Javier
Paz García
Votar
es tal vez uno de los actos más aciagos que existen: rara vez uno vota por un
candidato o partido con el que uno simpatice al 100%, sino más bien uno se ve
en la difícil situación de elegir la alternativa menos dañina. Más allá de la
línea ideológica que uno transite, existen requisitos mínimos que deberíamos
exigir de los políticos; por ejemplo cierto grado de honestidad, de tolerancia,
de respeto a las diferencias, de apego a las leyes.
Elegir
malos políticos no es cosa exclusiva de países pobres (aunque los países pobres
son más proclives a elegirlos), pero las democracias más avanzadas son más
exigentes en cuanto al comportamiento ético de sus elegidos y hay ciertas
actitudes que no son toleradas y obligan a quien las infringe a renunciar. Para
citar algunos casos, el 2011 Karl-Theodor zu Guttenberg renunció a su cargo de
Ministro de Defensa de Alemania tras comprobarse que había plagiado su tesis
doctoral. El 2012 el presidente de Hungría, Pal Schmitt también renunció al
descubrirse que su tesis doctoral contenía plagios. En 1974 el presidente de
Estados Unidos, Richard Nixon, tuvo que renunciar debido al escándalo de
Watergate, una conspiración ilegal para espiar a sus opositores políticos.
Tal
vez los bolivianos no podemos esperar que un político que ha sido descubierto
mintiendo, robando o abusando de su posición renuncie; pero al menos uno
esperaría que pierda popularidad y no sea reelegido. Los resultados del
reciente referéndum por la reforma constitucional son desalentadores al
respecto. Más allá de que por principio, uno esperaría que la mayoría del
electorado rechace una reforma cuyo propósito era eternizar a alguien en el
poder, sin importar quien fuera, también había el agravante de los escándalos
de Evo Morales: principalmente el Fondo Indígena y más aun el caso Zapata que
lo involucra directamente y donde él mintió flagrantemente. El resultado de 49%
a favor de la reforma vs. 51% en contra, aunque felizmente impide la reelección
del presidente, es descorazonador. Incluso aceptando la hipótesis de que hubo
fraude, que un 40% apoye la 3 reelección sigue siendo preocupante y demuestra
que Bolivia tiene un electorado sin valores. Seguramente si preguntamos a ese
49% si quieren políticos honestos, contestarán que sí; sin embargo su voto dice
otra cosa. Las señales del electorado son que la honestidad y la integridad no
importa y por eso tenemos los políticos que tenemos, en todo el espectro ideológico.
Santa Cruz de la Sierra, 28/02/16
http://javierpaz01.blogspot.com/
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