado como un argumento adicional para mostrar el pluralismo democrático. Con seguridad la OEA, de la mano de Insulza (de la mano de Chávez), avalarán los resultados y congratularán al país por su sólida democracia.
Personalmente no soy optimista sobre el futuro cercano, vislumbro un deterioro en las garantías y derechos de los ciudadanos, supongo que no vamos a llegar al punto donde se declare un partido único, ya que eso no es necesario, y mantener varios enanos en el juego le da legitimidad al régimen. También estoy seguro que incluso si llegásemos a ese extremo, igual existirían apologistas asegurándonos que en Bolivia sí existe pluralismo democrático. Total, la mentira repetida hasta el cansancio termina siendo verdad.
La Paz, 15/07/09
La estafa de las pensiones estatales
Javier Paz García
Los sistemas de pensiones administrados por los Estados son uno de los mayores fraudes que existen en contra de las clases trabajadoras del mundo.
Un fondo de pensiones consiste en un aporte que el trabajador realiza de su salario. Este aporte en teoría es administrado por profesionales que realizan inversiones con esos dineros para ganar un interés. Cuando el trabajador se jubila, debe recibir una pensión proveniente de los propios aportes realizados, más los intereses que ganó de los mismos.
Para dar un ejemplo, supongamos que un trabajador ganó Bs. 4.000 mensuales durante toda su vida laboral y que aportaba el 1% de esos fondos (Bs. 40) a un fondo de pensión. Supongamos que el fondo de pensión tuvo una rentabilidad de 4% anual (en la actualidad los fondos de pensiones en Bolivia tienen una rentabilidad de entre 7% y 8% anual).
Si esta persona trabajó y aportó Bs. 40 mensuales por 30 años, entonces su fondo individual debería tener Bs. 27.762. En el caso extremo en que el fondo hubiera ganado 0% de interés (es decir, los administradores recibieron el dinero y lo metieron debajo de su colchón) el trabajador al jubilarse luego de 30 años de aporte debería tener Bs. 14.400 (40 Bs por mes x 12 meses x 30 años).
Sin embargo lo que a menudo sucede es que el trabajador recibe menos de lo que aporta. En estos casos, hubiera sido mejor que el mismo trabajador, guarde su plata debajo de su colchón.
Esto sucede porque los aportes de los trabajadores asalariados van a las arcas de los gobiernos y éstos los gastan a discreción, y cuando toca devolver esos fondos (que no son del Estado, pero que el Estado los gastó como si fueran propios), pues no hay dinero.
Es triste que a pesar que muchos son conscientes de la estafa, no pueden librarse de ella, ya que casi siempre los aportes son obligatorios ¡los obligan a perder plata! Y quienes más se perjudican de la estafa, son precisamente los sectores más pobres de la sociedad, quienes en muchos casos no han ahorrado por su cuenta lo suficiente para tener una holgada vejez, personas cuyos únicos ahorros son sus aportes a un fondo de pensión estatal obligatorio. Personas que pudieran tener una jubilación decente si sus aportes hubieran ganado intereses a un 4%, 5%, 6% o 7%, pero que van a tener que seguir trabajando porque sus aportes tienen un descuento de -10%, -20% o -50%.
Como ya dije antes, esto sucede en muchos países y Bolivia no ha sido la excepción. Precisamente para evitar que la estafa se sigua repitiendo, en Bolivia se establecieron las Administradoras de Fondo de Pensiones (AFP), para que el dinero de quienes aportan sea manejados por profesionales, sin influencia política, y así garantizar un uso adecuado de los fondos. Las entidades privadas son casi siempre más eficientes que el Estado en la administración de las pensiones, dándole al trabajador un retorno superior. En Bolivia por lo menos éste ha sido el caso. Dada la evidencia contundente en tal sentido, un gobierno que se preocupa por los trabajadores, debería mantener los fondos privados, realizando la supervisión y control respectivos.
La Paz, 10/07/09
Los sistemas de pensiones administrados por los Estados son uno de los mayores fraudes que existen en contra de las clases trabajadoras del mundo.
Un fondo de pensiones consiste en un aporte que el trabajador realiza de su salario. Este aporte en teoría es administrado por profesionales que realizan inversiones con esos dineros para ganar un interés. Cuando el trabajador se jubila, debe recibir una pensión proveniente de los propios aportes realizados, más los intereses que ganó de los mismos.
