martes, 10 de septiembre de 2024

¿Cómo se determina el tipo de cambio?


Javier Paz García

 

El tipo de cambio es un precio. Es el precio de una moneda en términos de otra. Así como podemos decir que un dólar compra tantos tomates o naranjas, también podemos decir que un dólar puede comprar tantos pesos argentinos o euros o cualquier otra moneda y viceversa. Si el tipo de cambio es un precio más, tenemos que entender cómo se determinan los precios en general y me gustaría dar un ejemplo hipotético que nos ayude a entender la dinámica de precios de manera conceptual. 

Comencemos con un mercado donde a cierto precio x, la cantidad de carne de vaca que producen los ganaderos en el país (oferta) es igual a la cantidad de carne que los consumidores compran en los mercados (demanda). Si a ese precio x, los productores no tienen incentivos de producir ni más ni menos carne y los consumidores no tienen deseos de comprar ni más ni menos carne, entonces podemos decir que el mercado está en equilibrio, que la oferta iguala la demanda, no hay desabastecimiento ni exceso de carne y el precio se mantendrá estable en el tiempo. Ahora supongamos que una sequía extrema provoca pérdidas importantes del hato ganadero y por ende hay una menor producción de carne. Entonces habrá menos carne en los mercados y al precio x que anteriormente equilibraba la oferta con la demanda, habrá desabastecimiento. Algunos consumidores se quedarán sin la cantidad de carne que normalmente consumían y empezarán a pujar por la carne, ocasionando que su precio se eleve. Con la elevación de precios, los consumidores demandarán menos carne de vaca, porque preferirán comprar pollo, porotos o algún otro alimento en reemplazo. Es decir, la demanda de carne bajará hasta equipararse con la menor oferta y en ese punto el mercado otra vez se hallará en equilibrio con un mayor precio y una menor cantidad de carne producida. Este precio mayor de la carne, a su vez permitirá a los ganaderos tener un mayor margen de ganancia del que tenían anteriormente, con lo cual podrán recuperarse más rápido de las pérdidas que tuvieron por el impacto de la sequía y generará los recursos para que vuelvan a invertir en la reconstrucción del hato ganadero. La recomposición del hato ganadero a su vez irá aumentando la oferta de carne producida y a medida que ésta aumenta el precio de la carne irá bajando en el mercado hasta llegar de nuevo al precio de equilibrio x. Ahora ¿qué pasa si el gobierno decide intervenir luego del desastre de sequía y regular el precio manteniéndolo en x? En primer lugar, no logrará que aparezca más carne, habrá menos carne en el mercado porque hubo un shock de oferta (muchas vacas murieron por la sequía). Pero el precio regulado hará que haya desabastecimiento de carne, porque al precio x, la gente demandará más carne de la que se puede producir. Por otro lado, los ganaderos (que sufrieron pérdidas importantes y están golpeados económicamente) no tendrán los ingresos extraordinarios que tendrían si el gobierno se hubiera abstenido de intervenir el mercado y regular los precios por debajo del mercado. Entonces los incentivos para invertir en ganadería serán menores y el periodo de recuperación del hato ganadero será más largo, por lo que habrá menos carne en los mercados por más tiempo. Al final pierden los consumidores y pierden los productores. Y encima perdemos los contribuyentes porque se crean ejércitos de funcionarios públicos para controlar los precios, hostigando y chantajeando a los comerciantes (estos funcionarios públicos serían de más servicio a la sociedad lavando parabrisas en los semáforos).

El anterior ejemplo ilustra las fuerzas de oferta y demanda en un mercado libre, el rol fundamental que el precio juega para regular el mercado y lo contraproducente que puede ser la intervención estatal de los precios. El precio no es algo arbitrario, sino que es un mecanismo de información que nos avisa sobre la abundancia o carencia de los bienes o servicios. Cuando un bien es abundante con relación a lo que demandan los consumidores, el precio baja y por ende se reducen los incentivos para producir más de ese bien, hasta llegar a un equilibrio entre oferta y demanda. Cuando hay carencia de un bien, el aumento de precio da las señales para que los consumidores busquen alternativas y los productores inviertan para aumentar la producción. La intervención estatal entorpece estas señales, como de manera análoga, el consumo de alcohol entorpece las señales de nuestro sistema nervioso y hace que nuestros reflejos sean más lentos.

Volviendo al tipo de cambio, existe un precio de equilibrio entre una moneda y otra. Ese precio de equilibrio también está definido por la oferta y la demanda. Tomemos el caso de Bolivia. La oferta de dólares está definida por nuestras exportaciones. Mientras más exportemos, más dólares tendremos disponibles. Nuestra demanda de dólares está definida por nuestras importaciones, las cosas que compramos de otros países y para las cuales necesitamos dólares para pagar a los proveedores del exterior. Al igual que en el ejemplo de la carne, el tipo de cambio entre el dólar y el boliviano, regula los incentivos para exportar e importar (cambia la oferta y la demanda). Un ejemplo sencillo puede servir de ilustración: si 1 dólar equivaliera a 1 boliviano, un vehículo de 30 mil dólares costaría 30 mil bolivianos y muchas más personas comprarían vehículos de lo que actualmente sucede. Por otro lado, un producto boliviano, digamos un mueble de exportación, que cuesta Bs. 1000, también costaría 1000 dólares y se exportaría menos cantidad, por ser caro para los extranjeros. Ahora veamos el caso contrario, Si un dólar fuera equivalente a Bs. 20, un vehículo que cuesta 30 mil dólares, costaría 600 mil bolivianos y al ser más caro, los residentes del país comprarían menos vehículos. El mueble de madera que cuesta Bs. 1000 equivaldría a 50 dólares, lo que sería mucho más atractivo para los extranjeros y facilitaría la exportación de este producto. En definitiva, si el boliviano está caro con respecto al dólar (como el ejemplo de 1 a 1), se incentivan las importaciones y se desincentivan las exportaciones; y si el boliviano está barato con respecto al dólar (como el ejemplo de 20 bolivianos por dólar), se generan incentivos a exportar porque somos baratos para el resto del mundo y se desincentivan las importaciones porque el resto del mundo se hace caro para los residentes bolivianos.

