Javier
Paz García
Es
indudable que en Bolivia hay racismo y seguramente existen personas cuya mayor
molestia hacia Evo Morales es que un indio sea presidente. Y también hay una
tesis racista opuesta que sostiene que los indios poseen virtudes únicas y que
son la reserva moral de la humanidad. Uno de los mayores impulsores de esta
idea es el propio Evo Morales.
Tristemente
ha sido ha sido el propio Morales quien se ha encargado de destruir su
argumento sobre la superioridad moral de los indígenas. Durante la reforma de
la constitución el 2009 prometió postularse una vez más, pero luego de su
victoria electoral se volvió a postular a un tercer mandato inconstitucional
(pero permitido por un Tribunal Constitucional afín al partido), bajo una nueva
promesa de que sería el último. Hoy nuevamente quiere postularse, incumpliendo
por segunda vez su promesa. La corrupción millonaria del fondo indígena
manejada por indígenas para indígenas es otra evidencia contraria a la hipótesis
de la superioridad moral de los mismos. Y por supuesto el escandaloso caso de
una amante de Evo Morales quien consigue millonarios contratos estatales sin
licitación derrumba cualquier duda sobre la incorruptibilidad del presidente.
Los
quechuas tienen un lindo lema: “ama sua, ama llulla, ama quella” que significa
no seas ladrón, no seas flojo, no seas mentiroso. Estos principios que, de una
u otra manera son universales a todas las culturas y religiones, han sido
incluso plasmados en la constitución boliviana impulsada por Morales. Tal vez
ahora lo único que no se le puede achacar al presidente es que sea flojo.
Utilizar
la corrupción de un indígena para afirmar que los indígenas no tienen ética,
sería tan equivocado como pregonar su superioridad moral. Más razonable a mi
juicio sería dejar de lado los prejuicios y juzgar a las personas por sus actos
y no por su condición racial; reconocer que tanto las virtudes como los vicios
están presentes en todos los pueblos y culturas; que en cada cultura podemos
encontrar a personas maravillosas y admirables, como también a otras
deleznables; que la moralidad, más que un atributo de los pueblos, es un
atributo de cada persona, de cada individuo; y que no hay una superioridad
moral de los indígenas, como tampoco la hay de los mestizos, negros o blancos,
sino más bien que podemos reconocer en ciertos individuos una superioridad
ética que los convierte en dignos de admiración y ejemplo a seguir. Tales
individuos no están circunscritos a ciertas razas o culturas.
Santa Cruz de la Sierra, 21/02/16
http://javierpaz01.blogspot.com/
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