Para dar un ejemplo, supongamos que un trabajador ganó Bs. 4.000 mensuales durante toda su vida laboral y que aportaba el 1% de esos fondos (Bs. 40) a un fondo de pensión. Supongamos que el fondo de pensión tuvo una rentabilidad de 4% anual (en la actualidad los fondos de pensiones en Bolivia tienen una rentabilidad de entre 7% y 8% anual).
Si esta persona trabajó y aportó Bs. 40 mensuales por 30 años, entonces su fondo individual debería tener Bs. 27.762. En el caso extremo en que el fondo hubiera ganado 0% de interés (es decir, los administradores recibieron el dinero y lo metieron debajo de su colchón) el trabajador al jubilarse luego de 30 años de aporte debería tener Bs. 14.400 (40 Bs por mes x 12 meses x 30 años).
Sin embargo lo que a menudo sucede es que el trabajador recibe menos de lo que aporta. En estos casos, hubiera sido mejor que el mismo trabajador, guarde su plata debajo de su colchón.
Esto sucede porque los aportes de los trabajadores asalariados van a las arcas de los gobiernos y éstos los gastan a discreción, y cuando toca devolver esos fondos (que no son del Estado, pero que el Estado los gastó como si fueran propios), pues no hay dinero.
Es triste que a pesar que muchos son conscientes de la estafa, no pueden librarse de ella, ya que casi siempre los aportes son obligatorios ¡los obligan a perder plata! Y quienes más se perjudican de la estafa, son precisamente los sectores más pobres de la sociedad, quienes en muchos casos no han ahorrado por su cuenta lo suficiente para tener una holgada vejez, personas cuyos únicos ahorros son sus aportes a un fondo de pensión estatal obligatorio. Personas que pudieran tener una jubilación decente si sus aportes hubieran ganado intereses a un 4%, 5%, 6% o 7%, pero que van a tener que seguir trabajando porque sus aportes tienen un descuento de -10%, -20% o -50%.
Como ya dije antes, esto sucede en muchos países y Bolivia no ha sido la excepción. Precisamente para evitar que la estafa se sigua repitiendo, en Bolivia se establecieron las Administradoras de Fondo de Pensiones (AFP), para que el dinero de quienes aportan sea manejados por profesionales, sin influencia política, y así garantizar un uso adecuado de los fondos. Las entidades privadas son casi siempre más eficientes que el Estado en la administración de las pensiones, dándole al trabajador un retorno superior. En Bolivia por lo menos éste ha sido el caso. Dada la evidencia contundente en tal sentido, un gobierno que se preocupa por los trabajadores, debería mantener los fondos privados, realizando la supervisión y control respectivos.
La Paz, 10/07/09
Trabajo y dignidad
Javier Paz García
Para la mayoría de las personas, tener un trabajo que les permita mantener a su familia es una fuente de autoestima, de valoración propia y de sentimiento de dignidad. Al contrario estar desempleado por prolongados periodos de tiempo puede causar la pérdida de autoestima e incluso traumas en la familia.
En ese sentido, creo que podemos hablar de un país con dignidad, cuando sus habitantes tienen trabajo, cuando los padres tienen la posibilidad de dar cada vez mejores condiciones de vida a sus hijos, cuando las personas tienen la satisfacción de haber conseguido lo que tienen por esfuerzo propio, sin que nadie se los haya regalado.
Más allá de las intenciones políticas y electorales de Evo Morales, los bonos Juancito Pinto y Juana Azurduy creados por este gobierno tienen el propósito de combatir la pobreza (no incluyo la Renta Dignidad, ya que ésta fue creada por otro gobierno bajo el nombre de Bonosol). Sin embargo por otro lado el gobierno lleva a cabo otras políticas que exacerban el desempleo y la pobreza.
Por ejemplo es lamentable lo que hace el gobierno actual para cerrar mercados, trabar negociaciones, prohibir exportaciones, rechazar tratados de libre comercio y agriar las relaciones con otros países. Todas estas medidas, tienen como resultado la pérdida de puestos de empleo en el país, ya sea porque las empresas cierran o se achican, ya sea porque se trasladan al Perú, ya sea porque los inversionistas deciden no invertir en el país. Es inconcebible que un gobierno boicotee Tratados de Libre Comercio con mercados tan importantes como lo son Estados Unidos y la Unión Europea y que pretenda reemplazar esos mercados con Cuba y Venezuela ¡todo en nombre de la dignidad! Y no es que esté en contra de comerciar con Cuba o Venezuela, de hecho estoy de acuerdo, pero estaríamos mejor si tuviésemos tratados de comercio con Cuba, Venezuela, Estados Unidos, y la Unión Europea.
