Javier
Paz García
La
mala ortografía en nuestro país es un asunto de Estado. Desde que llegamos al
mundo, el Estado registra nuestro nombre obviando tildes en los certificados de
nacimiento y carnets de identidad. Yo, por ejemplo, según los documentos
oficiales del Estado boliviano soy Garcia, y no García. Y de igual forma los Rodríguez,
Fernández, y compañía tienen sus apellidos mal escritos. Igual destino sufren
los Matías y Sebastián y seguramente un Argüello en realidad se llama Arguello.
Las
antiguas máquinas de escribir con frecuencia no podían poner tilde a una letra
mayúscula, porque ésta al ser de mayor altura, abarcaba el espacio que le
correspondía al tilde. Por tal motivo se permitía la omisión del tilde en
palabras mecanografiadas en mayúsculas. La computadora superó ese problema y
por ello las MAYÚSCULAS se deben tildar; el no hacerlo es incurrir en mala
ortografía.
En
Bolivia, hace mucho, mucho tiempo, alguien decidió que los nombres propios
deberían escribirse completamente en mayúsculas. Sería interesante investigar
quienes tomaron esta decisión y por qué motivos. Tal vez hubo una consideración
práctica, como por ejemplo, que poner tilde implica una digitación adicional y
por ende una pérdida de tiempo; quizá pensaron que obviar el tilde evitaría
complicaciones legales como ser el llamarse Pérez en el certificado de
nacimiento y Perez en el carnet de identidad. O tal vez razonaron que, siendo
Bolivia un país donde predominan los ignorantes y analfabetos, no sería
infrecuente que tanto el interesado, como el policía responsable de
mecanografiar el nombre en el carnet de identidad, no sepan que el susodicho
nombre lleva tilde. Cualesquiera que fueran las causas que llevaron a escribir
los nombres con mayúsculas y sin acentos, hoy las computadoras permiten la
acentuación de las mayúsculas y no existe justificativo para que las palabras
mayúsculas estén exentas de ser acentuadas. Lo único que nos impide escribir
nuestros nombres propiamente es la inercia de las leyes y la incultura de
nuestros funcionarios públicos.
Pero
nuestros nombres no son las únicas víctimas de la incultura gubernamental: las
calles de la ciudad de Santa Cruz tampoco tienen tilde y con seguridad que no
es el único caso.
Santa Cruz de la Sierra, 01/03/15
http://javierpaz01.blogspot.com/
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