Dejando las abstracciones de lado, el gobierno de Bolivia intervino el mercado regulando el precio del dólar y lo mantuvo fijo desde el 2011, esto incentivó las importaciones e hizo a los productos bolivianos menos competitivos en el exterior. Además, ahuyentó la inversión local y extranjera con políticas y acciones que socavaban la seguridad jurídica y fue ahogando al sector de hidrocarburos, lo que redujo las exportaciones de gas, reduciendo el ingreso de dólares. Por lo tanto, el desabastecimiento de dólares y el déficit comercial son de exclusiva responsabilidad del gobierno que incluso ahora insiste en mantener un tipo de cambio de Bs. 6,96 por dólar que es una mentira.

El presidente Luis Arce Catacora, ayer indicó que el Estado generó dólares de hidrocarburos y el sector privado los gastó generando el déficit en la balanza de pagos. Como el mal economista que es, no mencionó el tipo de cambio sobrevaluado, como el factor fundamental para que exista el déficit comercial. No está de más indicar que no fue el Estado el que generó los dólares de hidrocarburos, fueron empresas petroleras, transnacionales que tanto satanizan; el gobierno masista simplemente usufructuó del trabajo de esas empresas.

Es fundamental que el Estado deje de intervenir el mercado y permita que el tipo de cambio se determine libremente, por las fuerzas de oferta y demanda. El momento que lo haga, el costo del dólar será mayor en términos de bolivianos hasta alcanzar su equilibrio (en realidad ya lo es, a través del mercado libre y de los costos totales de transferencia de dinero al exterior) y no habrá desabastecimiento, quien quiera dólares, los conseguirá al precio que el mercado defina (y el mercado somos todos). Cuando los actores económicos del país (consumidores, productores, instituciones financieras) podamos tranzar libremente los dólares, sin coerción de parte de las instituciones estatales, se acabará la falta de dólares, se acabarán los límites a las tarjetas de crédito, las aerolíneas y navieras extranjeras volverán a ofrecer servicios en el país con pago local, las comisiones bancarias por transferencia al exterior volverán a la normalidad y con un dólar más caro, importaremos menos y exportaremos más.

 

El argumento de que si el gobierno libera el tipo de cambio, este se iría al infinito no es correcto. El dólar suple ciertas necesidades, las necesidades de importación. A medida que el dólar se encarece, se encarecen los productos importados y por ende consumimos menos, esto sucede con bastante rapidez. Por otro lado, se incentivan las exportaciones, aunque este proceso, al responder a fuerzas productivas, que requieren capital, trabajo y tiempo, puede demorar meses o años. Estas fuerzas de oferta y demanda harán subir el dólar hasta llegar a un equilibrio. Existe un equilibrio, que en este momento, mirando los mercados paralelos parece estar entre 10 y 15 bolivianos por dólar. Pueden existir elementos especulativos y de expectativas que eleven al dólar por encima de su nivel de equilibrio, pero solo pueden ser temporales, porque en algún momento generan que haya más personas dispuestas a vender dólares, de los que quieren comprar, haciendo que el dólar baje. Algo así parece haber sucedido hace unas semanas cuando el dólar llegó a cotizarse a 15 para luego bajar a niveles cercanos a los 11 en la calle.

He afirmado que existe un tipo de cambio que equilibra la oferta y demanda de dólares y que actualmente éste parece rondar los 10 a 15 bolivianos. Algo importante de aclarar es que este no es un equilibrio estático, sino dinámico, es decir puede ir cambiando en el tiempo y un factor fundamental es la oferta de bolivianos, es decir, la cantidad de billetes que el Estado boliviano imprime y pone en circulación. A diferencia del caso de las vacas, donde existen miles de productores y su oferta responde a procesos productivos que requieren capital, trabajo y tiempo, la oferta de bolivianos depende exclusivamente del Estado y puede cambiarse de un día para otro. En la medida en que el Estado imprima y ponga billetes en circulación, el boliviano se devaluará con respecto a todas las otras monedas y todos los bienes y servicios. Para explicarlo en forma sencilla (aunque estrictamente no del todo rigurosa), si en una economía hay 10 manzanas y 10 pesos, cada manzana costará un peso; si de pronto el Estado mete 10 pesos más a la economía haciendo un total de 20 pesos, eso no hace que existan más manzanas, seguirá habiendo las mismas 10 manzanas que ahora valdrán 2 pesos cada una. El precio de las manzanas se duplicó o mejor dicho, el peso perdió la mitad de su valor. De igual manera, si el Estado mete bolivianos a la economía, el tipo de cambio de equilibrio que ahora puede que esté rondando los 11 bolivianos, en un año podría estar en 20 y en dos años en 100, dependiendo de cuan irresponsable quiere ser el gobierno. Por ello es fundamental exigir que el gobierno corrija el abismal déficit fiscal que viene teniendo de manera crónica por una década y que puede conducirnos a emisiones inorgánicas de billetes y la pérdida de valor del boliviano donde efectivamente, el cielo es el límite.

