Javier
Paz García
Muchas
teorías políticas asumen que el Estado es un ente benevolente, altruista y casi
omnisciente, cuya función es velar por el bienestar del ciudadano. Una notable
excepción es la línea teórica de la opción pública (public choice) desarrollada
sobre los trabajos pioneros de Gordon Tullock y el premio Nobel de economía
James Buchanan.
Los
seres humanos a lo largo de la historia hemos desarrollado instituciones para
facilitar y mejorar la vida en sociedad; una de esas instituciones es el Estado
y la mayoría de las personas creemos que el Estado es necesario (los
anarquistas no comparten esta opinión). También la mayoría de las personas
consideran que entre los principales roles del Estado está el velar por la
justicia y evitar los abusos que unos puedan cometer contra otros. ¿Pero qué
pasa cuando el Estado no solo no cumple el rol de velar por la justicia, sino
que se transforma en una institución promotora de injusticias y abusos? ¿Qué
pasa cuando el Estado es capturado por un grupo gansteril dispuesto a todo por
conservar y acrecentar su poder?
Las
revelaciones de que las armas supuestamente halladas por el Estado boliviano
contra los supuestos terroristas eran en realidad armas que estaban bajo
custodia del Ejército y que fueron confiscadas de varios procesos policiales
pasados, refuerza la hipótesis de que en Bolivia vivimos bajo un Estado
gansteril, donde no solo son maleantes los funcionarios masistas, sino también
las Fuerzas Armadas, la Policía y el Órgano Judicial. Esas armas no pudieron
haber salido de la 8va División del Ejército sin el conocimiento de varias
personas, por lo que la responsabilidad no es de uno o dos militares negligentes
o esquizofrénicos, sino de la institución.
En
Bolivia el gobierno hace cosas que solo pueden venir de gente sin escrúpulos ni
ética: la farsa del caso terrorismo, la matanza de Porvenir, la quema de la
prefectura de Cochabamba, la ilegalidad del proceso constituyente, los muertos
de la Calancha, la aplicación selectiva de la Constitución Política del Estado
(la nueva y la vieja), la persecución política y judicial, la sumisión del
órgano judicial al ejecutivo, la mañosa aprobación de la reelección del
presidente (y su poca vergüenza postularse luego de decir públicamente años
atrás que no lo haría), los proverbiales negocios del vicepresidente y su
familia y muchas cosas más hacen pertinente que nos preguntemos ¿qué hacer ante
un Estado gansteril?
Santa Cruz de la Sierra, 26/04/15
http://javierpaz01.blogspot.com/
1 comentario:
Tienes razón Javier. El Estado es un gángster, aunque uno de guantes blancos. Yo también aporto alguna posible solución a ello, en "Dinero 2.0" http://cgalaon.blogspot.co.uk/. Agradecería algun comentario al tema del blog. Un saludo!
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