viernes, 15 de diciembre de 2006

Momentos previos


Mis manos sudan y siento mi corazón latir más rápido. Los momentos previos a algo intrépido están siempre cargados de ansiedad. La adrenalina corre por mis venas y me llena de una emoción embriagadora. La avioneta despega y estoy a unos minutos de saltar de ella, a aproximadamente 6,000 pies de altura. Ya lo he hecho varias veces, pero aun así no disminuye la intensidad de las sensaciones que invaden los momentos previos a un nuevo salto. Las estadísticas me afirman que lo que voy a hacer es de bajo riesgo, pero también sé que el mínimo error puede ser fatal; además, el instinto humano no conoce estadísticas ajenas y se niega a tomar este acto como algo trivial. ¡No, el instinto me dice que no lo haga! No por nada sudan mis manos, no por nada se acelera mi corazón, son mensajes que me manda para que reconsidere mi decisión. No es la falta de miedo lo que me permite hacer esto, sino el exceso de coraje y la búsqueda de emociones extraordinarias. Mi equipo está en su sitio, ya lo revisé varias veces en tierra, el altímetro señala la altura correcta y llevo una vestimenta cómoda. Pongo mis manos en una abertura de la avioneta por donde entra el viento para mantenerlas secas. El espacio de la avioneta es reducido y solo es posible caber a cinco personas a costa de incomodidad. Estoy hincado sobre mis rodillas y tengo que moverme constantemente para evitar que se adormezcan mis piernas. Miro el paisaje terrestre para distraerme. Quiero que estos momentos pasen rápido, quiero que terminen ya. He esperado toda la mañana y la ansiedad me invade. La avioneta ha alcanzado la altura y posición adecuadas. La compuerta se abre y el viento suena estruendosamente. Una mano me toca el hombro y su dueño me pregunta si estoy listo. Contesto que sí y todo nerviosismo, todo miedo, toda ansiedad se disipan inmediatamente. Me preparo a hacer lo que vine a hacer.

3 comentarios:

Enrique Fernández García dijo...

Una nueva forma de caerse del tiempo...
He leído tus meditaciones con gran deleite. Tenemos algunas coincidencias; sin hesitar, privilegio nuestra lucha por la libertad individual.
Un abrazo.

Javier Paz dijo...

Enrique, te agradezco el comentario y te confieso que el deleite es mutuo. En cuanto a mis principios políticos, éstos siguen la línea de Locke y la revolución americana. Valoro más la libertad que la igualdad, aunque a veces me es difícil conciliar la desigualdad y la injusticia. Algún día tendremos el gusto de conversar y seguro encontraremos suficientes discrepancias entre los dos como para tener arduas discusiones. Es lo bonito de la libertad.

Unknown dijo...

querido primo Javier, antes que nada felicitarte por tu boda, éxito en esta nueva etapa de tu vida.
Me gusta bastante la manera en que escribís, seguí así, siempre es bueno leerte en el periódico(el deber)....decime como le hago para lanzarme de paracaídas querido, debe ser un espectáculo.