Javier
Paz García
El
interés el es precio del capital. Generalmente expresamos el capital en
términos de alguna moneda porque es más conveniente hablar de intereses sobre
100.000 dólares que hablar de intereses sobre casas o sacos de harina. Pero
como la gente a menudo le atribuye características mágicas e incluso malignas
al dinero y no necesitamos recurrir a él para entender la función del interés,
podemos prescindir de su uso. Usemos en cambio un grano de soya para ilustrar
el origen y la función del interés.
Si
yo poseo un grano de soya, puedo sembrarlo y producir 20 granos luego de 4 meses
(para simplificar, obviemos el costo de la tierra y el trabajo, los cuales no
alteran el resultado, pero complican el análisis). Si alguien me pidiera
prestado ese grano de soya por 4 meses, ¿cuántos granos debería pedir en
compensación? Mínimamente 20 granos. ¿Y quién estaría dispuesto a pagar dicho
interés? Alguien que tiene una productividad mayor a la mía. Si alguien, ya sea
porque tiene mejores tierras o mejor tecnología puede producir 30 granos con el
grano que yo le presto, estaría dispuesto a prestarse mi grano y pagarme los 20
granos que yo hubiera producido si yo mismo lo hubiera cultivado.
Como
podemos ver, el interés es una compensación por el lucro cesante en el que
incurre una persona que presta capital. El interés se origina en la necesidad
de compensar a quien presta por las ganancias que pudo haber obtenido si él
mismo hubiera hecho uso del capital prestado. A esto hay que incluir
consideraciones de riesgo cuyo análisis escapa al propósito de esta nota. El
interés juega un rol fundamental en la economía ya que permite que el capital
fluya hacia las personas, empresas y proyectos más rentables, aumentando la
productividad, incrementando las fuentes de trabajo y mejorando la prosperidad
de una sociedad.
Para
que este mecanismo funcione adecuadamente es preciso que los préstamos y las
tasas de interés sean fijadas de manera voluntaria entre prestatarios y
prestamistas; es decir, es necesario dejar al mercado en libertad. Cuando el
gobierno fija las tasas, distorsiona las señales sobre niveles óptimos de
ahorro e inversión y ocasiona que los préstamos vayan a inversiones menos
productivas. La consecuencia a largo plazo es una menor tasa de crecimiento
para el país y una ampliación del ciclo económico con periodos de auge
ficticios seguidos por periodos de ajuste y depresión.
Santa Cruz de la Sierra, 12/07/15
http://javierpaz01.blogspot.com/
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