Santa Cruz de la Sierra, 10/09/24

martes, 2 de julio de 2024

Elegía a mi tío Chiquitico

 

Javier Paz García

Un sopapo a un cura cambió el rumbo de su vida. Cursaba 5to de secundaría del colegio La Salle y ante algún desplante, la cólera le ganó a la prudencia y el ojo del cura sufrió las consecuencias. Fue así que mi tío Eduardo Javier Paz Campero Amelunge salió de La Salle e hizo su último año en el colegio militar para proseguir la que sería una destacada trayectoria militar. Ha sido uno de los militares con más condecoraciones en la historia de las Fuerzas Armadas de Bolivia, fue becado en varios destinos internacionales, se graduó como abogado, hizo una maestría en relaciones internacionales en Estados Unidos, en el examen del Estado Mayor obtuvo la nota más alta en la historia y donde sea que estuvo destinado, se ganó el respeto y la admiración de quienes trabajaron con él.

Era, como todo militar, orgulloso de serlo. Creía que las FFAA jugaban un rol importante para dar estabilidad en tiempos de crisis. Además, creía que por ser una institución compuesta de personas de todas las clases sociales y todas las regiones, donde sus miembros a lo largo de sus carreras son destinados a diferentes lugares en todo el país, ayudaba a construir un sentido de bolivianidad, de tolerancia y respeto a las diferencias, de unidad de la patria en la diversidad.

Fue primero de su promoción en todos los ascensos, excepto el de General, donde se inventaron documentos faltantes para restarle puntos y justificar así el no designarlo Comandante de las Fuerzas Armadas. Con un gobierno que valora más la obsecuencia, que el mérito y la inteligencia, alguien como él, que además era camba, no era la persona adecuada para ocupar el más alto cargo militar del país. No hay mal que por bien no venga y en sus últimos años de servicio activo vivió un exilio dorado, como agregado militar en otros países y se dedicó casi a tiempo completo a otra de sus pasiones: la historia. De memoria prodigiosa, podía conversar con lujo de detalles y precisión de fechas sobre eventos tan dispares como la revolución francesa, la independencia de Filipinas o la historia del Japón. Era de las personas que dan la impresión de saberlo todo, por lo menos en cuanto a historia se refiere y para quienes nos gusta el tema, era un placer escucharlo. Pero no era un aficionado de la historia, como podemos serlo muchos, sino un verdadero investigador, un académico, un scholar, como dicen los anglosajones, alguien que dedica su vida al estudio y la investigación. Su búsqueda de fuentes primarias lo llevó al Archivo de Indias en Sevilla, a la Library of Congress en Washington DC, y a bibliotecas por toda América. Se especializó en el periodo colonial en América Latina y en esta área, seguramente llegó a ser uno de los mayores expertos a nivel mundial. Como historiador, apreciaba las reliquias y en su despacho tenía, entre otras cosas, el cartucho de una bala disparada en el campo de Ayacucho que él mismo había encontrado. Tenía también una de las más completas colecciones de mapas de América de la época colonial, de la Audiencia de Charcas, los Virreinatos y de Bolivia en su era republicana, algunos originales y otros en copia. Uno de los temas más interesantes para escucharlo era el de las pérdidas territoriales de Bolivia. “Si juntáramos las pretensiones territoriales de todos los países luego de la independencia, abarcaríamos el área de dos Sudaméricas” me decía. Él explicaba que el mapa que normalmente vemos de Bolivia cuando nació a la independencia con territorios que llegaban casi hasta Asunción de Paraguay y contenían medio Brasil, no era en realidad el primer mapa de Bolivia, había uno anterior, con menos territorio. El segundo mapa, el que todos conocemos, surgió posteriormente y fue útil como estrategia de negociación con los países vecinos para definir fronteras. Los más de 400 años del periodo colonial, no fueron una época de fronteras fijas. Los Virreinatos del Perú y de la Plata fueron creados en diferentes épocas y tuvieron diferentes fronteras a lo largo del tiempo, la Audiencia de Charcas, perteneció a ambos virreinatos en diferentes momentos. En base a todos esos cambios, cada país tomaba lo que le convenía para reclamar para sí el mayor territorio posible. En tal sentido, la diplomacia boliviana de la época fue hábil y logró victorias en la definición de las difusas fronteras. Lo trágico, decía mi tío, es que posteriormente ese mapa contribuyó a una narrativa derrotista de Bolivia. Escribió un libro para rectificar ese error. También era orgulloso de su familia y conocía nuestra genealogía como nadie. “Usted desciende de 3 de los 4 cruceños que participaron del acta de la independencia de Bolivia” me dijo una vez. Escribió un libro sobre su bisabuelo, el también General del Ejército y Presidente de Bolivia, Narciso Campero. Fue biógrafo de José Ignacio de Velasco, el primer presidente cruceño y resaltó la heroica historia de Chiquitos.

Luego de pasar a la reserva, se incorporó a la docencia, como catedrático de postgrado en relaciones de internacionales en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno. Tenía la mentalidad gringa con respecto a la educación y veía su rol como una ayuda para que el estudiante aprenda. “Yo no aplazo a nadie” - me decía - “busco la forma de interesarlos en la materia y ayudarlos a que aprendan”.

Era un militar de honor, y como tal, no acumuló grandes riquezas materiales, pero no le faltó nada porque tenía pasión por lo que hacía, ya sea en su carrera militar, en sus investigaciones históricas o en su docencia; tuvo una esposa que lo amó toda su vida y dos hijas que eran su orgullo, su felicidad y hoy son personas de bien, como lo fue él, ¡pa´ qué más la vida! Era terco como él solo y ante una descompensación, se negó a internarse oportunamente en un hospital. “No le hacía caso a nadie” – me dijo su hija mayor en su velorio. Se fue muy pronto, como se van todas las personas queridas. En su entierro las FFAA no le rindieron honores, habían pasado cuatro días de la farsa de golpe de Estado y tal vez les daba vergüenza deshonrar a semejante hombre con su presencia. Tal vez es mejor así, porque estas FFAA de hoy, dan más pena que admiración y no están a la altura de una persona de honor como el General de Brigada Eduardo Javier Paz Campero Amelunge. Yo tuve la suerte de compartir con él, de vivir con él y de horas de fascinantes conversaciones y monólogos suyos. Ahora me parece que ese tiempo quedó corto, me faltaron varias horas más. Adiós querido tío Chiquitico. 