De la misma manera, no necesariamente me opongo a la política asistencialista, la cual puede ayudar a reducir la pobreza en el corto plazo, pero sería mejor tener un plan integral de desarrollo que haga estos planes innecesarios en el largo plazo y permita a los bolivianos la dignidad de ganarse el pan de cada día, sin limosnas. No hay nada que impida tener una política social asistencialista y a la vez crear condiciones que hagan que la empresa privada crezca y se fortalezca, absorbiendo así las necesidades de empleo de la población. Desafortunadamente, el actual gobierno pone lo político por sobre lo económico, mira a los mercados más grandes del mundo como imperialistas y al sector privado nacional como enemigo número dos. Así es difícil que haya más trabajo y dignidad.
La Paz, 02/07/09
Para la mayoría de las personas, tener un trabajo que les permita mantener a su familia es una fuente de autoestima, de valoración propia y de sentimiento de dignidad. Al contrario estar desempleado por prolongados periodos de tiempo puede causar la pérdida de autoestima e incluso traumas en la familia.
En ese sentido, creo que podemos hablar de un país con dignidad, cuando sus habitantes tienen trabajo, cuando los padres tienen la posibilidad de dar cada vez mejores condiciones de vida a sus hijos, cuando las personas tienen la satisfacción de haber conseguido lo que tienen por esfuerzo propio, sin que nadie se los haya regalado.
Más allá de las intenciones políticas y electorales de Evo Morales, los bonos Juancito Pinto y Juana Azurduy creados por este gobierno tienen el propósito de combatir la pobreza (no incluyo la Renta Dignidad, ya que ésta fue creada por otro gobierno bajo el nombre de Bonosol). Sin embargo por otro lado el gobierno lleva a cabo otras políticas que exacerban el desempleo y la pobreza.
Por ejemplo es lamentable lo que hace el gobierno actual para cerrar mercados, trabar negociaciones, prohibir exportaciones, rechazar tratados de libre comercio y agriar las relaciones con otros países. Todas estas medidas, tienen como resultado la pérdida de puestos de empleo en el país, ya sea porque las empresas cierran o se achican, ya sea porque se trasladan al Perú, ya sea porque los inversionistas deciden no invertir en el país. Es inconcebible que un gobierno boicotee Tratados de Libre Comercio con mercados tan importantes como lo son Estados Unidos y la Unión Europea y que pretenda reemplazar esos mercados con Cuba y Venezuela ¡todo en nombre de la dignidad! Y no es que esté en contra de comerciar con Cuba o Venezuela, de hecho estoy de acuerdo, pero estaríamos mejor si tuviésemos tratados de comercio con Cuba, Venezuela, Estados Unidos, y la Unión Europea.
De la misma manera, no necesariamente me opongo a la política asistencialista, la cual puede ayudar a reducir la pobreza en el corto plazo, pero sería mejor tener un plan integral de desarrollo que haga estos planes innecesarios en el largo plazo y permita a los bolivianos la dignidad de ganarse el pan de cada día, sin limosnas. No hay nada que impida tener una política social asistencialista y a la vez crear condiciones que hagan que la empresa privada crezca y se fortalezca, absorbiendo así las necesidades de empleo de la población. Desafortunadamente, el actual gobierno pone lo político por sobre lo económico, mira a los mercados más grandes del mundo como imperialistas y al sector privado nacional como enemigo número dos. Así es difícil que haya más trabajo y dignidad.
La Paz, 02/07/09
El militarismo de Evo Morales
Javier Paz García
A pesar de autoproclamarse como perteneciente a la cultura de la paz, Evo Morales debe ser el presidente más militarista de la democracia reciente. Prueba de ello son los decretos para comprar aviones caza checos, el acuerdo entre Rusia y Bolivia para proveernos de armamentos, la compra de 98 camiones de alto tonelaje para el Ejército, el incremento del presupuesto de defensa, los aumentos salariales a las FFAA, el deseo de tener un satélite propio, etc. No sin razón declaró un comandante del Ejército que Evo era el que más se preocupaba por ellos (para llorar de ternura).
Tampoco es casual el rol de las FFAA en el gobierno, donde los militares serviles pueden ocupar ministerios, viceministerios, embajadas, consulados, la aduana e incluso prefecturas.
El discurso de Morales tampoco hace pensar en días de paz. Los temas son la revolución, la revancha, los oligarcas, separatistas, traidores, neoliberales, 500 años (para atrás y para adelante), tomar el poder, controlar el congreso y el poder judicial.
