Javier Paz García
Bolivia concluyó su último periodo de dictaduras militares en el año 1982. El retorno de la democracia vino con grandes esperanzas de paz, libertad y prosperidad. Sin embargo luego de un cuarto de siglo de vivir en democracia, existe frustración con sus resultados lo que ha llevado a que hoy en día exista una mayor tolerancia a formas de gobierno con tintes totalitarios.
Uno de los mayores sinsabores del periodo democrático ha sido el cuoteo político, la corrupción generalizada y la impunidad. Para que la población recupere la fe en el Estado democrático es preciso hacer reformas de fortalecimiento institucional. En este sentido, considero necesarios: 1) una efectiva separación e independencia de poderes, 2) acceso a cargos públicos por concurso de méritos, donde los funcionarios tengan continuidad laboral más allá del gobierno de turno y 3) mecanismos de transparencia, responsabilidad (lo que los estadounidenses denominan “accountability”), y lucha contra la corrupción.
Los casos de Venezuela, Bolivia y Ecuador donde se tienen presidentes que han intentado modificar las reglas democráticas para su conveniencia, son una muestra de la debilidad institucional. Por ejemplo, Hugo Chávez llevó a cabo una Asamblea Constituyente para modificar la Constitución a su gusto y obtuvo poderes especiales que le permiten hacer leyes sin la necesidad del Congreso, usurpando de esta manera la función del mismo. El gobierno de Evo Morales en Bolivia ha usado grupos de choque para cercar al Congreso, y también mediante un acoso constante ha conseguido descabezar al Tribunal Constitucional, por lo que en la actualidad Morales puede gobernar mediante decretos sin que exista un ente calificado para pronunciarse sobre la constitucionalidad de los mismos. En Ecuador la mayoría de los diputados opositores fueron expulsados del Congreso.
Estos hechos ponen de manifiesto la debilidad institucional de estos Estados, donde el Poder Ejecutivo es capaz de imponerse sobre los otros poderes y situarse por encima de la Ley. Fortalecer a los Poderes Legislativo y Judicial para convertirlos en instituciones sólidas, estables e independientes, es fundamental para fortalecer la democracia en nuestros países.
Sin embargo es necesario ir aun más allá. Cuando hacemos un análisis del surgimiento de caudillos, vemos que nacen justamente de la debilidad y corrupción del mismo Estado. Estos caudillos surgen del cansancio de la gente que ve un Estado que no da soluciones a sus problemas, ve ineficiencia, corrupción e impunidad. Y los caudillos saben como aprovechar la situación usando una retórica de denuncia al sistema imperante, a la corrupción, a la impunidad.
Atacar estos problemas de debilidad institucional es esencial para tener una democracia estable que sea respetada y valorada por los ciudadanos. Si la población siente que la democracia apaña la corrupción y beneficia solo a unos cuantos, si siente que la democracia no es capaz de crear condiciones de desarrollo, entonces no va a luchar por preservarla. Por ello hay que avanzar en el perfeccionamiento de un Estado eficiente y transparente, donde los funcionarios públicos sean contratados en base a su capacidad y no a su filiación política, donde las instituciones del Estado presten servicios de calidad a la sociedad, y la gente vea la inversión pública en carreteras, escuelas, hospitales, donde los escándalos de corrupción sean juzgados y los culpables castigados de acuerdo a ley, donde la gente sienta que su dinero va a parar a obrar públicas y no al bolsillo de algún político corrupto.
Santa Cruz de la Sierra, 30/12/08
miércoles, 7 de enero de 2009
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