Javier Paz
García
Hace
pocos días el vicepresidente Álvaro García Linera explicó lo que él denominó
“capitalismo verde”. Según su explicación, las empresas
europeas compran bosques para su preservación en países tercermundistas y
reciben compensaciones millonarias de sus gobiernos mediante bonos de carbono.
De esta manera, las multinacionales crean “supraestados”: territorios donde el
Estado no tiene cabida.
Muchos,
incluidos Evo Morales y García Linera, condenan al capitalismo por destruir los
bosques. Sin embargo aquí García Linera critica al capitalismo precisamente por
hacer lo contrario: preservar bosques. Y según su propia admisión, le molesta
que el ánimo de lucro sea lo que motive a las empresas a velar por su
preservación. Siguiendo esta lógica, está bien destruir bosques mientras no sea
con ánimo de lucro, está mal salvarlos si es para lucrar. Esta es una clara
muestra de la inconsistencia de los intelectuales de izquierda que critican al
capitalismo si destruye si hace algo y lo critican si no lo hace.
Incluso Evo Morales, autoproclamado defensor de la madre tierra, ha criticado
el movimiento ambientalista como una imposición del capitalismo mundial y un
freno al desarrollo de los países pobres. ¿En qué quedamos? ¿O el capitalismo
destruye el medio ambiente o lo preserva a costa del desarrollo de los países
pobres? Ni ellos mismos lo saben, o adoptan la posición que ven conveniente
según el auditorio.
El
vicepresidente también afirma que existen áreas protegidas que pertenecen a
particulares y no están bajo control del Estado, y critica esta situación como
una pérdida de soberanía y poder. Asumiendo la veracidad de tal afirmación, al
vicepresidente no parece interesarle analizar la efectividad y eficiencia ambas
alternativas: no discute si las áreas protegidas que según él están en manos de
transnacionales (yo desconozco si existen y cuáles son) son mejor o peor
cuidadas que aquellas en manos del Estado. No le interesa analizar con qué
método se preserva mejor el medio ambiente, sino que el Estado tenga el
control. Siguiendo la lógica de su argumento, más importante es tener un Estado
todopoderoso aunque haga un pobre manejo de las áreas protegidas, que tener
áreas protegidas bien manejadas en manos privadas.
Esta
inconsistencia y pobreza argumentativa proviene de quien es reputado como el
mayor intelectual del partido gobernante. Luego, no debería sorprendernos las
sandeces que escuchamos de otros militantes del Movimiento al Socialismo. El
vicepresidente puede posar como ambientalista cuando le conviene, pero su
argumentación es deficiente y un ligero análisis muestra que lo que le interesa
es el poder: la concentración del poder en manos del Estado y el manejo del
Estado en manos suyas.
Santa Cruz de la
Sierra, 07/09/12
http://javierpaz01.blogspot.com/
1 comentario:
Bastante pertinente el análisis, sobre la concentración del poder de los gobiernos de turno. Recuerdo la intervención de la presidenta del Senado Gabriela Montaño en un conversatorio, sobre la Ley de Educación 070 - donde ahora pasan los ex SEDUCAS a manos del Ministerio de Educación, con la Dirección Departamental de Educación. Concentrar poder, una consigna del poder!!
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