Santa Cruz de la Sierra, 01/07/24

http://javierpaz01.blogspot.com/

 

domingo, 23 de junio de 2024

Tres motivos para ser socialista

 Javier Paz García

Existen tres y solo tres motivos para ser socialista. El primero es ignorancia. Aclaro que no pretendo dar una connotación peyorativa a la palabra. Creo que todos podemos estar de acuerdo que una persona al nacer es completamente ignorante y apenas tiene algunos reflejos instintivos. A lo largo de los años los seres humanos vamos adquiriendo conocimientos y habilidades, sin embargo, lo conocible es tan amplio como el universo mismo, que el conocimiento de una persona específica, en relación a todo lo que se conoce o se puede conocer es computable en cero. La persona más inteligente y sabia que pueda existir no conoce ni el 0,01% de lo conocible, es decir que es ignorante en un 99,99% y probablemente estamos siendo generosos en el cálculo. El mejor neurólogo no sabe cómo funciona un motor de combustión y un excelente físico nuclear puede no saber cómo cocinar arroz. Apenas sabemos una ínfima parte de lo conocible, hablamos uno o dos idiomas de cientos posibles, nos especializamos en un par de actividades de miles posibles y a lo largo de la vida aprendemos algunos millares de cosas de trillones posibles, entonces sin temor a equivocarnos y sin ningún ánimo de ofender podemos afirmar que todos tenemos grandes vacíos de conocimiento, todos somos ignorantes. Ni traumatólogo no sabe todo lo que puede saberse sobre los huesos, ni un biólogo sabe todo sobre la vida, yo sé algo de economía, mujeres y canciones y no mucho más. 

El socialismo enamora porque lanza postulados altruistas: la justicia social, la hermandad universal, el fin de la pobreza, etc. Muchos socialistas lo son por su ignorancia de lo que es el socialismo, porque se quedan con el slogan y no profundizan en las consecuencias. No son estudiantes de economía y no saben por ejemplo, que el concepto de plusvalía de Marx se deriva de la teoría de valor del trabajo de Adam Smith y que dicha teoría era equivocada como lo demostró la escuela marginalista. No saben que el cálculo económico se hace imposible en una economía centralizada como lo demostró Ludwig von Mises y la verdad es que no hay nada de malo en que no lo sepan: yo no quisiera a mi dentista dañando mis dientes porque se dedicó a leer a David Ricardo en vez de estudiar odontología o a mi mecánico errando en el aceite de motor porque prefirió estudiar a Menger. Muchos economistas son ignorantes de economía y eso es más grave. Pero la ignorancia se puede disminuir con estudio y reflexión. Un fenómeno que vemos con alguna regularidad es la del socialista, incluso acérrimo y militante que se vuelve liberal. Ejemplos notables son el del Nobel de literatura Mario Vargas Llosa y el de Antonio Escohotado, quien en su afán de conocimiento quiso explorar los orígenes del socialismo y lo plasmó en una obra monumental “Los enemigos del comercio”, que llega hasta tiempos presocráticos. Lo que no vemos son liberales que se vuelvan socialistas, así como no vemos gringos lanzándose a los tiburones para llegar a Cuba, porque quien adquiere cierto conocimiento, ya no lo pierde. El socialismo es un fenómeno propio del ímpetu y la inmadurez juvenil y de personas de buena fe, que desean un mundo mejor y que poco saben de economía e historia. Hay en este grupo personas brillantes, premios nobel, literatos, profesionales destacados en sus ámbitos, arquitectos, abogados, amas de casa, albañiles, comerciantes, obreros y gente que se gana la vida honestamente y busca una sociedad más justa. Pensando en estas personas fue que el Nobel de economía Friedriech Hayek escribió “Camino a la servidumbre”, un libro que advierte sobre los peligros que una economía centralizada significa para la libertad de las personas. 

El segundo motivo es necedad. En este grupo están los envidiosos; los que desean el mal al prójimo; los que les duele menos que haya pobres, sino que haya ricos; los que exaltan la pobreza material y quieren imponer a la fuerza su visión de sufrimiento y sacrificio a todos sus congéneres; los que encuentran mérito en un Vladimir Lenin cuya maestría consistía en lanzar diatribas y exacerbar odios; los que creen que la forma de ayudar a la humanidad es exterminar a la mitad de la humanidad y someter a la otra mitad; los que a pesar de la demostración teórica de la imposibilidad del socialismo y su fracaso histórico, con más de 100 millones de muertos de por medio, siguen diciendo que aun creen; los que entienden que donde ha sido probado, el socialismo ha traído miseria, pobreza y opresión, pero que dicen que el problema es que no ha sido un verdadero socialismo. ¿Qué se puede hacer con este grupo? Goethe dijo que “contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano”, porque, como indica Albert Camus, “la estupidez insiste siempre” y tal vez por eso es que Albert Einstein aseveraba que “hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana.” 

