Javier
Paz García
Cuando la gente piensa en la actividad privada, piensa
en negocios y empresas. Esta es una concepción estrecha del ámbito privado.
También son instituciones privadas entidades como Davosan o el Rotary Club. Estas
instituciones funcionan gracias a personas que donan su tiempo y dinero
(generalmente unos donan tiempo y otros, dinero) para ayudar a personas de
escasos recursos a cubrir necesidades básicas. Las instituciones de
beneficencia proveen medicamentos gratuitamente o a bajo costo, solventa operaciones
médicas y cuidan personas y niños enfermos como el Hogar Teresa de los Andes.
La ayuda que la red de organizaciones benéficas gestiona es inmensa e invaluable,
salvando vidas, ayudando a la salud y bienestar de los más pobres y dando
esperanza y alegría a los necesitados. Una diferencia entre la beneficencia
privada y las ayudas estatales es la pasión y el entusiasmo de los gestores. El
sector estatal está manejado por gente pagada, que en muchos casos sigue la ley
del mínimo esfuerzo y lo único que le interesa es la hora de salida y el sueldo
a fin de mes. En muchos casos la ayuda estatal se presta para negociados que
enriquecen a sus gestores, sirve para campaña del partido de turno y termina en
desperdicios como alimentos que se malogran porque no se entregan nunca o cosas
por el estilo. En cambio, los gestores privados son en su mayoría voluntarios
que no reciben una remuneración por su servicio y que incurren en costos de
tiempo y dinero, pero ganan la satisfacción de ayudar al prójimo, de servir, de
dar ejemplo y dejar una mejor sociedad. Puedo dar el testimonio de mi suegro,
quien es rotario y cuando empieza a hablar de las campañas que organizan, ya
sea para hacer operaciones gratuitas a niños con labios leporinos, a personas
con cataratas o donaciones de sillas de ruedas, transmite la inmensa alegría y
satisfacción que recibe de ayudar a otros.
Precisamente fue mi suegro quien me contó una
dificultada en la que se encuentran instituciones como Davosan, el hogar Teresa
de los Andes y el Rotary. Entre septiembre y octubre del 2019 estas
instituciones recibieron notas de cargo con impuestos y multas cuantiosas por
donaciones que habían recibido hace más de 10 años y por las cuales nunca habían
recibido una notificación previa. Davosan por ejemplo recibió el 7 de octubre
de 2019 un proveído de ejecución tributaria por Bs. 352.995 por una importación
para donación recibida el 2008. Una importación de sillas de ruedas gestionada
para el Rotary también el 2008 tiene un proceso por el que han sido notificados
en septiembre del 2019 con multas de cientos de miles de bolivianos. El Hogar
Teresa de los Andes, un centro para niños con discapacidad se encuentra en
similar situación. Uno esperaría que estas instituciones tuvieran el apoyo
activo del Estado o en todo caso, que no sean perjudicadas por este.
Lamentablemente no siempre es así y la situación que describo incluso genera la
sospecha sobre si el gobierno anterior tenía la intención de socavar y destruir
a las instituciones privadas de beneficencia. Los Estados totalitarios no quieren
que nadie compita con ellos, y para el megalómano nadie debe ser bien visto
excepto él mismo. En todo caso, cada centavo que se le quita a estas
instituciones, es un centavo menos para los necesitados. Sin un cambio de
gobierno estas instituciones benéficas estuvieran ahora en una situación crítica,
cercadas por el mismo Estado. Hacemos
votos para que el gobierno actual pueda darles una mano y reparar esta
injusticia.
Santa Cruz de la Sierra, 08/09/12
http://javierpaz01.blogspot.com/
1 comentario:
Sin duda las instituciones gubernamentales no tienen un alma, se dirigen por la letra fría y muerta de una ley, sin alma.
saludos
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