sábado, 2 de diciembre de 2006

Una dama abusada

Javier Paz García
Es tristemente común el caso de las mujeres que son abusadas una y otra vez por sus maridos y que aun así no los ponen en su sitio y los abandonan. El hombre, siendo generalmente el más fuerte de los dos y el que tiene la plata, ejerce un poder absoluto sobre “su” mujer. Un típico caso es aquél donde el marido, sea por borracho o por abusivo, le tira una tunda tal a la pobre esposa que la deja con los ojos cerrados por varios días. La mujer jura dejarlo, dice que ya está cansada de los abusos del desgraciado, que es la última vez que le pega, que mañana mismo lo hecha de la casa o se va ella, etc. Al otro día llega el marido “arrepentido” con flores, chocolates, palabras bonitas, juramentos de amor, y la promesa de que nunca más le va a pegar; pide que lo perdone, que no supo que pasó, que estaba borracho, que va a dejar de beber y toda la cantaleta necesaria para reconquistar a una mujer dolida. Y la muy opa, en su inocencia, su miedo de quedarse sola y deseos de sentirse amada, le cree y lo perdona. Y no pasa mucho tiempo cuando el cuento se repite. El caso más dramático es el del abuso físico, pero también se da con maridos mujeriegos, borrachos o que abusan verbalmente de sus esposas, sea en público o en privado. Es todavía más tétrico el caso de la mujer que después de recibir la tunda, se convence de que fue su culpa y va pedirle perdón al marido y agradecerle por ponerla en su lugar.
Hoy el oriente boliviano y en especial Santa Cruz viven este suplicio, por culpa de un Gobierno que tiene toda la intención de subyugarnos. Voy a dar ejemplos concretos:
Evo explícitamente llama a la élite cruceña el “enemigo interior”; Patzi, Ministro de Educación, dice que Santa Cruz es bonita pero sin cruceños; Alicia Muñoz, Ministra de Gobierno, incita a un bloqueo a Santa Cruz en plena Feria Exposición, bloqueo que es evitado “gracias” a la intervención de García Linera, como si Muñoz y Linera no fueran parte del mismo Gobierno; Rada, Viceministro de Coordinación, desvirtúa el valor de la soya boliviana para citar algunos ejemplos.
Pero el campeón de todos, el que nos considera una tropa de cotudos fáciles de manipular es el Vicepresidente García Linera. Este Maquiavelo boliviano se ha acostumbrado a darnos una zurra y traernos flores al día siguiente, y como el truco le resulta, lo sigue usando. El 20 de septiembre del 2006 dijo en Warisata que “la totalidad del poder político será el siguiente paso” y que “la victoria se escribe con poncho, con abarca, con whipala, se escribe con flecha, con Máuser.” Al día siguiente con las manos juntas en actitud de rezo sale diciendo que “si he dicho alguna frase que pueda ser entendida de otra manera, pido disculpas por esa frase”. ¡Y como se más se puede interpretar esa frase, especialmente si viene de un terrorista confeso! Luego viene Huanuni, donde declara que los del orientes estamos felices por las muertes acaecidas. No pasa un día cuando, con motivo de las efemérides de Pando, comparte como si nada una cena con los prefectos orientales. Hoy nos viene con la sandez de que “el MAS tiene la disposición de revisar el artículo 71 de la Asamblea, el cual establece como sistema de votación la mayoría absoluta, siempre que se reúnan los dos tercios solicitados por el mismo estatuto constituyente” (El Deber 1/12/06). Como si no supiéramos que los asambleístas del MAS votan por instrucción de Morales, y que una llamada telefónica del Palacio de Gobierno es suficiente para modificar tal artículo. Es así como este hombre – cuya hombría es dudada por muchos – se sale con la suya. Y después de pisotear y burlarse de esta tierra, llega con rosas, palabras bonitas, con sus alardes de apaciguador y demócrata y así amansa a Santa Cruz. Una Santa Cruz que por su deseo de paz y su espíritu democrático decide creerle y tener fe que esta vez sus palabras son sinceras, que hay un cambio, que el abuso no se volverá a repetir. La pregunta es ¿hasta cuándo? Si me preguntan, Santa Cruz debería hacer lo que toda mujer que esté en esta situación y se tenga el mínimo de respeto y amor propio debe hacer, ¡mandarlos al carajo!
Fayetteville, 02/12/06.
El Deber, 10/12/06.

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