Javier
Paz García
La
Central Obrera Boliviana (COB) ha estado en alerta las últimas semanas debido
al despido de alrededor de 800 trabajadores de Enatex, la empresa estatal de
textiles. Enatex originalmente era una empresa privada llamada Ametex. Era la
más grande del país y producía prendas de exportación, pero la agenda
ideológica del actual gobierno y la pérdida del ATPDA (preferencias
arancelarias con los Estados Unidos) la pusieron en una difícil situación.
Finalmente, el gobierno la tomó, según su dueño, sin su consentimiento y sin
compensación; es decir, robando y usurpando bajó el amparo del poder político
que ostenta.
Una
vez que la empresa estuvo en las manos del gobierno, éste hizo algo que sabe
hacer: llenarla de ineptos apadrinados para ganar un sueldo y quebrarla. Luego
terminó cerrándola y despidiendo a sus empleados, más de 800. Evo Morales hizo
la aclaración de que esta situación no podía compararse a la de los gobiernos
neoliberales porque tales gobiernos privatizaban las empresas del Estado,
mientras que el actual gobierno las cierra. Siendo rigurosos con el lenguaje,
Evo tiene razón: lo que hizo su gobierno no es igual a lo hecho por los
neoliberales… es peor.
El
máximo dirigente de la COB, Guido Mitma, fiel a la falta de sensatez que se
puede esperar de cualquier dirigente de la COB, pretende que el gobierno
mantenga indefinidamente abierta una empresa que genera pérdidas y que siga
pagando una planilla de sueldos a costa de los fondos de todos los contribuyentes.
Y fiel a ese estilo retorcido e ignorante de entender la política y la economía
afirma que el gobierno debe defender a los trabajadores de las garras del empresariado
que quiere despedirlos. Tal afirmación, por supuesto no tiene sentido y se
contradice con la realidad: los empresarios son los que contratan y pagan el
salario de los trabajadores y es el Estado el cual, mediante impuestos les
quita parte de sus salarios y mediante regulaciones onerosas hace que las
empresas no puedan contratar más gente. Para que un empresario despida a
alguien, previamente tiene que haberlo contratado y ningún empresario despide a
alguien por gusto. Despedir es muy costoso por el tiempo que toma encontrar a
un reemplazo y entrenarlo. Pero en fin, cuando se trata de malgastar el dinero
ajeno, el cielo es el límite y no es infrecuente en política que se junten
entre dos para disponer de la plata de un tercero sin su consentimiento y
encima dibujarlo como un monstruo malévolo. Agredir a quien les da de comer es
el modus operandi del populismo y del sindicalismo.
Santa Cruz de la Sierra, 10/07/16
http://javierpaz01.blogspot.com/
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