martes, 19 de agosto de 2014

La importancia de la religión

Javier Paz García
Uno de los fenómenos sociales más destacables de los siglos XX y XXI es la decadencia del fervor religioso en el mundo occidental. No voy a elaborar sobre los aspectos positivos de este fenómeno, sino sobre los que a mi parecer son negativos.
Uno de los hechos más trágicos de la existencia es su temporalidad. Nuestra vida en la tierra tiene como consecuencia ineludible la muerte y ante esta perspectiva es difícil encontrar un sentido trascendental a nuestra existencia. Es entonces difícil no caer en el hedonismo, el egoísmo e incluso el desprecio por el prójimo. Ser ateo o agnóstico no es sinónimo de ser malvado o inmoral, pero llegar a tener respeto por la vida ajena, practicar valores como la honestidad, la búsqueda de la verdad, la generosidad, el amor al prójimo, y encontrarle sentido a la vida propia sin creer en la existencia de un dios y una vida posterior no es fácil y es algo que requiere de mucha meditación, espíritu crítico e incluso mucho estudio; es decir, requiere de una vocación filosófica poco común en las personas.
La religión cumple un rol fundamental para la mayoría de la gente porque, al prometernos la existencia de un Dios y una vida eterna, da sentido a la existencia e impone un código ético que permite la convivencia pacífica entre los seres humanos (aunque muchas guerras han tenido origen religioso). Además la religión ayuda a sobrellevar el sufrimiento y la injusticia, porque es más tolerable pensar que los miles de niños que mueren de hambre en el mundo, las personas que sufren abusos y los que viven en la pobreza serán recompensados, mientras que los asesinos, ladrones, tiranos y abusivos serán castigados; es más reconfortante pensar que un ser querido que murió, en realidad no murió; y es indignante pensar que un maleante pueda tener una vida larga y placentera, mientras que tantos inocentes sufren y perecen injustamente. La creencia en Dios, en la justicia divina y en la vida eterna resuelve, aunque sea psicológicamente, estas situaciones.
Una de las tragedias de nuestra época es la pérdida de la religiosidad, pero sin la necesaria reflexión interior que reemplace a la ética religiosa. La consecuencia son un incremento de la criminalidad, desprecio por la vida ajena, más divorcios y familias disfuncionales, crisis personales, depresiones y suicidios o la búsqueda de fama, riqueza poder y placer como mayores objetivos de vida.
El mundo occidental satisface mejor que nunca las necesidades materiales pero sus habitantes cada vez se sienten más perdidos, solos y vacíos.
Santa Cruz de la Sierra, 17/08/14

http://javierpaz01.blogspot.com/

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