El tercer motivo es egoísmo y propio interés. Estas motivaciones no son intrínsecamente malas, y más bien sin ellas, sería imposible la preservación de la especie humana y el desarrollo de las ciencias. Insignes liberales las destacan, por ejemplo, Adam Smith notaba el rol benigno que juega el propio interés en una sociedad libre ya que “no es por la benevolencia del carnicero, el cervecero o el panadero que conseguimos nuestra cena, sino por la búsqueda de su propio interés”. La obra de Ayn Rand, una filósofa rusa que escapó de la revolución bolchevique, es en gran manera, una vindicación del egoísmo. Los socialistas por su parte, condenan el egoísmo y el propio interés como calamidades humanas. Un socialista es un ser inmaculado, ajeno a las pasiones humanas, benévolo hasta el tuétano, sin otro interés que el bien común y sin otro deseo que sacrificarse desinteresadamente por el bien común. En la realidad, los políticos socialistas buscan más poder para sí mismos, a costa del resto de la población y con frecuencia terminan con pingües riquezas. El discurso socialista, embauca a grandes masas y sirve a sus intereses de riqueza y poder: está en su propio interés declararse socialistas. Y tal vez el problema no es el propio interés el problema, después de todo, es el propio interés el que hace que un carnicero se levante en la mañana a vendernos la carne con la que nos alimentaremos; fue el propio interés lo que llevó a Thomas Edison a perfeccionar la bombilla eléctrica que iluminó al mundo. Pero el carnicero realiza un trabajo honesto, motivado por su propio interés y se gana el pan de cada día, dando un servicio que beneficia a otros. El político socialista por su parte, dice que lucha contra los que roban, mientras él mismo roba; dice que lucha contra los ricos (sin importar si su fortuna es bien habida), mientras él mismo se enriquece; dice que lucha contra los poderosos, mientras él mismo acumula poder. El problema no es entonces el propio interés, sino el egoísmo combinado con hipocresía. Cuando el Estado gana poder, el pueblo lo pierde. Los liberales creemos que en una sociedad de hombre libres, el Estado debe tener un poder limitado. Esto no es buen negocio para un político, porque mientras más poder tiene el Estado, más funcionarios y más presupuesto y más poder comandan los políticos de turno. Para un político es mejor negocio ser socialista.

Estos son los tres motivos por los que una persona es socialista: ignorancia, necedad o egoísmo con hipocresía. Estás categorías no son mutuamente exclusivas, ni son únicas de los socialistas. En realidad, todos tenemos algo de ignorantes, de necios y de egoístas. 

Santa Cruz de la Sierra, 23/06/24

http://javierpaz01.blogspot.com/

lunes, 17 de junio de 2024

La naturaleza de la crisis boliviana


Introducción

Un naranjo toma entre 5 a 7 años para dar frutos. Los primeros años la producción es pobre, es decir que un productor tiene que invertir alrededor de 7 años antes de empezar a recibir un retorno adecuado. Pero para que el naranjo dé frutos en abundancia, la siembra tiene que ser hecha en el ambiente adecuado; así como en la parábola del sembrador (Mateo 13, 3-8), si largamos la semilla en el camino, entre piedras o entre espinos, no vamos a tener frutos. E incluso cuando el naranjo está dando frutos, el agricultor debe seguir cuidando las plantas, protegiéndola de plagas y malezas, fertilizando el suelo, regando.

Si tenemos una poza con peces y no les damos de comer, los peces eventualmente morirán. Si les damos de comer, pero pescamos una cantidad mayor a su tasa de reproducción, eventualmente se acabarán. Si les damos de comer y pescamos una cantidad menor o igual a su tasa de reproducción, entonces podremos tener pescado por siempre e incluso aumentar la cantidad.  

La economía de un país funciona en muchos sentidos como los ejemplos de la siembra de naranjos o la cría de pescados: necesitamos preparar el terreno para que la semilla que caiga tenga las condiciones para desarrollar todo su potencial, necesitamos invertir por varios años antes de empezar a ver los frutos y necesitamos seguir cuidando las plantas y alimentando los peces para que la producción no caiga. Luego de que se ha sembrado y se ha cuidado el cultivo, es posible cosechar los frutos, sin invertir, y a corto plazo veremos un aparente beneficio porque ganamos mucho invirtiendo poco, pero la consecuencia de largo plazo será quedarnos sin nada.

La tesis que quiero presentar es la de un país que desde mediados de los años 80 hizo reformas estructurales que atrajeron inversión y trajeron prosperidad. A mediados de la década del 2000, en el momento en que el país empezaba a disfrutar los frutos de cosas que se habían iniciado incluso 20 años atrás, empezamos a girar hacía una dirección de solo cosechar sin sembrar y sin invertir, y seguimos esa ruta de desinversión y desinstitucionalización por 20 años. Entonces, mientras que en la primera década del siglo XXI, Bolivia era tierra fértil, con condiciones propicias para crecer y mejorar la calidad de vida de sus habitantes, hoy se parece más a un terreno de espinos como el de la parábola, donde los emprendimientos son ahogados apenas nacen y cuesta mucho que desarrollen su potencial.

La importancia de la libertad económica para el desarrollo

El nobel de economía Friedrich Hayek decía que “ser controlados en nuestra actividad económica significa ser controlados en todo”. Un Estado que posea todos los medios de producción (la utopía comunista), es un lugar donde el individuo no tiene libertad. La propiedad privada es un requisito indispensable para que exista una sociedad de personas libres e iguales ante la ley. Este es el argumento moral y por ende el más importante para defender la propiedad privada. Es decir, aunque un régimen de propiedad privada no fuera el más propicio para el crecimiento económico, sería moralmente justificable. Afortunadamente no existe una disyuntiva entre lo moral y lo práctico ya que un régimen de respeto irrestricto a la propiedad privada es también el más propicio para el crecimiento de un país y la reducción de la pobreza. Existe un sólido respaldo teórico y abundante evidencia estadística relacionando la libertad en general, con el crecimiento de un país y la prosperidad de sus habitantes. Voy a recurrir a La Heritage Foundation, que cada año publica su Índice de Libertad Económica. Su edición 2024 muestra una correlación de 0,73 entre libertad económica y nivel de vida.

