Javier Paz García
Recuerdo vívidamente el primer cabildo al que asistí el 2007. Yo acababa de retornar a Bolivia, luego de ocho años de vivir en el extranjero. En ese entonces Evo Morales acumulaba poder, atropellaba las leyes, violaba los derechos ciudadanos y avanzaba en su agenda socialista. En realidad, no recuerdo los detalles del cabildo, sino las palabras del entonces gobernador de Santa Cruz, quien, a mi entender, era uno de los líderes de la oposición democrática y liberal contra el atropello socialista en Bolivia. En su discurso, a los pies del Cristo Redentor el gobernador de Santa Cruz dijo que Evo Morales no era un verdadero socialista, que él iba a mostrarle lo que era el verdadero socialismo. Recuerdo la desazón que sentí porque si el líder del bastión opositor proclamaba ser más socialista que Evo Morales, entonces la batalla de las ideas estaba perdida y el socialismo iba a avanzar. En ese momento el socialismo estaba de moda en el país y “liberal” era una mala palabra. Generalmente los políticos quieren ser populares, entonces hacen y dicen lo que les genera popularidad y les da poder. Es difícil (no imposible) que un político en el poder promueva una agenda liberal, porque requiere que el político ceda poder, disminuya el aparato estatal, tenga menos empleados a su cargo, aumente las libertades de los ciudadanos y limite el poder del Estado, es decir de sí mismo. Y ceder poder no es natural. El político no es un ideólogo, es un acumulador de poder. Por esto, el Nobel de economía Friedrich Hayek pensaba que la mejor forma de promover las ideas liberales era a través de centros de pensamiento (think tanks).
Por las mismas razones que es difícil encontrar políticos liberales, también es difícil encontrar empresarios liberales. A menudo cometemos el error de suponer que, porque el liberalismo es el mayor defensor de la libre empresa, los empresarios son naturalmente liberales, pero como decía Ludwig von Mises, los empresarios no tienen por qué ser liberales, ellos buscan maximizar sus ganancias y si medidas contrarias a la libre empresa contribuyen a que ganen dinero, ellos estarán a favor. Si los empresarios pueden conseguir privilegios por parte del Estado como regulación de precios que los beneficia, subvenciones, leyes que limitan la competencia, tarifas y medidas paraarancelarias que les otorgan mercados cautivos, van a buscar esos privilegios. En Bolivia el soyero recibe el diesel subvencionado a costa de todos, el pollero, recibe la soya subvencionada a costa del soyero, el ama de casa recibe la carne subvencionada a costa del ganadero, el ganadero recibe vacunas subvencionadas a costa del ama de casa, el productor recibe créditos con tasas subvencionadas a costa del pensionista y se cumple a cabalidad lo dicho por el gran economista francés del siglo XIX Frédéric Bastiat: “El Estado es esa gran ficción a través de la cual todo el mundo trata de vivir a expensas de todo el mundo”. Y todos los gremios empresariales y sindicatos de trabajadores buscan activamente que el Estado les otorgue privilegios que inexorablemente otros tendrán que pagar y nadie reclama cuando el gobierno lanza medidas que los beneficia a costa de otros, solamente cuando beneficia otros a costa de uno. El empresario no es un ideólogo, es un generador de riqueza.
Una línea discursiva frecuente de la izquierda ubica a los empresarios como personas egoístas, que hacen cualquier cosa para enriquecerse y que incluso disfrutan de la miseria de los otros, mientras que los políticos (ellos mismos) son los desinteresados salvadores y protectores de los pobres y oprimidos. De parte de los intelectuales de derecha a menudo escuchamos lo contrario: los políticos son personas egoístas que hacen cualquier cosa para enriquecerse, incluso a costa de la miseria de otros y los empresarios son héroes que generan empleo y trabajo. Ambas líneas discursivas satanizan a unos e idealizan a otros, es decir, simplifican y caricaturizan la realidad. Un marco más sensato es el que proponen Gordon Tullock y James Buchanan (premio Nobel de economía 1986) en su libro The Calculus of Consent: Logical Foundations of Constitutional Democracy publicado en 1962. Estos economistas utilizan las herramientas del análisis económico al campo político y analizan a los políticos como jugadores buscando su propio interés. Esta metodología nos permite entender cosas que no se pueden explicar bajo el supuesto de políticos desinteresados, dispuestos a sacrificarse para lograr el bien común. Y es que la misma noción de “bien común” adolece de rigurosidad y es imposible definir porque una sociedad está compuesta de personas con preferencias e intereses diversos, a menudo en conflicto entre sí.
No es mi intención y no se debe inferir de lo anterior que los políticos y empresarios bolivianos son peores que en otros países. Tullock y Buchanan escribieron su libro pensando en el sistema político americano, Hayek y Mises fueron economistas austriacos de principios del siglo XX y Bastiat de mediados del siglo XIX. Ninguno de ellos pensaba en la Bolivia del siglo XXI al escribir lo que escribieron, simplemente describían la naturaleza humana que es la misma en todas partes. También es un error satanizar la búsqueda del propio interés de parte de las personas, sean empresarios, médicos o políticos; buscar el propio interés es natural y deseable y podemos concluir, para sorpresa de muchos, que los empresarios y políticos son seres humanos, como nosotros, con preferencias y sesgos, luces y sombras, fortalezas y debilidades, lo que no significa por supuesto, que no haya unos más honestos, más altruistas o más capacitados que otros.
Santa Cruz de la Sierra, 29/12/2024
http://javierpaz01.blogspot.com/
6 comentarios:
Excelente y claro análisis de como juegan los intereses de la sociedad
Excelente reflexión.
Me aclara un dilema social, buenos y malos los hay en todo y todo pasa por la formación del individuo , valores , moralidad , amoralidad y libre albedrío.
Excelente análisis y reflexión. Nos ayuda a entender que en este paisaje político de grises no todo es necesariamente negro, siendo posible encontrar aquellas luces acompañadas de altruismo, honestidad y capacidad para gobernar el país. Y en la guerra de opiniones, verdades y mentiras, discernir por quienes debemos votar en las próximas elecciones.
Bueno el articulo de Javier. Quiero plantar otro Punto. Menos estado es mas libertar. No siempre, puede crear privilégios.Mas estado disminuyo la libertar.No siempre. Ejemplo: La renta dignidad, da algo de libertar a las personas maiores que no tienen jubilacion. Creo que se plantam falsos dilemas
Estimado anónimo, creo que planteás un debate interesante. Yo separaría el corto plazo del largo plazo. En el corto plazo, desarmar el esquema del Estado de Bienestar, puede generar dificultades económicas a grandes sectores de la sociedad, sin lugar a dudas. Ahora, tomemos el caso de la Renta Dignidad y llevémoslo a un extremo. Si la Renta Dignidad es una fuente de libertad, entonces ¿por qué no la ampliamos a todas las personas del país y multiplicamos también el monto otorgado? Eso no nos daría más libertad, sino al contrario, nos haría dependientes del Estado, es decir, menos libres. F. Hayek en su libro Camino a la Servidumbre cabalmente advierte de los riesgos de querer tener economías planificadas y centralizadas que con buenas intenciones, nos conducen que nuestras libertades se socaven. Saludos.
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