Javier Paz García
Las FFAA no es una institución de Gobierno, es una institución de Estado. Como tal, debe mantener un comportamiento institucional, de respeto a la democracia, a las leyes y al poder legalmente constituido, pero sin ponerse la camiseta de ningún partido político. Las FFAA no deliberan. Esto hay que repetirlo porque los Bersatti, los Vargas, los Trigo tienen lenguas más sueltas que las de Amalia Pando. Las Fuerzas Armadas no deliberan. No dicen cosas como por ejemplo “ellos tienen una visión y nosotros tenemos otra”.
Las Fuerzas Armadas de la Nación tienen como misión fundamental mantener la independencia nacional. Esto significa básicamente defender a los ciudadanos y al territorio nacional de invasiones extranjeras. Las Fuerzas Armadas no deberían ser usadas en contra de los propios ciudadanos bolivianos.
Tristemente en la coyuntura actual las FFAA se han convertido en un brazo operativo del MAS y los miembros de la cúpula militar trabajan activamente como sus voceros. Los comandantes se desviven en actitudes zalameras a favor de Evo Morales y su “proceso de cambio” y en actitud lisonjera despotrican contra todos los enemigos de la patria, juran aniquilarlos y preservar la unidad nacional.
Suena bonito lo de “unidad nacional” pero cuando analizamos el tema, vemos que no tiene sentido que las FFAA amenacen (de forma implícita o explícita) a ciudadanos bolivianos cuyo único delito parece ser el tener una visión diferente a la del MAS. Todos los bolivianos somos formamos parte de Bolivia y cuando las FFAA se parcializan, se convierten más bien en causantes de la división nacional.
Pero si analizamos el tema con mayor profundidad vemos lo ridículo que resulta escuchar a un comandante de las FFAA diciendo que las FFAA van a garantizar la unidad nacional. Tal declaración es análoga a que el día de mañana digan que van a garantizar que todos los bolivianos sean hinchas de Real Potosí o profesen la religión musulmana. Semejante pretensión es un disparate. Pueden obligar a alguien a decir que es hincha de Real Potosí, pero es imposible que le impongan todo el sentimiento que conlleva ser hincha de un equipo de fútbol. Me pueden poner una pistola en la cabeza y con eso hacer que yo jure que soy musulmán, judío, ateo o cristiano, pero la coerción no puede cambiar mis valores y mi ética. De la misma manera, es idiota pensar que un general a punta de amenazas pueda garantizar la unidad nacional.
El amor a la patria es un sentimiento análogo al que se tiene hacia una madre o un equipo de fútbol. El amor a la patria no se obtiene por la fuerza ni la amenaza, solo un idiota puede suponer tal cosa.
Si entendemos que el patriotismo no se impone, que la mística nacional debe ser espontánea, que la coerción no genera patriotismo, sino resentimiento y susceptibilidad, entonces nos queda claro que las FFAA nunca deben hablar de reprimir al pueblo en nombre de la unidad nacional. Que el rol de las FFAA es defender a al territorio y a la ciudadanía de ataques extranjeros, que en ese sentido es lícito hablar de defender la unidad nacional y que en ese rol tienen todo el apoyo de la ciudadanía.
Pero cuando las FFAA se parcializan a favor de ciertos sectores de la población en desmedro de otros, dejan de ser una fuerza nacional, mancillan su propia legitimidad, pierden el respeto y la credibilidad de la población a la cual se deben y ponen en riesgo la unidad nacional.
No serán las FFAA quienes garanticen la unidad nacional. Ésta solo se puede lograr si entre todos construimos un país con oportunidades para todos, sin discriminación, donde todos nos sintamos identificados, un país con progreso, paz y bienestar, un país del cual nos podamos sentir orgullosos.
Santa Cruz de la Sierra, 14/01/08
El Deber, 29/01/08
lunes, 14 de enero de 2008
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