En el caso de Bolivia, libertad económica que hasta mediados de la década del 2000 se encontraba en un rango de moderadamente libre, fue cayendo hasta niveles de ser un país reprimido y en la edición 2024 tiene el puesto 165 de 184 países medidos.

Quienes quieran profundizar en el tema pueden ir a https://www.heritage.org/index/

La facilidad de hacer negocios

Debería ser evidente que mientras más fácil sea algo, más de ese algo se desarrollará y viceversa. En tierra fértil las plantas crecerán en mayor cantidad, tamaño y fuerza que en tierra árida. En países donde es fácil abrir un negocio, habrá más empresas, de mayor tamaño y fortaleza que en países donde hay trabas y costos en cada etapa. Otro reporte interesante que mide un aspecto concreto de la libertad económica es el Doing Business elaborado por el Banco Mundial. En su edición del 2020 Bolivia ocupa el puesto 150 de 190 países evaluados en general y 175 en la categoría de abrir una empresa.

Según este reporte, abrir una empresa de responsabilidad limitada (SRL) en Bolivia requiere 12 procedimientos, 39,5 días y un costo astronómico equivalente al 37,3% del PIB per cápita. Como referencia en Nueva Zelanda abrir una SRL requiere un procedimiento que toma medio día y cuesta el equivalente al 0,2% del PIB per cápita. La versión 2016 de este informe indica que alrededor de la mitad de los países del mundo no requieren ni notario ni abogado para abrir una SRL; alrededor de la mitad requiere o un abogado o un notario; Cinco países en el mundo requieren ambos, un abogado y un notario para abrir una empresa, Bolivia es uno de ellos. Pareciera que la consigna fuera “¿por qué hacer algo sencillo, si podemos complicarlo?”. Para más información pueden ir a https://archive.doingbusiness.org/es/doingbusiness

Bolivia tiene una tasa de alrededor de 80% de empleo en el sector informal, una de las más altas del mundo. Tan alta tasa informalidad es testimonio del fracaso del Estado para facilitar la creación de empresas formales. En tal sentido, la informalidad no es un problema, es una solución y un escape a la vorágine burocrática y extorsiva del Estado.

Libertad de prensa

Es imposible que exista una democracia plena sin una prensa libre e independiente. La prensa es el mejor fiscalizador de los gobiernos. Reporteros Sin Fronteras en su informe del 2005 clasificaba a Bolivia en el puesto 45 de 167 países. Para el 2024 la coloca en el puesto 117 e indica que “ataques, amenazas, censura y acoso por parte del gobierno y de movimientos pro gubernamentales violan constantemente la libertad de prensa.” Con una prensa acosada y perseguida y una autocensura cada vez mayor podemos esperar más impunidad para los políticos, más corrupción y menos transparencia por parte del gobierno. Para más información pueden ir a https://rsf.org/es/clasificacion

Corrupción

Dada la caída de la libertad de prensa en el país, no nos debería sorprender que haya aumentado la corrupción y la población lo siente así según el Índice de Percepción de Corrupción elaborado por Transparencia Internacional que coloca a Bolivia en puesto 133 de 180 países. Según este informe Bolivia ha venido cayendo en este ranking, es decir que la población cada vez percibe al gobierno como más corrupto.

Para más información ir a https://www.transparency.org/en/cpi/2023/

Estado de Derecho y Justicia

La razón de ser de un Estado republicano es administrar justicia y velar por la prevalencia del Estado de Derecho: no existe una responsabilidad mayor para el Estado. En tal sentido, un criterio fundamental para evaluar un gobierno debe ser si mejora el sistema de justicia. El World Justice Project en su evaluación del 2023 sitúa a Bolivia en el puesto 131 de 142 países evaluados. Uno de los componentes de esta evaluación es el sistema de justicia criminal donde tenemos el puesto 141 de 142 países y en justicia civil somos antepenúltimos con el puesto 140, es decir ¡tenemos casi la peor justicia del mundo! El informe también muestra una caída sostenida de la puntuación del país.

El informe también evalúa el poder del gobierno, la ausencia de corrupción, la apertura del gobierno, derechos fundamentales, el orden y la seguridad, cumplimiento regulatorio. En todos ellos estamos por debajo de 100 en el ranking. Es decir que las promesas de una mejor justicia, con una nueva Constitución Política incluida, fueron falsas, fueron un pretexto para darle más poder al gobierno a costa de la libertad y de los derechos fundamentales de los ciudadanos.

El informe está disponible en https://worldjusticeproject.org/rule-of-law-index/

Educación

Siguiendo la analogía de la parábola del sembrador, si el terreno son las instituciones del país, las semillas son las personas, entonces la calidad de la educación será determinante para definir el potencial de las semillas. La Unesco publicó el 2020 un estudio que pone al país por debajo del promedio regional e indica por ejemplo que “en Matemática en sexto grado, el nivel I concentra un mayor porcentaje de estudiantes (62%) quienes sólo pueden realizar tareas sencillas”. En ciencias naturales “el 90% de los estudiantes se ubica en la mitad inferior de los niveles de desempeño.” https://www.unesco.org/es/articles/la-unesco-publica-diagnostico-de-aprendizajes-de-estudiantes-bolivianos-y-llama-abordar-las

En general, el Estado ha priorizado la ideología en la educación, introduciendo una versión sesgada de la historia y ha relegado las materias de matemáticas, ciencias y tecnología prefiriendo invertir en idiomas nativos.

