Javier Paz García
El gobierno siempre ha intentado mostrarse abierto a los diálogos. Los hechos demuestran lo contrario, simplemente porque el propósito de cualquier diálogo es concertar, ceder y encontrar soluciones comunes donde ambas partes salgan beneficiadas. El gobierno siempre ha dialogado – en la Asamblea Constituyente, en el Congreso, con los prefectos, con las regiones, con la oposición – pero nunca ha concertado ni cedido en nada.
Para dar ejemplos claros de la vocación de diálogo del gobierno, ellos confiscan el IDH o lanzan decretos prohibiendo exportaciones sin consultarle a nadie, y luego cuando las partes afectadas lanzan el grito al cielo, llaman a dialogar. Es decir, en vez de consensuar con las partes y lograr acuerdos para posteriormente crear los decretos o leyes correspondientes, lo que hacen es crear los decretos primero y luego, cuando la jocha está hecha y el daño realizado, recién llamar al diálogo. Pero no acaba aquí la cosa, porque convocan al diálogo para dilatar, para ganar tiempo, para sacarse una foto y decir que ellos tuvieron toda la predisposición de dialogar, pero en realidad no modifican un ápice su posición.
Otra de las tretas mediáticas del gobierno es decir que ellos siempre están abiertos al diálogo “sin condiciones” mientras que la oposición siempre busca plazos y condiciones que lo obstaculizan. Nada más falso, porque, para dar un ejemplo, cuando la oposición exige la restitución del IDH para iniciar un diálogo, está poniendo una condición; y cuando el oficialismo no está dispuesto a restituir el IDH a priori, también le está poniendo condiciones al diálogo.
Ahora han puesto de moda la tesis de que la alternativa al diálogo es la violencia, que si no hay diálogo se van a desatar los enfrentamientos. En esto tienen cierta razón porque en sus manos está usar a las Fuerzas Armadas o sus movimientos paramilitares, para generar los enfrentamientos que ellos auguran. Pero si decidieran no hacerlo, no pasaría nada.
Y en verdad, la alternativa al diálogo no es la violencia, es la democracia. Si no hay diálogo, las cosas se pueden decidir mediante sufragio y si ellos creen que las autonomías son malas, pues que hagan propaganda y convenzan a la gente de que así es. Esto puede suceder sin que exista diálogo alguno. No tiene por qué haber violencia ante la ausencia de diálogo, mientras existan mecanismos democráticos.
De hecho yo creo que lo mejor que puede pasar es que la constitución del MAS vaya a un referéndum (hubiera deseado que sea el mismo día de los de autonomía para evitar el ausentismo) y que sea el pueblo que decida si quiere autonomía o no y si quiere la constitución del MAS o no. Y aquí le tomo la palabra al vicepresidente García Linera, con respecto a que esa constitución sea válida sí y solo sí gana en cada uno de los departamentos del país, porque no es justo ni aceptable que nos impongan un constitución a todos los bolivianos solamente por el peso electoral que tiene el departamento de La Paz.
La tesis del gobierno de que la alternativa al diálogo es la violencia es totalmente falaz. En las manos del gobierno está usar la violencia y causar enfrentamientos, pero también esta en manos del gobierno no usar la violencia y dejar que el pueblo decida.
La Paz, 26/03/08
El Deber, 01/04/08
miércoles, 26 de marzo de 2008
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