Y su accionar también es consecuente con su discurso: la Calancha, Pando, el cerco a Santa Cruz, la quema de la prefectura de Cochabamba, los cercos al Congreso, la forma de aprobación de la constitución, los militares en las calles, el teatro de la nacionalización.
Es además clara la utilización de estrategias y tácticas militares en el manejo de la política. Por un lado tenemos un aparato propagandístico, de inteligencia y desinformación como no ha existido nunca en un gobierno democrático (y probablemente no democrático); ahí está un canal del gobierno, un periódico del gobierno, radios del gobierno, millones en propaganda del gobierno. Luego tenemos la estrategia de asustar a la población, con avanzadas campesinas armadas, con perros degollados, con discursos incendiarios, ataques a la prensa. Debilitan al enemigo con prohibición de exportaciones, con prohibición de importar armas y municiones, con la reforma agraria, con inseguridad jurídica. Luego atacan y toman el punto más débil (Pando).
Este accionar no es fortuito, ni responde a la cultura de la paz. Responde a una estrategia militar elaborada por militares (no sé si bolivianos, venezolanos o cubanos) e implementada por este gobierno.
El armamentismo de Evo Morales y su constante adulo hacia las FFAA no es para prepararnos para un conflicto armado con algún país vecino, no es para atender desastres naturales (no se necesitan cazas ni fusiles para ello). Lo más razonable es que en caso de protestas, manifestaciones e incluso ante la posibilidad de una guerra civil, quiera tener a unas FFAA preparadas y leales junto a él.
En la medida que las FFAA ayuden a consolidar el proyecto totalitario del MAS, serán también responsables del debilitamiento de la democracia, el estado de derecho y los abusos a los derechos humanos que sucedan en Bolivia. A su tiempo tendrán que responder por ello.
La Paz 26/06/09
A pesar de autoproclamarse como perteneciente a la cultura de la paz, Evo Morales debe ser el presidente más militarista de la democracia reciente. Prueba de ello son los decretos para comprar aviones caza checos, el acuerdo entre Rusia y Bolivia para proveernos de armamentos, la compra de 98 camiones de alto tonelaje para el Ejército, el incremento del presupuesto de defensa, los aumentos salariales a las FFAA, el deseo de tener un satélite propio, etc. No sin razón declaró un comandante del Ejército que Evo era el que más se preocupaba por ellos (para llorar de ternura).
Tampoco es casual el rol de las FFAA en el gobierno, donde los militares serviles pueden ocupar ministerios, viceministerios, embajadas, consulados, la aduana e incluso prefecturas.
El discurso de Morales tampoco hace pensar en días de paz. Los temas son la revolución, la revancha, los oligarcas, separatistas, traidores, neoliberales, 500 años (para atrás y para adelante), tomar el poder, controlar el congreso y el poder judicial.
Y su accionar también es consecuente con su discurso: la Calancha, Pando, el cerco a Santa Cruz, la quema de la prefectura de Cochabamba, los cercos al Congreso, la forma de aprobación de la constitución, los militares en las calles, el teatro de la nacionalización.
Es además clara la utilización de estrategias y tácticas militares en el manejo de la política. Por un lado tenemos un aparato propagandístico, de inteligencia y desinformación como no ha existido nunca en un gobierno democrático (y probablemente no democrático); ahí está un canal del gobierno, un periódico del gobierno, radios del gobierno, millones en propaganda del gobierno. Luego tenemos la estrategia de asustar a la población, con avanzadas campesinas armadas, con perros degollados, con discursos incendiarios, ataques a la prensa. Debilitan al enemigo con prohibición de exportaciones, con prohibición de importar armas y municiones, con la reforma agraria, con inseguridad jurídica. Luego atacan y toman el punto más débil (Pando).
Este accionar no es fortuito, ni responde a la cultura de la paz. Responde a una estrategia militar elaborada por militares (no sé si bolivianos, venezolanos o cubanos) e implementada por este gobierno.
El armamentismo de Evo Morales y su constante adulo hacia las FFAA no es para prepararnos para un conflicto armado con algún país vecino, no es para atender desastres naturales (no se necesitan cazas ni fusiles para ello). Lo más razonable es que en caso de protestas, manifestaciones e incluso ante la posibilidad de una guerra civil, quiera tener a unas FFAA preparadas y leales junto a él.
En la medida que las FFAA ayuden a consolidar el proyecto totalitario del MAS, serán también responsables del debilitamiento de la democracia, el estado de derecho y los abusos a los derechos humanos que sucedan en Bolivia. A su tiempo tendrán que responder por ello.
La Paz 26/06/09
Suscribirse a:
Entradas (Atom)