Bonanza: inicio y fin

Durante los 80 y 90 el Estado boliviano hizo una serie de reformas que atrajeron inversión extranjera y el interés de empresas petroleras para explorar gas natural. Fruto de esas inversiones se hicieron descubrimientos importantes de reservas de gas que prometían hacer de Bolivia una potencia energética. Las inversiones hechas en las décadas del 90 y 2000 dieron frutos y el 2014 llegamos al pico de producción de gas. Adicionalmente el mundo experimentó precios altos de petróleo y gas durante la mayor parte de las primeras dos décadas del siglo XXI por lo cual el Estado boliviano tuvo una fuente extraordinaria de ingresos. A partir del 2006 el Estado boliviano cambió sustancialmente las reglas de juego en el sector de hidrocarburos, lo que desincentivó la inversión privada en exploración de gas y, así como tardamos alrededor de una década en empezar a ver los frutos de las cosas buenas que se habían hecho en los 80 y 90, también tardamos casi una década en ver los perjuicios de las malas políticas de mediados de los 2000, y el 2015 empezó el declive de la producción de gas. Este declive continúa y es una de las grandes causas del déficit fiscal.

Despilfarro y déficit

Con el dinero fácil, fruto del trabajo ajeno, vino el despilfarro y el gobierno creo un gran número de empresas públicas, la mayoría deficitarias y de contabilidad oscura, construyó elefantes blancos como un museo en Oruro y obras faraónicas mal planteadas como un ingenio azucarero donde no hay caña o una planta de urea lejos de la materia prima o de los clientes potenciales, la subvención a los combustibles continuó y el Estado creció y absorbió alrededor de 600.000 empleados públicos. Mientras que los ingresos por gas empezaron a caer, el despilfarro del gasto nunca paró y a partir del 2014 empezamos a tener déficit fiscales, es decir, un Estado que gastaba más de lo que le ingresaba.

Fuente: www.datosmacro.com

Imaginemos un hogar que cada mes gana Bs. 7.000 y gasta 10.000. La diferencia entre sus ingresos y sus gastos debe ser financiada de alguna forma y una alternativa es consumir sus ahorros. Las reservas internacionales son de cierta manera, un ahorro del país y no es coincidencia que hayan llegado a su pico el 2014 para luego empezar a caer. El Estado boliviano utilizó las reservas internacionales para financiar su déficit fiscal y especialmente importar hidrocarburos.

Fuente: Banco Central de Bolivia

Otra forma de gastar más de lo que se gana es recurrir a préstamos y el Estado también ha utilizado esta estrategia.

Fuente: www.datosmacro.com

Por muchos años el Estado gastó más de lo que ganaba, se comió los ahorros y se endeudó. En el corto plazo, las consecuencias de esto son un crecimiento mayor del país y una aparente prosperidad. El problema es que esa prosperidad no es permanente ni es sostenible y más bien se consigue a costa de un deterioro futuro, es como comerse todos los peces de la poza, hoy la pasamos muy bien y mañana vamos a pasar hambre. Ahora la situación fiscal del Estado boliviano es crítica: alto déficit, alto endeudamiento, no tiene reservas internacionales y no tiene un plan serio de reformas estructurales para corregir el curso. Por ello calificadoras de riesgo como Fitch dan al país una calificación CCC. Hoy los bolivianos empezamos a pagar las consecuencias de la fiesta y el despilfarro y la crisis recién comienza a sentirse.

La naturaleza de la crisis boliviana

El actual gobierno insiste en que Bolivia pasa por una crisis temporal. Siempre según el gobierno, los culpables de la misma son, dependiendo de la semana, los bancos, los malos exportadores (curiosa categoría), los cambistas, los especuladores, los opinadores, los empresarios, el cambio climático, la guerra en Ucrania, Estados Unidos y la crisis mundial del capitalismo. Yo sostengo que no vivimos una crisis temporal, sino estructural que se empezó a gestar hace alrededor de 20 años. Las últimas dos décadas hemos experimentado un deterioro de la calidad de las instituciones del país con un sistema de justicia en decadencia, mayor corrupción, más trámites y burocracia, menor libertad económica, normas laborales inviables, disminución de la seguridad jurídica y el respeto a los derechos de propiedad, una prensa perseguida y amedrentada, un Estado con un apetito fiscal insaciable, un país sin independencia de poderes, un Banco Central sometido al gobierno de turno, avasallamiento de tierras, falta de transparencia de las instituciones públicas, un sistema educativo paupérrimo y un sinfín de cosas más. Esta tesis no se basa en la simple opinión de un opinador, sino que está respalda en estadísticas de diversos organismos como el Banco Mundial, la Fundación Heritage, Transparencia Internacional, Unesco, Reporteros sin Fronteras y los mismos datos oficiales del país. Alguien podría argumentar que un dato en particular, no refleja la realidad del país o que algunas de estas fuentes adolecen de parcialidad. Sin embargo, cuando vemos que el conjunto de fuentes, independientes de sí, internacionales y de diversas líneas políticas coinciden en mostrar un deterioro sistemático de los indicadores de Bolivia, es imposible pretender ignorar la tendencia. No estamos viviendo una crisis por falta de dólares, la falta de dólares es una consecuencia de una crisis de destrucción de institucionalidad y Estado de Derecho que se empezó a gestar hace 20 años. Esta no es solo una crisis económica, sino institucional y moral. Como dijo Jorge Luis Borges, “el más urgente de los problemas de nuestra época es la gradual intromisión del Estado en los actos del individuo”. Hoy nuestra libertad está amenazada precisamente por la entidad que está creada para resguardarla; defender nuestras libertades contra el Estado invasivo es un acto moral.

