Javier Paz García
Tomé el título de esta columna de una nota de prensa de El Deber del domingo 28 de marzo. La noticia se refiere a un informe publicado por la Comisión de Asuntos Iberoamericanos. Parte de la nota dice lo siguiente: “En el estudio, Bolivia es visto como un país en el que no es recomendable invertir grandes cantidades de capital, ya que se trata de ‘un país pequeño y complicado en diversos sectores, con unos niveles generales de seguridad jurídica muy bajos’. El informe señala que la mala imagen de Bolivia está generada por ‘las campañas de desprestigio de algunas de las empresas españolas del sector de hidrocarburos’”.
La Comisión de Asuntos Iberoamericanos, una institución española, no es la única en desahuciar las inversiones en el país. La Fundación Heritage, de origen estadounidense, publica cada año el Índice de Libertad Económica, donde mide diez aspectos relevantes a la misma y hace una clasificación de casi todos los países del mundo según su puntuación. Como dije en un artículo publicado anteriormente (Bolivia en el Índice de Libertad Económica, El Deber, 9/02/10) el año 2010 Bolivia obtuvo su peor calificación desde que se empezó a publicar el estudio en 1995, siendo las áreas más preocupantes los derechos de propiedad, la libertad para realizar inversiones y la corrupción.
El Instituto Fraser, de origen canadiense también publica un reporte similar. La última versión, que contiene datos hasta el año 2007 nos ubica en la posición 96, la peor en más de veinte años.
El Banco Mundial anualmente publica el informe Doing Business (Haciendo Negocios). En su versión 2010, este informe ubica a Bolivia en el puesto 161 de un total de 183 países, tres posiciones menos que el 2009.
Estos estudios son realizados por instituciones serias de diversos países y que no tienen ningún interés particular en Bolivia. No pretenden desestabilizar gobiernos o apoyar a facciones políticas. El propósito de los estudios es dar una guía a los inversionistas que desean hacer negocios fuera de sus fronteras nacionales, y servir de guía a los gobiernos sobre acciones que pueden tomar para mejorar sus regulaciones, activar sus economías y atraer inversiones.
Bolivia nunca ha sido una estrella en este tipo de mediciones, encontrándose casi siempre de la mitad para abajo. Pero no solamente nos debe preocupar la posición absoluta del país, sino también su dirección. Bolivia, a pesar de no tener buenas notas, había mostrado mejoras sistemáticas en este tipo de estudios desde mediados de la década pasada hasta mediados de la presente. Desde entonces las calificaciones del país han ido cayendo año tras año. Como cuando se planta un árbol, los frutos de las malas políticas que nos están llevando por este camino tardarán su tiempo en aparecer, pero inevitablemente aparecerán. Tal vez (ojalá) para entonces haya otros gobernantes, pero seremos nosotros los que pagaremos los platos.
Santa Cruz de la Sierra, 02/04/10
viernes, 2 de abril de 2010
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