Volviendo a nuestras analogías, los últimos 20 años hemos convertido el terreno fértil en infértil, hemos sembrado espinas en vez de naranjos y nos hemos comido a casi todos los peces de la poza, por lo que apenas quedan unos cuantos. Hoy nuestros niños y jóvenes reciben una educación inferior a la de nuestros países vecinos y las condiciones laborales que van a enfrentar son peores que las que tuvieron los jóvenes hace 20 años cuando el país nadaba en gas y la economía crecía satisfactoriamente. Lo permanente y estructural es la crisis, lo temporal y circunstancial es que el gobierno consiga algún crédito que le dé oxígeno por unos meses o que consiga pignorar el litio para seguir la fiesta unos años más. Nadie puede decir cómo estará el dólar en una semana o en un mes, pero la tendencia será a subir los próximos años y no hay nada estructural para revertir esto con excepción de algo como el litio, lo cual es improbable, ya que ni la China comunista quiere invertir en Bolivia con el actual marco regulatorio. Con el rumbo que llevamos, el país seguirá deteriorándose a un ritmo cada vez mayor. Incluso si tomamos las acciones adecuadas, el país seguirá una ruta de deterioro menos agudo y tomará algunos años de sacrificios antes de retomar la ruta del crecimiento sostenible. Se vienen años difíciles y no son 2 o 3, son 5 a 10 y si no corregimos y empezamos a sembrar ahora, pueden ser 20 años de decadencia y estancamiento.

Santa Cruz de la Sierra, 17/06/24


lunes, 12 de febrero de 2024

Lecciones de liderazgo

 Javier Paz García

Estaría en 3ro intermedio o 1ro medio y el profesor de matemáticas, Julio Vargas, entregaba los exámenes a los alumnos, cuando un compañero, Sergio Moreno, se le acercó, conversaron en voz baja y luego el profesor se dirigió a todos nosotros y nos dijo que debíamos tomar ejemplo del alumno Moreno, que no venía a reclamarle por qué le había quitado puntos, sino a preguntar y entender dónde se había equivocado.

Tendría unos 17 años, mi comparsa y dos más organizábamos algo así como una kermesse en Equipetrol. Mi primo Pablo Fernández y yo formábamos parte de los organizadores del evento y me quejé con él que prácticamente nuestra comparsa estaba organizando todo y poniendo todo el esfuerzo y sin embargo el beneficio sería compartido por partes iguales. Pablo me respondió que nosotros éramos la comparsa más joven de las tres, con menor trayectoria y los más yescas, por tanto, los más interesados en que el evento salga bien, que las otras comparsas ayudaban a traer gente al evento de segmentos de edad mayores a nosotros, que por nuestra cuenta no podríamos atraer y que el tomar el liderazgo en la organización nos permitía hacer el evento de la manera que nosotros viéramos más conveniente y asegurarnos de que las cosas salgan bien. Pablo tenía una visión mucho más amplia que la mía y gracias a esa visión, el evento fue un éxito.

Cursaba mi licenciatura en la Universidad de Arkansas, en Estados Unidos, y Jaime Moreno, un amigo boliviano que también estudiaba allá, dejó de recibir ayuda financiera de sus padres, que estaban atravesando problemas económicos. Una opción obvia sería volver a Bolivia, donde la educación universitaria y el costo de vida eran mucho menores; Jaime no tomó esa opción y se las buscó, vivió un semestre en el sofá de un amigo que no le cobró alquiler, iba a misa los domingos porque daban cena gratis, buscó trabajo y logró costearse solo su universidad y vivienda hasta graduarse. Con frecuencia me he preguntado qué hubiera hecho yo en una situación similar. Tal vez me hubiera vuelto y por eso admiro el coraje de Jaime (hoy le llaman resiliencia).

Mi esposa, Gabriela Terrazas, es una persona muy generosa con su tiempo. En sus grupos de amigas, es la que recolecta las cuotas, la que compra la torta a las cumpleañeras del mes, la que organiza y recolecta donaciones para beneficencia. Es de las personas que da un poquito más y gracias a ello cohesiona y mantiene activos a sus grupos de amigas. Es de las personas que cuando alguien pregunta en un grupo de Whatsapp por un plomero, pediatra o algún consejo de salud, responde con alguna recomendación y si no sabe, lo averigua para ayudar. Es alguien que piensa que, si una amiga suya va a estar internada en una clínica, va a necesitar pantuflas para que no le haga frío en los pies y va a comprarlas para llevárselas de regalo. 

Hace 11 años no saltaba en carnaval (desde que nació mi primer hijo). Demás está decir que no soy un gran carnavalero. Este año me animé en parte porque los Rechazados nos hemos postulado para ser coronadores el 2026. A la cabeza de este proyecto está Pablo Fernández, y le pone tanta gana, tanto empeño y trabajo y nos transmite tanto entusiasmo que entusiasma hasta a los más apáticos como yo. 

A veces creemos que el liderazgo es algo extraordinario y debemos buscarlo en personajes como Winston Churchill o Steve Jobs. Sin desmerecer el ejemplo que nos pueden dar los grandes líderes de la historia, creo que podemos encontrar grandes lecciones de liderazgo muy cerca de nosotros, entre nuestros parientes, compañeros de colegio y amigos. El tener la actitud correcta de buscar el entendimiento antes que la nota y pedir las cosas de manera educada; tener la visión correcta de que si uno quiere que las cosas salgan bien, entonces uno debe poner todo de su parte sin mirar lo que hacen los demás; tener el coraje de continuar en la adversidad y la humildad de pedir ayuda; tener la vocación de servicio y dejar lo propio para ayudar a otros; o cargarse con un proyecto que significa mucho trabajo y tiempo y hacerlo con un entusiasmo y alegría que contagian son algunos de los ejemplos de liderazgo provenientes de personas muy cercanas y queridas. 

Santa Cruz de la Sierra, 12/02/24

http://javierpaz01.blogspot.com/